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Aún sin salir a la luz la obra completa de Xavier Villaurrutia

Lunes 29 de marzo, 2010.
12:42 pm
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Jesús LÓPEZ B/Conaculta   Oaxaca, México.- El Fondo de Cultura Económica tiene en su catálogo el volumen titulado Obras: poesía, teatro, prosas varias, críticas (la primera edición es de 1953, la última reimpresión de 2005), volumen de más de mil páginas que contiene gran parte de la obra de Xavier Villaurrutia, pero aún no se cuenta con una edición de sus “obras completas”, aseguró Miguel Capistrán, investigador y experto en el grupo Contemporáneos al que perteneció Xavier Villaurrutia.   En entrevista con Conaculta, Capistrán aseguró que en el FCE se espera, “por lo menos desde que se cumplió el centenario natal del poeta en 2003”, la publicación de la “nueva edición” de Obras…, de Villaurrutia, la cual contempla un segundo volumen; que traería nueva luz al corpus de la obra del autor de Nostalgia de la muerte. La nueva edición reordena y profundiza en la publicación de prosas de carácter crítico: reseñas de cine, artes plásticas, música, ensayo y diarios; así como guiones y diversas prosas; actualmente dispersas en revistas y archivos de difícil acceso.          [caption id="attachment_49192" align="alignright" width="197" caption="Xavier Villaurrutia"]Xavier Villaurrutia[/caption] Capistrán considera necesario la publicación de la segunda edición de Obras…, de Villaurrutia, pues ya se hizo la investigación y además porque la primera edición de 1953 (revisada en la segunda de 1966) “aunque muy abundante, no es exhaustiva”. El investigador espera que la nueva edición vea la luz en 2010, cuando se cumplen 60 años de la muerte de Villaurrutia, acaecida el 25 de diciembre de 1950. Este 27 de marzo se cumplen 107 años de su natalicio.        Además de Capistrán en la investigación de la obra “completa” de Villaurrutia participó el desaparecido Luis Mario Schneider (murió en 1999), editor, investigador, curioso coleccionista de libros y papeles que contribuyó a la difusión de la vida y obra de escritores como Jorge Cuesta, Gilberto Owen y Xavier Villaurrutia (asociados a la revista Contemporáneos), Genaro Estrada y Antonieta Rivas Mercado (impulsora del grupo teatral y revista Ulises); también participó Alí Chumacero, editor del FCE. Para integrar el segundo volumen se sumaron Pablo Ortiz del Toro y Sergio Téllez-Pon.          El FCE tiene en su catálogo ocho títulos de Villaurrutia, entre los que destacan Nostalgia de la muerte. Poemas y teatro (Col. Tezontle; 3ª reimpresión 2006); así como Xavier Villaurrutia en persona y en obra, ensayo biográfico de Octavio Paz (publicado en 1978, 3ª reimpresión en 2003).       Una vida de claroscuros          Xavier Villaurrutia está unánimemente reconocido como poeta, aunque su producción lírica no rebase el centenar de páginas (su teatro abarca casi 500), su impacto en las letras y la cultura mexicana es indiscutible y su libro Nostalgia de la muerte se cuenta entre los clásicos de la poesía mexicana del siglo XX. Nos obstante, a propósito de su centenario natal celebrado en 2003 (nació el 27 de marzo de 1903), se han comenzado a revalorar sus aportaciones en prosa: sus críticas de cine, música y artes plásticas; su paso por el cine y teatro mexicanos; así como también sus ideas literarias y filosóficas.          El erudito Álvaro Ruiz Abreu escribió en el suplemento Confabulario (09/06/2007): “Hay por lo menos tres personalidades que junta y separa el nombre de Xavier Villaurrutia, el escritor de poesía que ha sido estudiado a menudo; el de arte dramático, y por último, el escritor en prosa, que es un prodigio de imaginación y de exactitud, un escritor del espíritu en el que se mezcla al poeta con el ensayista, el crítico y el narrador”.          Una parte valiosa de la producción textual de Contemporáneos —abunda Ruiz Abreu— se encuentra en sus epistolarios, en la prosa suelta dedicada al ensayo, el artículo periodístico, la reseña de libros, el texto suelto sobre espectáculos, exposiciones, y en la crónica. También se localiza en los papeles privados, como en el caso de Xavier Villaurrutia, en cuyo Monólogo para una noche de insomnio encontramos una verdadera poética, una reflexión sobre el arte en el mundo contemporáneo, sus ramificaciones e influencias.         “La obra de Octavio Paz no se entiende sin Villaurrutia, la poesía temprana de Paz tiene una gran deuda con él; aunque años después Octavio de desmarcó de los Contemporáneos”, asegura enfático Hugo Gutiérrez Vega, consultado por Conaculta para ahondar en la importancia que el “grupo sin grupo” tuvo en las letras y la cultura mexicanas.        “Pienso que los Contemporáneos (José Gorostiza, Salvador Novo, Carlos Pellicer, Bernardo Ortiz de Montellano, Gilberto Owen, Xavier Villaurrutia y otros) están totalmente vigentes hoy en día”, afirma Gutiérrez Vega y añade que su mayor aportación fue “actualizar a México, ponerlo al ritmo de la cultura europea y de Estados Unidos, por medio de traducciones, de puestas en escena, de conferencias, de reseñas de cine, artes plásticas y música, en fin, de abrir el debate”.          Para Capistrán no hay duda, primero con el grupo de teatro y la revista Ulises (1927-1928) y después en la revista Contemporáneos (1928-1931) —ambas patrocinadas por Antonieta Rivas Mercado—, Villaurrutia fue uno de los grandes renovadores del pensamiento cultural en México. “A los Contemporáneos se les acusó de estar de espaldas a la patria, de extranjerizantes y afeminados; no es cierto que los temas sociales e históricos no les preocuparan, pero los abordaron de manera distinta a los intelectuales vinculados al nacionalismo”, dijo el investigador.        