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Se paraliza la ciudad con juego inaugural de la Selección Mexicana

Viernes 11 de junio, 2010.
11:26 am
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Fortino TORRENTERA O.   Oaxaca. México. Contra lo que se pensaba, los restaurantes y bares de la ciudad recibieron desde muy temprano a los amantes del balompié para ver el primer juego de la Selección Mexicana que paralizó las actividades de la ciudad.   Desde las siete horas, diversos establecimientos abrieron sus puertas donde se anunciaba la transmisión del arranque del Campeonato Mundial de Futbol.     [caption id="attachment_58778" align="alignleft" width="300" caption="Calles desiertas a las 11 de la mañana."]Calles desiertas a las 11 de la mañana.[/caption] Algunos transeúntes cruzaban las calles que mostraban un movimiento leve en relación a cualquier otro viernes, fin de semana; poco autos circulaban.   Cerca de las 9:00 horas, las calles se mostraba desiertas, la mayoría de quienes caminaban, portaban chamarras y casacas verdes y negras con los números de los ídolos.   En la plancha del zócalo, entre los tendidos de los profesores del Istmo, apenas asomaban unas cabezas o unos pies, pero la mayoría no estaba.   También este evento deportivo fue oportunidad para la promoción del voto como un módulo de Eviel Pérez donde coreaban: “Oeh, oeh oeh oeh, Eviel, Eviel”; otros repartían trípticos de Gabino en calles y establecimientos y decían: “Vamos a ganar como la selección”.   En la cancha de Johannesburgo estaba el defensa oaxaqueño Osorio, que en ese momento era otro mexicano más, pero que en su tierra era invocado desde las pantallas.   Silencio, sólo silencio había hasta el segundo tiempo, el centro asemejaba un pueblo desierto. Eran casi las 10:0o horas cuando en el medio tiempo algunos aprovechaban para cambiar de televisión, del restaurante a la oficina, del bar al negocio.   Ni la policía se vio en las calles, ¿será porque la delincuencia también es futbolera?. Los camioneros recorrían con rapidez las paradas de su ruta sobre la calle de Crespo donde apenas un usuario esperaba el transporte urbano.   Sería porque el mundial coincide con los festejos del bicentenario o porque el país necesita una esperanza, pero el ánimo mundialista desde horas antes era el tema de sobre mesa, de saludos en la calle. Hoy todos desayunaron futbol.   Vino el segundo tiempo, minuto 53, Tshabalaba delantero sudafricana cruza un tiro que anida en el ángulo izquierdo de la cabaña mexicana; ni siquiera hubo lamento, solo un silencio sepulcral.   Algunos le echaban la culpa a Calderón por ir al partido; los de un lado querían con todo su corazón que perdieran los mexicanos; los otros por el contrario, un triunfo fortalecería la deteriorada imagen presidencial.   Minuto 73, Rafa Márquez la acomoda en la portería sudafricana, el grito de gol se escucha en las calles, afuera de una casa un grupo de jóvenes salen a lanzar un cohete: todos respiraron de nuevo.   Tras el silbatazo final, los oaxaqueños regresaron a sus actividades, en menos de cinco minutos, la ciudad retomó su vida, las calles se volvieron a llenar, aunque con un ánimo ciertamente vacío, pero todos esperanzados.

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