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A 316 años de su muerte, la obra de Sor Juana Inés de la Cruz sigue vigente

Domingo 17 de abril, 2011.
09:00 am
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Heriberto BLANCARTE/Conaculta Oaxaca, México.- Sor Juana Inés de la Cruz constituye una de las más notables autoras de la literatura universal, la escritora más trascendental de la época de la Colonia y el barroco novohispano y la última gran poeta de los Siglos de Oro de la lengua española.  Su obra e influencia en las letras iberoamericanas de todos los tiempos son tan fundamentales que el Premio Nobel de Literatura mexicano Octavio Paz quien dedicó un libro a su estudio: Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, aunque desde la visión de la especialista en Sor Juana Inés de la Cruz, la escritora Margo Glantz, Octavio Paz “nos ofrece su lectura de la autora  novohispana”. Este 17 de abril se cumplen 316 años del fallecimiento de Sor Juana Inés de la Cruz (Nepantla, Estado de México, 12 de noviembre 1651- Ciudad de México, 17 de abril 1695) por  lo que Conaculta le rinde homenaje.      Sor Juana escribió obras teatrales, autos sacramentales, poesía, villancicos. El estudio de su obra ha estado indisolublemente ligado al de su vida, pues ella se dedicó al conocimiento y a la vida intelectual, cuando esto se hallaba vetado para las mujeres; y he aquí que esta sea una de las razones por las cuales es considerada la primera feminista de México y sin riesgo de exagerar, del mundo.       Sobre Sor Juana Inés de la Cruz, Margo Glantz  señala: “es una gran poeta, una gran filósofa, teóloga y probablemente una santa. Sor Juana es emblema de la posibilidad y la capacidad de una mujer para combinar toda una serie de talentos del saber en la vida cotidiana”.      Cuando ya había hecho del conocimiento de sus guías espirituales jesuitas su vocación por la escritura, Sor Juana fue duramente cuestionada y se le presentaron toda clase de obstáculos y prohibiciones para dedicarse al estudio y las letras, entonces, escribe una carta a su guía Antonio Núñez: “Yo, queridísimo P. Núñez, voy a seguir ejercitando esta facilidad de hacer versos que todos saben que tengo. Es lástima que Dios, al darme ese don, se haya olvidado de preguntarle a usted si estaba bien. Pero dígame, ¿dónde consta que lo que hago esté prohibido? ¿Acaso las mujeres no somos seres racionales como los hombres?”. Aquí una de las defensas más contundentes que hace la poeta de su derecho a ejercer su vocación.          En su libro Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, Octavio Paz escribe; “Aunque sor Juana fue monja, no fue especialmente religiosa. Es una intelectual más que otra cosa.      Pedro Salinas decía que, más que poetisa, es una escolar. Yo no creo lo mismo, pero sí que es una poetisa intelectual, una figura que se da muy poco en la literatura española […].”      “Sor Juana era hija natural, lo que no se sabía hasta hace veinte años; no era una mujer rica y además no tenía vocación por el matrimonio. Su vida religiosa es absolutamente mundana: su celda (en realidad, dos pisos con una impresionante biblioteca y música y tertulias) es un centro de encuentros desde donde ella escribe poemas eróticos y comedias.      De pronto publica una carta en la que critica el sermón de un jesuita portugués, a la que responde el obispo de Puebla con seudónimo de mujer, firmando Sor Filotea de la Cruz, lamentando, en suma, que se dedique a temas terrenos abandonando la espiritualidad y tocando el papel de la mujer, que, dice, no debe dejar de ser súbdita...”      Aquí de nuevo el conflicto al que se enfrentó Sor Juana Inés de la Cruz durante toda su vida: la defensa de su libertad para ejercer la escritura. A los 13 años ingresó a la Corte del virrey Antonio Sebastián de Toledo, y a los 16 años se ordenó como monja en el convento para poder tener acceso a los libros.       Continúa Octavio Paz en su estudio del contexto cultural y social de la poeta: “Sor Juana es una intelectual orgánica en el sentido de Gramsci, y hay un momento en que, como es una verdadera intelectual, se enfrenta sin querer (sin poder evitarlo) al poder. Y esto ocurre sea en la sociedad pseudosocialista del siglo XX o en la imperial española del XVII […].      En el caso de sor Juana hay que añadir que se trata de una sociedad de valores culturales masculinos, lo que le obliga a neutralizar su sexo para poder acceder a ese privilegio masculino que es, en ese momento, el conocimiento […].      Las autoridades son más rigurosas con esta mujer, que se ha hecho monja para poder pensar, que con sus contemporáneos varones: Góngora, Lope, por ejemplo, son malos sacerdotes, desordenados y lujuriosos, y son perdonados. Sor Juana no es una monja desordenada: es una monja díscola, y con ella son implacables.”      Octavio Paz destaca el valor de la literatura de Sor Juana, dice, es “la última poetisa barroca. Con ella se cierra la gran poesía del barroco español, y al mismo tiempo es avance y profecía de la poesía moderna.      La suya, además, trata un tema nuevo: la poesía del conocimiento […] Los escritores místicos tienen como tema la unión con Dios. En Sor Juana no hay mística ni unión con Dios, y si hay contemplación, no es de Dios, sino del Universo. Lo que hay, sobre todo, es conocimiento.”      El Premio Nobel de Literatura Mexicana la describe así: “Se trata de una escritora profana, oficial, cercana a sus modelos, los poetas del XVII, y, concretamente, Góngora y Calderón. Como ellos, escribe comedias y autos sacramentales y poemas más o menos culteranos. Pero, junto a eso, el tema del conocimiento, que va ser crucial en toda la poesía moderna, es su originalidad mayor”.      