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“Cuando el Destino nos alcanzó”

Jueves 30 de abril, 2009.
08:00 am
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Por Salvador José

 

Oaxaca, México.- Un día después del 24 de abril, estaba tentado -en forma de ficción- escribir acerca de la influenza ¿porcina?, sin embargo, la realidad superó (o por lo menos, se adelantó antes de lo previsto) a la imaginación: fugas de divisas, escasez de medicamentos, cierre total a espacios públicos, donde se realizarían eventos deportivos, culturales, políticos……

 

Reventa de cubre bocas hasta en un trescientos por ciento, compras de pánico, cierre de fronteras, calles y avenidas desiertas, estadios de futbol vacios, programas de televisión con muñecos de cartón como mudo auditorio.  Formaron parte de una desolada escenografía nacional, casi anunciada por abundantes filmes, literatura y series de ciencia ficción.

 

Por unos días la alarma pública se encendió en todo el país-y en gran parte del orbe-, y aunque el peligro no ha pasado totalmente, por lo menos ya sabemos qué una atención médica oportuna, cuando inician los síntomas de este nuevo mal, puede salvar miles de vidas.

 

 A diferencias de pandemias como el sida o el VIH/Sida, la influenza – ¿mutación de un virus porcino, aviar, humano? - se pude transmitir por el simple saludo de mano y no por contagio sexual o transfusión sanguínea, formas de contagio de alguna manera consciente.

[caption id="attachment_13557" align="aligncenter" width="300" caption="Medidas extremas en el Hospital de La Raza para proteger a pacientes ante el virus de influeza porcina/Foto: Ben Margot/AP"]Medidas extremas en el Hospital de La Raza para proteger a pacientes ante el virus de influeza porcina/Foto: Ben Margot/AP[/caption]

 

Por unos días, la soberbia humana se vio vulnerada por el miedo, puesto que la enfermedad ataca no sólo a los sectores más desprotegidos: niñ@s, ancianos, o indigentes, o como en el caso de otras enfermedades virales, a personas de alto riesgo: trabajador@s sexuales, gays, y promiscu@s sin protección, comunidades sin servicios públicos, etcétera.

 

La respiración de millones se detuvo por horas, el sólo hecho de de ser infectado por tocar un picaporte, o un simple beso en la mejilla, rompía con los códigos preestablecidos. Ni países africanos ni del tercer mundo-a excepción de México-, que estábamos acostumbrados a ver como eternas víctimas de desastres naturales, pestes o enfermedades curables. ¡No!. En este caso, habitantes de países primermundistas –Canadá, Estados Unidos, España, Escocia. Australia-se veían en peligro por un virus que amenazaba en convertirse en  pandemia de incontrolables consecuencias.

 

    Cómo la vimos en México.

 

     Sin caer en el alarmismo, muy propio de los medios masivos de comunicación, la situación en casos de desastres en nuestro país nos desnudó ante el mundo. Ha habido gobiernos mexicanos  que les han tocado la responsabilidad de velar por la seguridad de la población en casos de desastre, muchos, totalmente previsibles- explosión de una refinería y gasoducto en de San Juanico, en el Estado de México y calles céntricas de Guadalajara respectivamente; el terremoto de mil novecientos ochenta y cinco en el DF, son sólo algunos casos- cayendo en la irresponsabilidad y omisión que raya en el valemadrismo.

 

La incapacidad, la corrupción, en pocas palabras, la falta de infraestructura para cubrir este tipo de contingencias, como señaló el exrector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, al denunciar el desmantelamiento del área biomédica del Instituto Mexicano del Seguro Social, “una de las más altas en calidad científica e investigación de la ciudad de México”.

 

En Oaxaca, no cantamos mal las rancheras, ya que las instituciones públicas de salud, no fueron suficientes para atender las demandas de la gente que desde las primeras horas de la madrugada se trasladaba desde   lejanas y marginadas colonias, tal es el caso de la clínica La Joya, ubicada en la parte poniente de la ciudad, donde derecho habientes del Seguro Popular, a pesar de llegar a las seis de la mañana para recibir consulta, no fueron atendidos porque estaban en espera de consulta más de trescientas personas, y eso que los medios locales y nacionales señalaban a Oaxaca como el lugar donde se dio el primer caso funesto de la temida enfermedad.

 

No en balde, México es el único país donde han ocurrido más decesos por la gripe porcina. Otra vez nuestro país se lleva un deshonroso primer lugar en corrupción y negligencia en cuestión servicios sanitarios y prevención de desastres.

 

Cosa aparte, son los doctor@s que hicieron un gran esfuerzo, much@s sin probar alimentos durante todo el día del lunes 27, para atender en la medida de sus posibilidades, la gran demanda de pacientes sin recursos económicos.

 

 

 

 

 

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