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Rinde Soledad Loaeza homenaje a la escritura y a la lectura

Lunes 22 de marzo, 2010.
12:39 pm
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  Artemisa MENDIZÁBAL /Conaculta     Oaxaca, México.- Para Soledad Loaeza, el libro Republicanos en otro imperio. Viajeros mexicanos en Nueva York, compilado por Vicente Quirarte, constituye un homenaje al noble oficio de la escritura y al no menos noble ejercicio de la lectura, además de que pone de manifiesto el compromiso de su compilador con la palabra.   Durante la presentación de este volumen, editado por el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM, realizada en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, la profesora e investigadora de El Colegio de México, compartió comentarios con el escritor Marco Antonio Campos, el también investigador José Iturriaga de la Fuente y el propio Quirarte, quien fungió como moderador.          [caption id="attachment_48029" align="alignleft" width="200" caption="La presentación de la nueva obra de Soledad Loaeza"]La presentación de la nueva obra de Soledad Loaeza[/caption] En su intervención, destacó que se trata de una edición impecable, y refirió que cuando lo tuvo en sus manos lo primero que le vino a la cabeza fue la pulcritud con que está hecho; la cual refleja el gran amor y respeto que Quirarte siente por el libro mismo.          Para Loaeza este libro que cubre el periodo 1830-1895 y reúne textos tan diversos como los  personajes que dan testimonio de sus amores y desamores, filias y fobias, andanzas y desventuras, en la llamada "Ciudad Imperio" es una invitación a  la imaginación, a imaginar la ciudad de Nueva York en el siglo XIX por medio de los ojos de los viajeros, pero también a imaginar a esos viajeros en el Nueva York decimonónico, que era ya la gran metrópoli estadounidense, la capital del imperio.         “Esta visión, contada por viajeros mexicanos que en diferentes momentos la visitaron, escribieron sus impresiones y reflexiones a propósito de lo que veían, y en cada uno de los textos está el referente de lo mexicano, la comparación continua, aunque no siempre implícita”, observó.          Puntualizó que se trata de viajeros turistas, no inmigrantes y que algunos de ellos, lo hicieron obligados “por razones de orden suprema” (decía Guillermo Prieto), son los exiliados, los liberales que van a esa ciudad entre 1865 y 1877. Indicó que a  excepción del texto de Sebastián Lerdo de Tejada, los demás tienen el sabor de viajes de andar y ver, “de tratar de entender qué pasa en esa ciudad que es el corazón de un gran gigante”.          Sobre el grupo de 16 autores compilador por Vicente Quirarte y sus alumnos del Seminario Monográfico de Literatura Mexicana de la Facultad de Filosofía y Letras, comentó que incluye a algunos de los escritores mexicanos más distinguidos de la época como Guillermo Prieto, Justo Sierra y Francisco Zarco; Lorenzo de Zavala, con un texto sobrio y un tanto amargo que compara entre México con Estados Unidos; Francisco Bulnes y otros poco conocidos como Manuel Balbontín, quien hace una ingeniosa reconstrucción de un día de invierno y de mucho frío en Nueva York vista desde una pensión.             Mencionó también el extracto del libro de las hermanas Enriqueta y Ernestina Larráinzar, al que recomendó especial atención, pues a su juicio se trata de un texto riquísimo y sugerente, con penetrantes observaciones y comentarios por demás válidos.          [caption id="attachment_48030" align="alignright" width="200" caption="Republicanos en otro imperio. Viajeros mexicanos en Nueva York, "]Republicanos en otro imperio. Viajeros mexicanos en Nueva York, [/caption] Resaltó que para enriquecer la lectura de cada texto, el libro incluye una introducción al autor y época en que fue escrito; también se acompaña de notas aclaratorias a propósito de los lugares de Nueva York que visitan los mexicanos y de muchos personajes de la historia de Estados Unidos  que por alguna razón cruzan en los textos. Esto permite conocer la historia de Nueva York, como cuando se construyeron Central Park  y la Quinta Avenida.             “En un lapso de casi 60 años, coinciden todos los autores con el crecimiento de Nueva York, que se convierte en un gran puerto comercial, se transforma en un centro urbano identificado con la diversidad étnica, religiosa, cultural y el empuje de la energía capitalista, pero también con la tolerancia y la libertad”, expresó.          Soledad Loaeza opinó que los visitantes compilados no son menos diversos entre sí que la ciudad a la que visitan. Y que separados tal vez por preferencias políticas, finalmente todos forman parte de una élite educada, unos más acomodados que otros. Para concluir, subrayó el hecho de que todos los viajeros expresan una enorme admiración por las mujeres estadounidenses, todos manifiestan su encanto, pero no sólo las describen como bellísimas -como rosas humanas, diría Justo Sierra-, sino que también les llama la atención su condición de libertad y educación, que no son descocadas a pesar de andar solas en las calles.           En su intervención, Marco Antonio Campos apuntó que los viajeros ven a Nueva York tal como un escenario activo. Y que en ese siglo XIX, se pasman ante su diversidad étnica, de cultos (algo impensable en el México de entonces); y algo que tardaría mucho en México, la búsqueda de la mujer por la liberación y la igualdad.          Sin embargo, para Campos, Nueva York representa ante todo la imagen de la modernidad. Y manifestó su asombro ante el hecho de que en Republicanos en otro imperio, si bien hay tres o cuatro conservadores, apenas después de 15 o 16 años de los Tratados de Guadalupe Hidalgo, cuando le quitaron a México la mitad del territorio, los republicanos hagan el gran elogio de Estados Unidos.            Mencionó como relevantes los textos de Lorenzo de Zavala, por su agudeza e ironía; y Francisco Zarco, con una crónica en la habla de la visita de Margarita Maza de Juárez, además del extraordinario discurso que dio en la Cooper Union en 1864, en el que decía lo que pasaba en el imperio, sus ventajas y desventajas y lo que iba a pasar; el humor cáustico y delicioso de Bulnes; Sebastián Lerdo de Tejada; Guillermo Prieto con toda la delicia de la prosa; Jesús Valenzuela recuerda las dos veces que vio a Wilde; cierra con Tierra Yanqui, de Justo Sierra.          Para finalizar, Marco Antonio Campos dijo  que “con Vicente lo minúsculo adquiere en sus páginas proporciones mayúsculas. Poeta y ensayista de primera línea, pero ante todo o complementando, es un gran universitario y los universitarios nos sentimos orgullosos de él”.          En su intervención, José Iturriaga de la Fuente, quien es un acucioso investigador gastronómico y de lo escrito por viajeros extranjeros que han visitado México, afirmó que al igual que en el caso de quienes han venido a nuestro país, los textos de los viajeros compilados por Quirarte muestran ante todo el asombro por lo diferente y plantean con recurrencia, comparaciones entre lo que ven y lo que tienen en su país.          De esta suerte, dio lectura a fragmentos de los textos que más llamaron su atención como los de Francisco Bulnes, Justo Sierra, Guillermo Prieto, las hermanas Larráinzar, Manuel Balbotín, Jesús Valenzuela, Francisco Zarco y Lerdo de Tejada, en los que dichas observaciones se hacen evidentes

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