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Golem, un robot diseñado por la UNAM para la niñez

Lunes 25 de enero, 2010.
09:00 am
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UNAM/Ciencias Aplicadas   Oaxaca, México.- ¿En qué se parecen los robots y los niños? En que ambos representan el futuro. Esta adivinanza es en realidad la opinión del personal del museo Universum y de los científicos del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y Sistemas (IIMAS) de la UNAM, quienes unieron esfuerzos para exhibir un módulo de inteligencia artificial especialmente diseñado para los pequeños. Los primeros pusieron el espacio y la logística, los segundos el diseño del robot. .“Este aparato es el primero que reconoce la voz infantil en español. Se trata de una cabina verde de dos metros por dos metros y medio donde hay una máquina que escoge una carta de entre 10, y los niños deben formular cuatro preguntas para adivinar de cuál se trata”, explicó Brenda Aurora Flores Pérez, colaboradora del área de Contenidos de Universum.   [caption id="attachment_40848" align="alignleft" width="199" caption="Golem, listo para interactuar con los niños y niñas"]Golem, listo para interactuar con los niños y niñas[/caption] “Yo he jugado varias veces con el robot y me divierto mucho, ¡imagínate a los pequeños! De hecho, es sorprendente que la máquina te responda no con una grabación, sino con información destinada a ti y generada en el momento”, añadió la divulgadora.   El robot lleva por nombre Golem y consiste en un ordenador, un monitor, un micrófono, un par de bocinas y una cámara empotrada en la pared que brilla como si fuera un pequeño ojo rojo, similar al de la computadora Hal 9000 de la cinta de Stanley Kubrick, 2001: Odisea del Espacio, sólo que el aparato de Universum es infinitamente más amigable que el robot neurótico de la cinta de 1968; Golem sólo quiere jugar.   “De hecho, la idea que tienen muchos niños de un robot es la que les proporciona Hollywood, e incluso algunos creen que estas máquinas son casi humanas o que podrían dominarnos en un futuro no muy distante, pero después de pasar por aquí salen con una noción muy distinta”.   Conscientes del impacto cinematográfico, los diseñadores crearon un video donde, desde una pantalla de plasma, un pequeño androide parecido a Wall-E expone cuáles son las reglas del juego:   “Hola a todos, mi nombre es Golem y éste es el juego de Adivina la Carta. Enfrente de ti tenemos 10 imágenes diferentes, de esas voy a escoger una al azar y tú adivinarás de cuál se trata. Para adivinar me vas a hacer cuatro preguntas sobre el color o la forma de las cartas, o si se parece a otro objeto. Después de la ronda de preguntas compararemos mi carta y la que tú creíste que había elegido. ¿Entendiste?”.   Las reglas del juego   Entender las reglas que nos propone Golem es fácil, lo difícil es comprender cómo opera el pensamiento humano, pero como escribió el historiador holandés Johan Huzinga, “todo enigma ocupa un lugar intermedio entre lo serio y el juego”, así que no resulta raro que, para reproducir con la seriedad debida los procesos mentales, en el Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y Sistemas construyeran un robot y se pusieran a jugar con él, en este caso a las cartas.   Para explicar cómo funcionan estas máquinas “pensantes”, que a veces hasta parecen tener sentido del humor, el filósofo estadounidense John Searle expuso el llamado “argumento de la cámara china”, en el cual pide imaginar un cuarto herméticamente sellado, excepto por una pequeña abertura por donde pueden entrar y salir unas pequeñas hojas.   Afuera hay cientos de chinos que escriben preguntas de corte existencial en unas tarjetitas que deslizan a través de la ranura, adentro está un hombre que no entiende ni pizca de chino, pero que tiene un manual que dice, “si recibes una carta con tal signo, debes contestar con este otro”.   Decía John Searle que si se sigue esta dinámica al pie de la letra, al recibir su respuesta, los orientales del exterior quedarán convencidos de que dentro se encuentra un hombre que no sólo domina el idioma chino, sino que además es extremadamente sabio y prudente, cuando en realidad el individuo del interior apenas se limita a seguir instrucciones, sin comprender nada de lo que garabatea en las tarjetas.   “De igual manera, las máquinas de inteligencia artificial en realidad no piensan, por más que parezca que lo hagan”, esto debido a que desde un principio fueron alimentadas con los datos y procesos adecuados, concluye Searle.   Entonces, ¿cómo es que Golem entiende lo que dicen los niños y juega con ellos? “¡Fácil!, lo único que necesitábamos era un programa computacional y voces infantiles para entrenar al robot, pues éste ya era capaz de asimilar la voz adulta.   Lo que hicimos en esta ocasión fue convocar a 100 pequeños para que grabaran cinco mil oraciones, con las que integramos un corpus de voz lo suficientemente extenso como para empezar a trabajar”, expuso Luis Alberto Pineda Cortés, investigador del IIMAS encargado de este proyecto.   Cara a cara con Golem   Las leyendas medievales decían que para crear un golem se necesitaban artes oscuras o recurrir a secretos milenarios, pero hoy sólo basta saber robótica, ser hábil a la hora de programar y eso sí, tener mucha imaginación, como los científicos del IIMAS, quienes crearon una máquina que además de escuchar, razona y se divierte, o al menos esa es la impresión que da a quienes se sientan frente a ella para disputar una partida de cartas.   Por ahora, este robot sigue en espera de su próximo contrincante y no deja de decir a quien cruza en su camino: “Mi nombre es Golem, ¿quieres jugar conmigo?”.
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