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Restauración de pieza zapoteca en la revista Arqueología Mexicana

Miércoles 23 de marzo, 2011.
04:20 pm
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Yuri UZELY L/Conaculta Oaxaca, México.- La restauración arqueológica, como la máscara de murciélago de Monte Albán,  el arte de salvar la pintura mural, la cerámica, la madera y en piezas de importancia son algunos de los temas que aborda el ejemplar de marzo-abril de 2011 de la revista Arqueología Mexicana que coeditan el Conaculta y Editorial Raíces. [caption id="attachment_98421" align="alignright" width="151" caption="Foto: Cortesía de Arquelogía Mexicana"][/caption] En el número 108, volumen XVII, de la revista Arqueología Mexicana, la arqueóloga Laura Filloy Nadal y el restaurador Tadeo Velandia Silva describen en su artículo “La restauración del pectoral o máscara de murciélago del Museo Nacional de Antropología”, la conservación de esta destacada pieza patrimonio de México. El pectoral o máscara fue hallada en 1949, en el ajuar funerario de un individuo en Monte Albán (100 a.C.-200 d.C.), de lo que dio cuenta el arqueólogo R. Acosta en los Anales del Museo. Al realizar los trabajos de remodelación de las salas del Museo Nacional de Antropología los restauradores se percataron de que la máscara mostraba desajustes en la colocación de las partes que la integran y desestabilización del material que las une,  así como de las 25 piezas que la forman. Los restauradores procedieron a elaborar una resina de acuerdo con las normas internacionales para que resultara inocua a la pieza en su función de unir las partes, toda vez que el material que se elaboró en su momento ya estaba desestabilizado (alterado por el paso del tiempo) y las piezas ya no ajustaban perfectamente, al propio tiempo esa desestabilización podía dañar las partes finamente pulidas de piedra verde. El arqueólogo Roberto García Moll y la historiadora Marcela Salas Cuesta publican el artículo “Arqueología histórica, historia y antropología física”, en el que presentan una síntesis de la historia de la construcción de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, conocida también como la Catedral vieja de México, donde proporcionan datos como el origen de su construcción, su relevancia histórica, así como las excavaciones que se han realizado allí. La Catedral Metropolitana de la Ciudad de México fue construida en el siglo XVI a partir de planos de arquitectos españoles de una edificación de tipo columnario, derivados de la Catedral de Granada, con  una planta cuadrada, dos capillas laterales y dos torres. La construcción inició apenas unos meses después de la caída de la Gran Tenochtitlan (1521), y ya en 1525 estaba abierta al culto; algunos cronistas señalan que la Catedral fue concluida en 1532. [caption id="attachment_98422" align="alignleft" width="268" caption="Foto: Cortesia Arqueologia Mexicana"][/caption] El arqueólogo Antonio García Cubas llevó a cabo en 1881 las primeras excavaciones en el área de la Catedral de México, con el fin de determinar el sitio exacto en el que se levantó el primer edificio de la compleja construcción. El destacado antropólogo, arqueólogo e historiador Eduardo Matos Moctezuma publica el dossier “De conservaciones y restauraciones”, donde recuerda que en 1964 se localizó, en lo que hoy es la Librería Porrúa, en la esquina de Argentina y Justo Sierra en el Centro Histórico de la Ciudad de México, un  adoratorio con pintura mural en la que aparecían figuras estilizadas que representaban al dios Tláloc. El propio Matos Moctezuma fue designado al frente de los trabajos de conservación de la pintura. Matos Moctezuma relata que halló en la cara oeste de la pintura mural parches de estuco que cubrían partes deterioradas y pérdidas de la pintura original desde la época prehispánica, por lo que iniciaron el trabajo de rescate del mural. En el dossier, el arqueólogo narra también cómo posteriormente, cuando se realizaron las excavaciones del Templo Mayor localizaron, en el área norte, una figura de barro que representa a Mictlantecuhtli, cuyo brazo izquierdo mostraba una rotura, por lo que elaboraron un nuevo brazo y mano para reemplazarlos por las partes dañadas. Después de citar los anteriores ejemplos, el antropólogo reflexiona cómo en los últimos años la restauración ha cobrado una relevancia que no se había visto antes, pues cada vez existe una mayor conciencia sobre la necesidad de preservar la herencia de las antiguas culturas. En ese sentido destaca que da vez más los especialistas recurren a las diversas disciplinas que pueden contribuir a la restauración. El restaurador Agustín  Espinosa escribe el artículo “Breve historia de la restauración en México”, en el que relata el proceso de conformación de la disciplina y el momento histórico en el que surge en México. Entre los antecedentes internacionales referidos señala que en el último cuarto del siglo XIX surgió la profesión en Europa. En los últimos años del siglo XIX y en los primeros del XX tuvieron lugar en México los primeros trabajos de restauración, cuando Porfirio Díaz nombró a Leopoldo Batres inspector y conservador de Monumentos Arqueológicos de la República Mexicana. En 1939 se creó el Instituto Nacional de Antropología e Historia; en 1943 la maestra Almela Melia fundó en el INAH un taller para el tratamiento de documentos gráficos, y en 1961 se constituyó el Departamento de Catálogo y Restauración del Patrimonio Artístico.
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