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“El provocador”

Miércoles 16 de febrero, 2011.
11:23 am
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Salvador JOSÉ   Oaxaca. México. Felipe Calderón, el provocador, es el único adjetivo que por el momento se me ocurre, ante la presencia que hizo en Oaxaca para reinaugurar una universidad privada, una sección de un hospital, y darle unas migajas a los millones de hambrientos que existen en Oaxaca. Por otro lado, la ingenuidad de Gabino Cué Monteagudo por permitir que la policía federal llevara a cabo la seguridad física del controvertido presidente mexicano, que con exceso de la fuerza pública fue  la gasolina que permitió que el fuego del repudio provocara los enfrentamientos entre la policía mencionada y maestros de la sección XXII. Cerca de las once de la mañana, militares ya se encontraban asentados en plena alameda central, camuflados entre los laureles del parque central, los soldados con metralletas, se encontraban dispersos en el primer cuadro de la ciudad, ante la sorpresa de los transeúntes. ¿El motivo?  La visita del mandatario para ¿inaugurar? obras que pudieron realizar sus respectivos secretarios en las obras antes mencionadas. Entonces, para qué se les paga. Definitivamente, lo que pretendía ser  un acto lucidor, terminó en un provocador acto, debido a la presencia de  un funcionario público que no es querido, como mediáticamente se ha tratado de hacer creeer. Su política bélica no da los resultados deseados y el neoliberalismo y las injusticias de todo tipo se pavonea por todo el ancho y largo de nuestro país. A la una de la tarde, las cuadras céntricas de la ciudad estaban impregnadas de policías de todo tipo: federales, estatales, policías, militares vestidos de civiles ocupaban  las bancas de la Alameda de León, la abrumadora “vigilancia”-muchos jugueteaba con sus celulares, como esperando una orden de quién sabe dónde-, era un simple acto de demostración de fuerza bélica. Para qué tanto derroche de dinero, si esto se podía evitar. ¿Volvemos a los no tan lejanos tiempos de los virreyecetes priistas? Una treinta de la tarde, un “oreja” con celular en mano se lamentaba de la desorganización del operativo de vigilancia “todo es un desmadre, no sé quién mando quitar las rejas para que se colaran esos cabrones-me supongo que se refería a los mentores”, decía con su florido lenguaje seudo policiaco. Algo que seguramente también pensaban algunos funcionarios locales, que se encontraban adentro del palacio gubernamental. Dos de la tarde, me dirijo por el edifico central, cuando una periodista con el asombro reflejado en el rostro me comentaba que un líder de la desquebrajada  Asamblea  Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO)  había sido abatido por la policía represora. Mientras en  las oficinas de la Sección XXII, policías –seguramente federales-injuriaban y lanzaban piedras como viles pandilleros de barrio a los que miraban el insistente empeño por derrumbar la puerta de las oficinas magisteriales. El gas lacrimógeno hacia derramar lágrimas irritadas, irritadas como las impotentes miradas de los  que veían el intento de allanar el  edificio magisterial. La avasallante  diferencia de fuerzas entre policías y simpatizantes de los profesores era notoria. Es evidente que dentro de este conato existe más de un interés político y económico: la exigencia de que ciertos funcionarios públicos renuncien, de que ciertos sectores priistas tengan interés en desestabilizar el naciente cambio de gobierno, que la bendición del gobierno federal le dé el espaldarazo al gobierno gabinista…… Lo que es innegable, es el repudio que se tiene de un “mandatario espurio”, como dijera Andrés Manuel López Obrador; que su política neoliberal está dando al traste con la economía de los más necesitados. Por lo tanto, es inútil que Gabino Cué Monteagudo-con panistas detrás supervisando-traten de forzar simpatías que no se darán con un gobernante de dudosa embestidura, y con un panismo que hace apenas cinco años reprimió a un gran sector del pueblo oaxaqueño. Cerca de las siete de la noche el humo a llantas quemadas de un tráiler que transportaba rejas para impedir que la muchedumbre se abalanzara contra “felidrunk”, piedras tiradas y macetas hechas añicos, era la escenografía de un zócalo que lucía desolado. ¿Qué si hubo destrozos inútiles? ¡Por supuesto!, ¿qué si hubo destrucción del Patrimonio de la Humanidad? ¡Claro!,. pero cuándo los locutores de la televisión oficial, han estado tan indignados y preocupados por la destrucción de nuestra ciudad, por la contaminación ambiental y auditiva imperante, por el abuso de comerciantes, por la reducción de la poligonal del centro histórico para construir edificios adefesicos. Vaya hipocresía, hasta cuando los políticos se pondrán a pensar sobre las consecuencias y errores que cometen a expensas del erario público. ¡Ya pónganse a trabajar y dejen la grilla para saciar sus intereses particulares. Por favor ¡
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