Sustentable el aprovechamiento del caracol púrpura en Huatulco

De la REDACCIÓN

Oaxaca. México. El caracol púrpura, ha sido parte de una tradición milenaria de los pueblos indígenas en el estado de Oaxaca, donde actualmente artesanos mixtecos de Pinotepa de Don Luis están autorizados por la autoridad en materia ambiental para el aprovechamiento del tinte del caracol púrpura.

Estos artesanos se han incorporado a un esquema de sustentabilidad para la conservación de la especie, como parte del trabajo del Parque Nacional Huatulco, área protegida donde este molusco invertebrado se encuentra protegido.

[caption id="attachment_21494" align="aligncenter" width="300" caption="Aunque se habla de su conservaciòn, a los tintoreros le preocupa su extinción."][/caption]

La actividad tintórea se realiza sólo durante una temporada del año, en época de secas, ya que como parte de su conocimiento tradicional, los indígenas saben que en temporada de lluvias los caracoles se reproducen y no deben explotarlos; ellos son muy respetuosos con el ciclo de vida del caracol, por lo que se ordeñan una sólo ocasión cada 30 días, pues es el período en que éstos se recuperan.

La Directora de este Parque Nacional, Denhi Salinas Ordaz, explicó que cada mes y desde el año de 2007, personal del área protegida realiza labores de monitoreo de las poblaciones del Caracol Púrpura, durante las cuales los ejemplares se cuentan, se miden, pesan y se sexan. “Dichos datos han hecho posible el permiso de aprovechamiento para los tintoreros mixtecos en co-responsabilidad con la Dirección General de Vida Silvestre de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas”.

Salinas Ordaz comenta que dichos trabajos se hacen con apego a un Programa de Manejo del Caracol Púrpura y al Programa de Conservación y Manejo del Parque Nacional Huatulco, que se enfocan a evitar la pérdida de biodiversidad, tanto de la parte cultural como de la biológica.

Llamado por su nombre científico como Plicopurpura pansa, el Caracol Púrpura es una especie emblemática del Parque Nacional Huatulco (área natural protegida desde el 24 de julio de 1998), se encuentra en la categoría de riesgo: Sujeta a Protección Especial en la NOM-059-SEMARNAT-2001. Este caracol habita sobre la roca y entre las grietas de la costa rocosa, en la zona intermareal, desde el nivel más bajo de marea hasta el más alto por lo que las actividades como alimentación, reproducción o exploración, varían en relación con el día, la noche y las mareas.

La relación entre la naturaleza y la cultura (biodiversidad) se deja entrever en esta costumbre, debido a que la actividad de teñir los hilos de algodón con el caracol púrpura se remonta a cientos de años atrás, incluso los tintoreros actuales desconocen qué tan antiguo es el aprovechamiento. Se trata de una sustancia de propiedades tintóreas que expulsan los caracoles al ser estresados o tratar de ser depredados, ésta sustancia (el tinte) es aprovechada sin matar a los caracoles al ser ordeñados. El ciclo del caracol está profundamente ligado a las costumbres de los indígenas.

La comunidad de Pinotepa de Don Luis, ubicada en la costa de Oaxaca, continúa utilizando el tinte para teñir las madejas de algodón con el que las mujeres mixtecas tejen sus prendas, generalmente prendas de mujer llamadas posahuancos o enredos que después venden en la comunidad o fuera de ella como forma de subsistencia y para conservar la cultura.

Según especialistas que han documentado a la especie “para los mixtecos, el color púrpura tiene un significado simbólico relacionado con la fertilidad, la fuerza, el poder y la muerte, por lo que su aprovechamiento además de tener un valor económico, posee un importante valor cultural”.

Por más de tres décadas, el caracol fue extraído de su medio natural sin ningún manejo, lo que provocó mermas de sus poblaciones, actualmente, a través de un proceso de sensibilización y participación de los artesanos, el caracol es utilizado de manera sustentable por los indígenas mixtecos, quienes se trasladan cerca de 240 kilómetros para teñir con el tinte que secretan los caracoles.