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Mujeres indígenas poseedoras de sabiduría ancestral femenina: Natalia Toledo

Lunes 07 de marzo, 2011.
10:10 pm
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Patricia RODRÌGUEZ Z/Conaculta Oaxaca, México. Una tarde de poesía, de narraciones, de cantos, de magia, de energía y conocimientos ofrecieron las escritoras indígenas Natalia Toledo de México; Morela Maneiro, poeta kariña de Venezuela y Lindantonella Solano, wayúu, de Colombia, durante tercera mesa, Mujeres Indígenas, del Primer Congreso Internacional La Experiencia Intelectual de las Mujeres en el Siglo XXI, organizado por el Conaculta. Natalia Toledo habló primero acerca de cómo es una mujer zapoteca de este tiempo: “Las mujeres indígenas somos poseedoras de conocimientos que nos han transmitido las mujeres más viejas y respetadas de nuestras comunidades. Ellas no sólo son las piernas de nuestras casas, sino también nos han enseñado la lengua original y muchos de los conocimientos que éstas contienen. “Nos cuidan de la salud espiritual, curándonos de tristezas, vergüenza, mal de ojo, entre otras enfermedades que nos marchitan el cuerpo. Nos regresan el pulso de la alegría, organizan las fiestas, administran el dinero que ganan y la de sus hombres, al menos en el Istmo de Tehuantepec. Pero también somos artistas, creadoras, escritoras, cantantes, luchadoras sociales, entre otras actividades. “A nosotras nos enseñan mucho de lo que sabemos antes de ir a la escuela y estudiar, con la práctica y a través de la memoria oral; hay muchas formas de enseñar la cultura, no se necesita ser una intelectual, como lo entiende occidente, para transmitir conocimientos. “Cuando tuve necesidad para aprender a cocinar, mi abuela simplemente me dijo: ‘Ven, acércate y mira’. Nosotras no usamos medidas, la única medida es la mano, la mano sabe cuánta sal se tiene  que poner a una comida;  para hacer tortillas no usamos maquinas, la mano es el torno que gira y da forma a la masa, incluso para hacer enormes tlayudas o totopos; pero si eres alfarera también haces con las manos los platos y las ollas. “Sé que estas mujeres que, se atrevieron a ser ellas mismas, nos ayudaron, nos empujaron para salir a estudiar y regresar con algún conocimiento y un oficio distinto para compartir, llegado el momento, con la comunidad”, dijo Natalia Toledo. Vestida con huipil rojo, Lindantonella Solano de la guajira colombiana, habló de su mundo mítico wayúu. “Quiero hablar de Wolunca, que es nuestra madre, nuestra jiérü, nuestra mujer, que ancestralmente nos dio este hecho de ser mujeres; desde la cosmovisión mítica de la nación wayúu, una nación que geográficamente que al norte de la península, que reviste el Abya Yala, el América primigenio del sur, en Colombia, en El Caribe colombiano, viene a ser desde esa creación, Wolunca, la primera mujer que no quería dejarse quitar unos dientes que tenía en su vagina; es la mujer dentada, según nuestros ancestros, nuestras madres, nuestras abuelas”. Lindantonella Solano describió todo su mundo de mujer y la de su pueblo, de los saberes ancestrales, de sus lenguas, quehaceres y ancestros y concluyó: “A pesar de que le pongan fronteras a nuestros países, siempre la Nación Wayúu será la misma guajira que, por supuesto, como dice un canto vallenato que también se da en mi tierra: “…La Guajira es una dama reclinada, bañada por las aguas del Caribe inmenso…” Citó a grandes mujeres de su pueblo como María Concepción Iguarán ha puesto estos vestidos en las pasarelas de París con Silvia Tcherassi, que es una representante también de nuestras modas y agregó: “De igual manera, en la parte de la educación, tenemos mujeres como Margarita Pimienta, que dentro de la Ley General de la Educación, la Ley 515, es la que da todo el proceso, ha liderado todo el proceso del bilingüismo y principalmente en la educación en toda la nación, en todo el país colombiano. “De igual manera, hubo un proyecto que se elaboró desde la Guajira para que Bill Gates pudiera hacer un software en wayunaiki, no sé qué ha pasado, eso está ahí como lento pero ahí va, ahí en la mar del tiempo que solamente sabrá cuándo llega pero ahí vamos”. Anunció finalmente que muchos textos como Cien años de soledad, de  Gabriel García Márquez, se está pasando a la lengua wayunaiki. Morela Maneiro, a su vez, hablante de la lengua kariña, poeta y activista política, describió su vestimenta, también de color rojo y habló de un poema sobre lo que significa ser kariñas “venimos de la de serpiente, fuimos cortados en partes iguales y también somos hijos de pietemú, que es el de la pierna cortada, que es orión”. “También nuestro libro abierto es ese cielo de donde nosotras aprendemos todo lo que es ser kariña, que kariña significa ser gente, es el vocablo karitña, con un apostrofe en la respiración, en  particular se resume la totalidad ese círculo que, como decía Linda, ha estado en todos lados, que no es más que el conocimiento, pero que es justamente la cola del gran mono gigante que los kariñas mataron para robarle su sacri, su saco donde carga los conocimientos de la noche y el día. Y ahí nosotros nos convertimos en kariña. “Los caribes, nosotros, tuvimos 300 años de resistencia cultural y lingüística en Venezuela. Fuimos los únicos que le dimos frente a toda la invasión, pero fuimos traicionados y, en consecuencia, los caribes fueron sumisos y de alguna manera escondieron su fiereza al convertirse al cristianismo. Ya saben que todas las misiones que llegan a nuestras comunidades vienen con la palabra de Dios y la dulzura para apaciguar esas almas guerreras en este pueblo. “Hasta hace muy poco, en Venezuela los pueblos indígenas habían sido incivilizados y sería con nuestra constitución del siglo pasado, habla un artículo de que nosotros simplemente para llegar a ser ciudadanos venezolanos teníamos que pasar de indígenas, de pueblos indígenas, a campesinos, en consecuencia, exclusivamente a ciudadanos venezolanos. “Desde 1999, en nuestra nueva constitución, que tenemos los derechos de los pueblos indígenas allí, con nueve capítulos donde están los derechos culturales, que tienen que ver con nuestros idiomas y comienza entonces a visibilizarse los pueblos y muchos de nosotros, especialmente del cariña había ido poco a las universidades y, por supuesto, toda su literatura oral está allí en los cantos que todavía conservamos, desde la época primigenia. “Esta es mi base, es la lucha interna dentro del poro cariña para conservar su cultura, sus derechos; hoy día para defender su territorio porque nosotros no solamente somos escritoras y estamos en un cuarto cerrado ahí, en una introspección, escribiendo o leyendo muchos autores porque podemos hablar y decir cuántos libros no hemos leído”.

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