Sierra Zapoteca, imágenes de excepción de la vida comuntaria:Iturbide

Oaxaca, México.- Sierra Zapoteca es un acercamiento a la vida de más de diez comunidades vinculadas a sus fiestas patronales en ese sentido podemos ubicar la publicación dentro de la tradición de los fotógrafos que ha registrado comunidades a lo largo del país con una mirada influida por la antropología, que ha dado esplendidos resultados, expresó la fotógrafa Graciela Iturbide durante la presentación del libro de fotografías Sierra Zapoteca de Jorge Lépez Vela la noche del viernes en el Museo Nacional de Culturas Populares de Coyoacán. Sierra Zapoteca es un catálogo fotográfico editado por Conaculta y la Secretaría de Cultura de Oaxaca con imágenes captadas por Jorge Lépez Vela en la Sierra Norte de Juárez de Oaxaca, con una beca del Programa Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes 1990-91 (Fonca-Conaculta). Pasaron casi 20 años para que fructificara Sierra Zapoteca, no sé cuántos negativos de 35 mm habrá acumulado Jorge en sus viajes, pero seguramente son muchos, el libro los resume hoy en 56 páginas y 60 imágenes editadas para centrar su interpretación. Pasa por otro filtro, la puesta en página que genera un discurso a la vez narrativo y visual, en ambos privilegia los vacíos o los blancos, indicó Graciela Iturbide. Su objetivo –señaló Graciela Iturbide--no es presentar o representar al indígena zapoteca o a la vida en la Sierra Norte sino que nos acerca a la vida de las comunidades en esa Sierra, para hacerlo eligió describir las situaciones previas a los momentos de excepción, es decir las fiestas patronales que tradicionalmente han sido privilegiadas en la visión antropológica. “Lo lleva a cabo a partir de fragmentos, de detalles de observar a los habitantes en sus actividades y espacios cotidianos que son también los espacios de ensayo para las fiestas, recortar y amplifica hasta resaltar a veces el grano de la película, algo que hoy casi hemos olvidado ante la imagen digital, y que se mimetiza con la tierra de las calles, las hojas, las piedras, el adobe. Coloca las imágenes de manera que se complemente o confronten utilizando toda la extensión de las páginas, desbordándolas sólo en contadas ocasiones”, describió la fotógrafa. “Su interés por el cuerpo –añadió– su gestualidad y su capacidad para comunicarse se evidencia en la selección de encuadres que mucho nos transmiten sobre los habitantes. En ocasiones se aleja para mostrar el trabajo comunitario necesario para llevar a buen término la fiesta o inserta pequeñas secuencias, que no necesariamente reales, que dan cuenta de alguna actividad. La presencia de los niños en una constante en la primera mitad del libro”. En ciertas composiciones abre un espacio, podemos entonces penetrar en el momento y así quizá empezar a comprender su significado. En otras como la de la portada se vuelve el centro desde el cual irradia un orden que recuerda la circularidad del tiempo ritual tan importante en las comunidades indígenas y campesinas, describió la fotógrafa. Jorge es fotógrafo profesional desde 1983, tres años después termina la carrera de diseño gráfico en la UAM y desde 1888 de dedica al diseño editorial. Existe una estrecha relación entre sus dos ámbitos de trabajo pues estoy convencida que se retroalimentan en el espacio de la creación, lo cual es evidente en sus libros anteriores, por ejemplo Las Rutas de Pascual de 2003, que también realizó, por cierto a partir de una beca Fonca, refirió Graciela Iturbide. Este es un trabajo fotográfico importantísimo que desgraciadamente no había visto la luz antes y cuando se dio una oportunidad y se abrió una brecha para que este trabajo, que ya había sido muy difundido, tuviera una salida por medio de un libro, el Conaculta decidió apoyarlo y por eso es que en esta ocasión tenemos aquí este ejemplar, dijo por su parte quien moderó la mesa de presentación, Rodolfo Candelas. Cuando se edita un trabajo como este no solamente se está trabajando un texto visual, no solamente se está trabajando un libro más sino que se está dejando una huella que va a permanecer seguramente mucho más tiempo del que nosotros vamos a estar en este mundo y que éste es muy importante porque el trabajo de Jorge en este sentido refleja un momento y refleja, desde su muy particular visión, una serie de aspectos de la Sierra Zapoteca que únicamente pudieron ser contemplados a través de su mirada y a través de su oficio fotográfico ser capturados en este libro, agregó Rodolfo Candelas. En tanto, Álvaro Vázquez Juárez, zapoteco originario de San Francisco Cajonos de Villa Alta Oaxaca, miembro de la comisión de relaciones de la Asamblea de Autoridades Zapotecas y Chinantecas de la Sierra Norte de Oaxaca, relató que “en una situación precaria, en un estado tenso con amenazas para los indígenas llega Jorge, tranquilo, como es. Lo que más notamos fue su sensibilidad, para nosotros la sensibilidad es la capacidad de comunicarse con el entorno y con nuestros semejantes. Esta sensibilidad nos acercó y pudimos acercarnos, junto con él, a los demás pueblos que por cuestiones históricas nos han mantenido también divididos, contó Vázquez Juárez. Por su parte, el autor del libro, Jorge Lépez, expuso que algo muy importante para él es que este libro llegue a la Sierra y que se logró  que una tercera parte de la edición se vayan a la sierra, ellos lo van a distribuir como hacen con todo, de mano en mano. Para mí, dijo, es importante que ellos (los habitantes de la sierra) lo vean, que tengan un producto de primera y que sé que también lo van a valorar. Nosotros  tenemos mucho que aprender de ellos. Jorge Lépez Vela es originario de Acapulco, Guerrero, becario del Fonca, ha expuesto en México y el extranjero a nivel individual y colectivo. Su obra forma parte del Centro de la Imagen, del Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo de Oaxaca, el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, el Consejo Mexicano de Fotografía, La Fototeca de Cuba, del Fonca, la ENAH, y el Instituto Nacional Indigenista entre otras