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La obra de José Vasconcelos entre la grandeza y la disidencia: Carballo

Martes 16 de junio, 2009.
12:07 pm
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Por Emiliano Parra

 

Oaxaca. México.-  En la víspera del 50 aniversario luctuoso del escritor y educador oaxaqueño José Vasconcelos, el crítico literario, Emmanuel Carballo, recordó que la obra vasconcelista no tiene par en la filosofía y la literatura del siglo XX. Y subrayó que vista desde nuestros días, su obra y su actitud se pueden encerrar en una sola palabra: disidencia.

 

En el homenaje que se le rindió al “Maestro de América” en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en la ciudad de México.-  Carballo aseguró que Vasconcelos se enredó con la filosofía, la literatura, los estudios históricos y las investigaciones sociales; con las multitudes y los individuos; con el amor y el odio; con la razón y la sinrazón, con el Dios en el que creía y el demonio que le acosaba.

[caption id="attachment_16426" align="aligncenter" width="266" caption="El Maestro de América, José Vasconcelos Calderón"]El Maestro de América, José Vasconcelos Calderón[/caption]

 

“Se entregó a todo y a todos, con la fe indivisa del creyente”, expresó el ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2006.

 

Desde la perspectiva del historiador de las letras mexicanas y periodista, en todo momento vivió, actuó y escribió en una única dimensión, la de la grandeza; tanto en lo positivo como en lo negativo.

 

 “Por ello, sus aciertos y errores son del mismo tamaño. Si los miro veo que corresponden a su propia estatura. No he conocido en México un ser humano de mayor estatura que José Vasconcelos y aspiro a que se me crea por una sola razón: no soy feligrés de su parroquia, pero me considero entusiasta de su actitud humana”.

 

Carballo recordó que a la generación a la que pertenece Vasconcelos le tocó vivir entre dos épocas históricas, el Porfiriato y la Revolución de 1910. En ese momento y por primera vez en casi 100 años, comentó, “los escritores podían ser escritores y no necesariamente políticos, periodistas y no amanuenses de generales aventureros, profesores universitarios y no combatientes obligados a defender de invasiones extranjeras o a participar en nuestras sucesivas guerras intestinas en defensa de los principios liberales o conservadores”.

 

Apuntó que si el Ateneo refleja algunas características del porfiriato, en el momento en que sus componentes comienzan a encontrarse a sí mismos entre 1908 y 1910, también da las primeas batallas en el terreno de las ideas para ir más allá de esta etapa de nuestra historia. Entre las más valiosas cualidades de este grupo, mencionó la seriedad y el profesionalismo. “Algo que deberíamos exigir a quienes actualmente escriben”.

 

Citó lo expresado por Martín Luis Guzmán, en relación con la aportación del autor del Ulises criollo a la vida cultural del país, quien lo sintetizó en algunos rasgos esenciales: fidelidad a la vocación, al oficio y repudio de la improvisación.

 

Sustentado en el conocimiento histórico y en algunos encuentros que como periodista sostuvo con Vasconcelos unos años antes de su muerte, Emmanuel Carballo construyó el perfil multifacético del homenajeado y compartió los argumentos con que éste defendía sus ideas, sus posturas, sus actitudes y su escritura.

 

Desde esta óptica, dijo que él, a diferencia de sus compañeros de generación, fue uno de los escritores y pensadores más originales del país y del continente, así como uno de los políticos más controvertidos y audaces, que sustituyó mediante sus acciones los planteamientos económicos y sociales, para enarbolar los valores éticos y estéticos.

 

“Vasconcelos, quien antes de su hecatombe política en 1929, fue maderista, convencionista, obregonista y abanderado en su campaña presidencial de una causa política que todavía hoy no triunfa, aquella que pide a la política que tenga una conciencia y no se sirva únicamente de intereses perecederos”, remató.

[caption id="attachment_16427" align="aligncenter" width="300" caption="Para el historiador Emmanuel Carballo, la obra de Vasconcelos transito entre la grandeza y la disidencia."]Para el historiador Emmanuel Carballo, la obra de Vasconcelos transito entre la grandeza y la disidencia.[/caption]

 

Entre las características y cualidades de Vasconcelos, Emmanuel Carballo resaltó: “nos enseñó a pronunciarnos, sin temer a la equivocación, a favor o en contra de algo o de alguien, con toda la boca y en voz alta. Siempre tomó partido, en ocasiones el peor posible, pero siempre fue fiel a sí mismo. Cuando fue inconsecuente pagó las consecuencias, cuando encarnó el estado de ánimo del continente, fue uno de sus principales portavoces y guías”.

 

En ese contexto, aseguró que aún después de su muerte, gana silenciosas batallas. “Su nombre es punta de lanza que puede ayudar en la pelea contra el colonialismo mental y el conformismo ideológico. Su mensaje no es el de la concordia sino el de la discordia.

 

 “A mi juicio –dijo–, allí reside parte del verdadero Vasconcelos. Discordia como independencia de criterio; discordia que se traduce a nivel de las luchas políticas en oposición viril e inteligente; discordia que es altanería frente al poderoso y generosidad ante los humildes; discordia que es energía canalizada contra el lugar común en literatura y filosofía, discordia que es pugna íntima entre placer y deber, entre los intereses personales y las necesidades de su pueblo”.

 

Carballo habló también de su obra literaria, el Ulises Criollo (1935), La tormenta (1936), El desastre (1938) y el Proconsulado (1939), así como de los cuatro tomos de sus memorias.

 

“La obra de Vasconcelos se parece a una persona: a él mismo. El planteamiento que da a sus personajes históricos, no difiere del que emplea en sus memorias. Se trata de un acto superior que consiste en dotar a ciertos seres de vida propia. Su conexión con los que le sirvieron de modelo, encuentra en la naturalidad la claridad y la sencillez de sus escritos, la máxima virtud de los más grandes novelistas de todos los tiempos”, indicó.

 

Para concluir, Emmanuel Carballo hizo un reconocimiento a la obra de Vasconcelos, del que dijo que si de alguna manera pudo construir el mundo que rondaba sus sueños, fue gracias a que Álvaro Obregón le dio su confianza para que hiciera y deshiciera a su antojo en el terreno de la cultura y el arte. “Y a partir casi de la nada construyó lo que fuimos durante varias décadas: el milagro mexicano. Después, a partir de Miguel Alemán y quienes lo han sucedido en el poder hasta nuestros días, hemos enterrado su gloriosa herencia cultural”.

 

 

José María Albino Vasconcelos Calderón nació en Oaxaca el 28 de febrero de 1882 y falleció ciudad de México, 30 de junio de 1959.

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31/12/2009 | 05:11 pm | lilia

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