MC.- Tu trilogía fundacional de la nueva literatura latinoamericana la integran: Rulfo, García Márquez y Onetti, si el tiempo lo permite te preguntaré por cada uno de ellos. Este año se publicarán los libros: Juan Rufo: otras miradas; y Juan Rulfo: nuevos indicios; en 2009 se publicaron: Retales (compilación de las 17 columnas que escribió Rulfo en la revista Cuento) y Oaxaca (catálogo con las fotografías de la provincia homónima). ¿En Stanford estudian la trayectoria y propuestas de las investigaciones que respalda la Fundación Rulfo?; ¿continúas desmitificando a Rulfo?
JR.- Actualmente dirijo un seminario de seis estudiantes de doctorado sobre la obra de Rulfo y sus “continuadores”: su propio hijo Juan Carlos, con los documentales: El abuelo Cheno y Del olvido al no me acuerdo, y novelistas como Élmer Mendoza –Cóbraselo caro (2005)-, y Susana Pagano –Y si yo fuera Susana San Juan (1998)-, así como la obra de Rulfo fotógrafo. El año pasado di un curso en la Facultad de Humanidades de Montevideo sobre Rulfo. Por el momento esas son mis únicas actividades rulfianas. Hay muchos mitos alrededor de Rulfo, pero no es mi función alimentarlos ni criticarlos. Lo único que me interesa enfatizar -ante el mito de que Rulfo tuvo auxilio en la escritura de sus libros-, es que Rulfo fue el autor absoluto y único de sus libros. En la primera edición de Pedro Páramo (FCE, 1955) un corrector de pruebas se animó a cambiarle algunas palabras. Rulfo más tarde repuso las originales. Conozco a ese corrector y hemos hablado del tema, pero este asunto está plenamente superado.MC.- Después de 20 años de soledad, Gerald Martin publicó: Gabriel García Márquez. Una vida (Debate, 2009); ¿recurrirás a esta biografía en tu cátedra de Stanford?, ¿qué capítulo de la vida de Gabo te interesa sobremanera? JR.- Por supuesto que utilizaría el libro de Martin en mis clases, si alguna vez vuelvo al tema “García Márquez”. Recuerdo estar cenando con Gerald Martin, hace ya muchos años, cuando me confió que Gabo había aceptado que escribiera esa biografía y prometía ayudarlo. El episodio que en este momento destacaría de Gabo es su participación en la película La langosta azul, de Cepeda Samudio. Es una película legendaria y se ha hablado mucho de qué había de García Márquez en ella. Un día tuve la oportunidad de conversar -y filmar la entrevista- con García Márquez y le pregunté por su participación. Me señaló que había colaborado con ideas para el guión, pero no estuvo en la filmación de la película. MC.- ¿Cómo celebraste el Centenario de Onetti?, ¿por qué es el único escritor del que hiciste una entrevista en formato documental?, ¿por la cercanía personal, geográfica y periodística? JR.- Fui a Madrid, a Xalapa (Veracruz) y a Montevideo para participar en los homenajes por el Centenario de Onetti. Ahora preparo la publicación de un volumen colectivo titulado: ONETTI 101, aludiendo a su edad en 2010 y al hecho de que los cursos fundamentales en Estados Unidos se titulan “101”. En cuanto a entrevistas, debo tener filmadas, -en video, desde el Hi8 al digital-, unas cien entrevistas con escritores y directores de cine; muchos de ellos chilenos. ¿Se convertirán en documental alguna vez?, no lo sé. Exigen mucho trabajo y atención. En este momento un equipo de gente relacionada con edición digital, quiere ayudarme a concluir “otro” documental sobre Onetti, para el cual tengo grabaciones que no he dado a conocer sino, alguna vez, en Montevideo, durante mi conferencia en 2009, y muy fragmentariamente. MC.- Cito el último especial de Brecha: “Año de pérdidas, 2009 se llevó las voces de Idea Vilariño y Mario Benedetti, de Salvador Puig, de Orfila Bardesio y al historiador José Pedro Barrán, esas muertes anunciadas parecen haber concluido una era. Entre el legado de una generación, la de ‘Marcha’”. Parafraseando a Benedetti “la fotografía, esa suspensión o tregua del movimiento”, ¿sigues escribiendo en Brecha para hacer una tregua con la muerte y darle esperanza a la memoria? JR.- Las desapariciones que mencionas son dolorosas, pero la muerte es inevitable. La mía, entre todas, que como decía Pavese, vendrá algún día. ¿Qué nos queda sino recordar? Pero recordar “hacia adelante”, no deseando volver al pasado sino siguiendo las líneas de las obras que esta magnífica gente dejó. Sigo dando cursos sobre la obra de Ángel Rama, de cuya desaparición física nunca me repuse ni acepté, pero de quien -a pesar de algunos negadores- la obra y el pensamiento siguen estando vivos y vigentes. MC.- El 25 de enero de 2008, publicaste, en Brecha, los pormenores del Caso Onetti-Marra (la clausura del semanario Marcha en 1974), recuerdo que fuiste a casa de Octavio Paz para solicitarle que adhiriera a una Carta abierta por la libertad de Juan Carlos Onetti y Nelson Marra; Octavio Paz condicionó su respaldo sólo si vos y Carlos Monsiváis firmaban por la libertad de Solzhenitsin. ¿Ahora poco importan las Cartas abiertas por las causas justas?, ¿la intelectualidad artística y literaria se ha despolitizado? JR.- Se ha despolitizado, cuando no se ha derechizado. Cuando The New York Times -y no sólo este medio- da una gota de seriedad a la posible candidatura de Sarah Palin como presidenta de Estados Unidos en 2012, es porque un inmenso sector de gente ya no piensa. Sigue estímulos, como en una manada. MC.- La Fundación Neruda invierte la plata del copyright del poeta en la empresa de un asesor de Pinochet; el presidente vitalicio de la Fundación Neruda es el ideólogo de la Ley Antiterrorista en contra de la comunidad mapuche, con la complacencia de la Concertación; ¿esto es natural en la posmodernidad neoliberal?, ¿tenés una opinión al respecto? JR.- Carezco de la información necesaria para opinar sobre este asunto. Pero he leído recientemente que en Chile seis partidos políticos que no alcanzaron el 5% de votos en las elecciones de enero, ya no tienen derecho a presentarse en los próximos comicios. Entre los excluidos estará el Partido Comunista. Tengo entendido que la ley que exige ese 5% fue de la época de Pinochet, derivada de la Constitución Política de 1980. No entiendo qué ha hecho la Concertación en este último cuarto de siglo, por qué continuó con la política económica neoliberal y por qué no liberó al país de todas las rémoras antidemocráticas de la dictadura. MC.- Finalmente, después de leer una entrevista de mi autoría, recordaste el nombre exacto del escritor y músico chileno Jorge Aravena Llanca, él los acompañó -en Isla Negra- con Neruda, Rulfo y Sara Facio (en 1969), y ahora compartimos la amistad de Sara y del otro Jorge. ¿Qué te dicen todas estas vueltas de la vida?, ¿son parte de la biografía, del mito o de la ficción? JR.- Me alegra saber del “otro Jorge”, porque a veces veo el libro de nuestra querida amiga Sara Facio, con aquellas fotografías, y siento que es bueno saber que todos seguimos adelante, de una manera u otra, y no nos quedamos “congelados” en fotografías. Estos reencuentros a la distancia, y a veces a través de la simple lectura de libros, señalan que seguimos en la brecha.
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