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Urge en México sustentabilidad, derechos humanos y cultura de paz

Sábado 09 de enero, 2010.
03:08 pm
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UAM/Ciencias Sociales   Oaxaca, México.- Sólo 19 por ciento de la población en México puede garantizar su sobrevivencia en forma razonable, lo cual representa un panorama “catastrófico” para los derechos humanos, la paz y todas las aspiraciones civilizatorias, señaló el doctor Eduardo José Torres Maldonado, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).     El catedrático del Departamento de Derecho de la Unidad Azcapotzalco indicó que el país ocupa uno de los primeros lugares en el mundo en violaciones a los derechos humanos debido a que la capacidad de respuesta a los grandes problemas que se viven es lenta, inoportuna e ineficiente, al estar limitada por “las burocracias tradicionales”.     [caption id="attachment_21969" align="alignleft" width="300" caption="Necesaria una nueva relación ciudadanos-gobierno para establecer las políticas sociales en México"]Necesaria una nueva relación  ciudadanos-gobierno para establecer las políticas sociales en México[/caption] El especialista en Derecho constitucional, teoría y práctica parlamentaria y Filosofía del Derecho explicó que al estar inmersos en un sistema económico mundial, la crisis financiera y política actual llegó como un  “tsunami” a barrer con todas las estructuras tradicionales del orbe, incluyendo el caso de México.     Ante esta situación, apuntó, es necesario reorientar y reestructurar las instituciones públicas y privadas que estaban inmersas en la lógica exclusiva del mercado y, por tanto, se anquilosaron y entraron en decadencia.   En el marco del Seminario Ikeda: por la paz, la sustentabilidad y los derechos humanos, realizado en la UAM, el docente resaltó que la crisis global –que involucra los planos ambiental, científico, cultural, social y político-jurídico, atendiendo al impacto de sus múltiples consecuencias negativas– avanza con tal rapidez que las instituciones no responden ya a las demandas de la sociedad.   Lo anterior, puntualizó el coordinador general de dicha actividad, debido a que es el fenómeno global más fuerte que ha vivido la Humanidad, incluso en comparación con el gran “crack” de 1929.   Este fenómeno abarca también un conflicto de paradigmas de la civilización en la cultura, la ciencia y el arte, porque se colapsó el modelo de capitalismo salvaje y depredador, que concibe al planeta y sus habitantes como parte de la propiedad privada, y que permite el dominio indiscriminado del jus abutendi (derecho de abusar) sobre el planeta y las sociedades.   Esto hace pensar que puede quebrantarse no sólo a la sociedad actual, sino incluso destruir al propio hábitat y al mundo, y estos dos elementos son parte fundamental de la crisis civilizatoria capitalista, basada en el fundamentalismo de mercado, que ha llevado a un modelo económico  externalista explosivo caracterizado como bélico y explotador, y a su vez implosivo, porque todo está en crisis también al interior de las sociedades nacionales y la comunidad internacional.   De manera ideal, para consolidar un Estado de bienestar dentro de un Estado de Derecho, se requiere de una sociedad en equilibrio, y lo que se promueve con la globalización y el modelo neoliberal es lo contrario.   Una de las primeras obligaciones del Estado es la seguridad y el mexicano no la cumple, pues el país ocupa el segundo lugar en violencia después de Irak, y el primero en criminalización, persecución y ejecución de luchadores sociales, defensores de derechos humanos y periodistas: más de un centenar de éstos han sido asesinados a partir del año 2000.   Por lo tanto, la propuesta es refundar, recrear y reestructurar instituciones, pero no puede hacerse a través de los mismos esquemas con que se ha trabajado durante el siglo XX.   En el marco de la crisis global de la civilización occidental, es importante retomar una de las funciones esenciales de la universidad pública: el estudio científico, crítico y propositivo de los grandes problemas nacionales e internacionales.   Con ese objetivo surgió el Seminario Ikeda: por la paz, la sustentabilidad y los derechos humanos, iniciativa derivada de la necesidad de responder a los grandes problemas con propuestas estructurales y coyunturales, tanto del presente como del futuro, y de reinterpretación del pasado con una idea de trabajo  prospectivo inclusivo.   En esta actividad se generan vínculos no sólo con los intelectuales, académicos y políticos, quienes toman las decisiones trascendentes, sino con todas aquellas personas de la sociedad civil, organizaciones e instituciones ciudadanas que están planteando soluciones en el campo y la ciudad.   En su tercera edición, el Seminario propuso celebrar un convenio académico de colaboración entre la Unidad Azcapotzalco y la Universidad de Soka, Japón; la organización de exposiciones internacionales; la creación de una cátedra paralela al Seminario, y la presentación de propuestas de apoyo para el desarme nuclear mundial, además de la fundación de un parlamento ciudadano mundial en la Organización de las Naciones Unidas como iniciativas para la paz.   El Seminario Ikeda fue nombrado así en honor del doctor Daisaku Ikeda, humanista, filósofo budista, literato y educador japonés que dedica su vida al logro de la paz mundial y el bienestar de la sociedad, y ha recibido más de 230 doctorados y nombramientos distinguidos de las más prestigiadas universidades del mundo.
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