Gutiérrez Vega no duda: “Si fueron extranjerizantes, lo fueron en el mejor sentido de la palabra, porque trajeron a México lo mejor de la cultura de ese momento”. Villaurrutia, que se da a conocer como crítico (Novo escribió: “un joven crítico que todo lo encontraba mal”) “fue gran admirador de los dramaturgos ingleses y estadounidenses y aficionado al cine al que consideraba “séptimo arte”, no hay que olvidar sus aportaciones como guionista, dialoguista, adaptador y actor. También están sus reseñas del cine de Hollywood”, abunda.          Villaurrutia participó en el guión de ¡Vámonos con Pancho Villa! (1935), de Fernando de Fuentes, y fue dialoguista de Distinto amanecer, dirigida por Julio Bracho. Dos clásicos. También Sus escritos sobre cine, publicados en las revistas Hoy y Así, fueron exhumados por Capistrán, quien reunió más de 200 textos en Xavier Villaurrutia, crítica cinematográfica.       Dos grupos en pugna        Sobre las furibundas críticas a los Contemporáneos, el editor de La Jornada semanal, las atribuye al encono de la época, que enfrentaba a los intelectuales cosmopolitas —algunos de ellos abiertamente homosexuales, como Salvador Novo— con los artistas del movimiento nacionalista: “Fue una generación muy atildada, los Contemporáneos eran muy dandis. Antonio Ruiz El Corcito, que era bastante homofóbico, los pintó contoneándose por una plaza como gays. Sin duda, el más dandesco fue Novo”.          Salvador Elizondo, en la introducción a la antología Museo Poético (UNAM, 1974), da cuenta de cómo Diego Rivera pintó a los Contemporáneos en los murales del edificio de la  Secretaría de Educación Pública: “A la luz de las ideas de este gran pintor mexicano el grupo de los Contemporáneos se ve severamente criticado en un tablero del corredor sur del patio posterior del tercer piso. Los atributos del arte, en la concepción purista de esta expresión: la lira, el laurel, la paleta, etcétera, están siendo barridos por una burguesa que es obligada a ello por una mujer del pueblo armada de punta en blanco. Sobre los atributos se doblega la masa obesa de un contemporáneo con orejas de burro que recibe una patada en el trasero de un campesino u obrero”.        Por su parte, Villaurrutia llamó jicarismo al estilo nacionalista plasmado en los murales de la llamada Escuela Mexicana, importado por Rivera de Europa, apoyado en la técnica renacentista del fresco y con las ideas de la revolución socialista, tercia Miguel Capistrán.         La muerte del poeta        A Villaurrutia lo obsesionaba la idea de la muerte. Fue su tema y está en su epitafio, recuerda Gutiérrez Vega: “Yace aquí, silencioso y olvidado, el que en vida vivió mil y una muertes. Nada quieras saber de su pasado, despertar es morir, no me despiertes”, citó de memoria.          Sus ideas “angustiosas” de la muerte están en las Décimas y los Nocturnos de Villaurrutia —asegura el autor de Las peregrinaciones del deseo. Nostalgia de la muerte, es el gran libro poético de Villaurrutia, además está la Décima muerte, que juega con la idea de Heidegger que es el “ser de la muerte”.          En su monografía sobre Villaurrutia y la muerte, Víctor Castro consigna los argumentos de Octavio Paz, quien escribió sobre Nostalgia de la muerte: “No creo que su tema haya sido la muerte. Y no lo creo, a pesar de lo que él dice y de que así lo declara en su título del libro, porque en esos poemas el tema de la muerte está asociado estrechamente al del sueño y ambos a la noche”.          Para Alí Chumacero es preciso decir, entre bromas y veras, que se nota cómo, desde sus incipientes ensayos líricos, Villaurrutia se planteó un pretexto que sería el predominante: la muerte.          A través de los Nocturnos —explica Castro— el poeta vive su muerte como una palingenesia; es decir, muere y renace una y otra vez. Pero este morir y este renacer son sucesos que ocurren poética y simbólicamente. El poeta los vive al interior de su cuerpo y su conciencia. Esta manera de morir ocurre también dentro del sueño. Ahí se mira morir. Pero el sueño acontece bajo el clima de la noche donde todo vive una duda secreta (Nocturno Miedo). Si el tema de la muerte está asociado al tema de la noche y del sueño, no es posible desligarlo de otros temas como el exilio interior, que produce en el poeta el desencuentro, la escisión consigo mismo: su otredad que desarrolla bajo la forma del desdoblamiento.         ¿Villaurrutia se suicidó o realmente murió de un infarto?, se le inquiere a Gutiérrez Vega: “Está documentado que salió de una fiesta de Navidad, ya tarde; olvidó ponerse el saco y se enfrió. El parte médico habla de pulmonía. Creo que sí murió de infarto”.          El escritor José de la Colina, con motivo del centenario natal del poeta escribió en Letras libres: Xavier murió en una fecha de celebración, no durante la noche, sino a las ocho de la mañana del 25 de diciembre de 1950 y en su ciudad natal/mortal. Es decir que, habiendo nacido con la primavera, desnació en el Día de la Natividad. El poeta de turno nocturno se volvía un fantasma de la mañana en la sincera pose del insomne sonámbulo deseante de su Noche y, con el rostro pajaril, la gran mirada húmeda, bien rasurado y peinado, se anudó correctamente la discretamente vistosa corbata, esbozó una sonrisa, desplegó las soñadas alas de ángel y como si se lanzara a la página del espejo se tiró al cielo por entonces desmesurado y limpio de la ciudad de México.    

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