Luego de la carta del obispo de Puebla, Sor Juana responde y defiende el derecho al saber por parte de las mujeres. A los dos años vende sus libros, da el dinero a los pobres y firma con su sangre la renuncia a las letras. Muere año y medio más tarde en una epidemia.      Sobre esto Octavio Paz escribe “creo que es la solución final de un conflicto ideológico y político: el caso del intelectual libre en una sociedad cerrada y ortodoxa, por una parte, y la gravedad del tema cuando se trata, además, de la condición de la mujer.      Sor Juana […] termina siendo, sin darse cuenta, una feminista que pide que haya mujeres que puedan enseñar a las otras ‘las ciencias terrestres’ como condición para que puedan acceder a las celestes”.      Respecto al libro Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, la escritora Margo Glantz ha señalado: “Su libro tiene repercusiones positivas y negativas: su gran fuerza hizo posible la internacionalización de Sor Juana y, de refilón, de la historia de México, pero a la vez podría opacar, por ese mismo motivo, algunas otras lecturas válidas que sobre la monja jerónima y la Colonia se pretendan hacer. Inscribo aquí uno de los párrafos significativos del libro: ‘Nuestra historia es un texto lleno de pasajes escritos con tinta negra y otros escritos con tinta invisible. Párrafos pletóricos de signos de admiración seguidos de párrafos tachados. Uno de los periodos que han sido tachados, borroneados y enmendados con más furia ha sido el de la Nueva España’”.      Margo Glantz apunta en su libro Sor Juana Inés de la Cruz, ¿hagiografía o autobiografía?: “Historiar la forma en que fue recibida su obra, de cualquier manera que se emprenda, conduce inevitablemente a reseñar el asombro -vuelvo a repetir, el ‘pasmo’- con que ella, la mujer excepcional, fue mirada, al grado de que ni entonces ni hoy es posible deslindar su obra de su vida.       “Cualquiera que sea la metodología empleada -casi empre interesante-, salta a la vista la enorme (y a veces hasta malsana) curiosidad que el personaje despierta: en los varones porque fue mujer; en las mujeres, porque es posible convertirla en una de las primeras feministas y erigirla como modelo; en los críticos católicos porque, por añadidura, fue una monja; en los poetas o críticos literarios porque, siendo una extraordinaria poeta, fue además una gran intelectual y científica; y los intelectuales la injertan -por su actividad filosófica y su capacidad de transgresión- a sus propias teorías sobre el mundo”.       “En cada enfoque se percibe una declaración de principios el deseo explícito o implícito de insertarla como elemento esencial dentro de una teoría, a pesar de que la enormidad de sus proporciones hace incierta también su exacta localización […]      “Sor Juana distribuye en el espacio y en el tiempo que le tocó vivir un texto y una imagen que cristaliza y la hace inseparable de una mirada decantada en posiciones y fórmulas reiterativas; aún no podemos liberarnos de ellas, siguen funcionando a manera de clichés en nuestra mente y anquilosan nuestra lectura sobre la monja; son, para decirlo con sus palabras, ‘silogismos de colores’.      Entre las obras que escribió Sor Juana Inés de la Cruz destacan: El divino Narciso, El cetro de José, El mártir del sacramento: San Hermenegildo, Los empeños de una casa y Amor es más laberinto. Sus obras se encuentran en innumerables ediciones contemporáneas, sin embargo, se encuentran reunidos en tres libros originales: •Inundación castálida de la única poetisa, Musa Décima, Sor Juana Inés de la Cruz, religiosa profesa en el Monasterio de San Jerónimo en la Imperial Ciudad de México… •Segundo tomo de las obras de Sor Juana Inés de la Cruz, monja profesa en el monasterio del señor San Jerónimo de la Ciudad de México, dedicado por la autora a D. Juan de Orúe y Orbieto, caballero de la Orden de Santiago. Fama y obras póstumas del fénix de México, décima musa, poetisa americana, Sor Juana Inés de la Cruz, religiosa profesa en el convento de San Jerónimo de la Imperial Ciudad de México Sor Juana Inés de la Cruz constituye una de las más notables autoras de la literatura universal, la escritora más trascendental de la época de la Colonia y el barroco novohispano y la última gran poeta de los Siglos de Oro de la lengua española.      Su obra e influencia en las letras iberoamericanas de todos los tiempos son tan fundamentales que el Premio Nobel de Literatura mexicano Octavio Paz quien dedicó un libro a su estudio: Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, aunque desde la visión de la especialista en Sor Juana Inés de la Cruz, la escritora Margo Glantz, Octavio Paz “nos ofrece su lectura de la autora  novohispana”.      Este 17 de abril se cumplen 316 años del fallecimiento de Sor Juana Inés de la Cruz (Nepantla, Estado de México, 12 de noviembre 1651- Ciudad de México, 17 de abril 1695) por  lo que Conaculta le rinde homenaje.      Sor Juana escribió obras teatrales, autos sacramentales, poesía, villancicos. El estudio de su obra ha estado indisolublemente ligado al de su vida, pues ella se dedicó al conocimiento y a la vida intelectual, cuando esto se hallaba vetado para las mujeres; y he aquí que esta sea una de las razones por las cuales es considerada la primera feminista de México y sin riesgo de exagerar, del mundo.       Sobre Sor Juana Inés de la Cruz, Margo Glantz  señala: “es una gran poeta, una gran filósofa, teóloga y probablemente una santa. Sor Juana es emblema de la posibilidad y la capacidad de una mujer para combinar toda una serie de talentos del saber en la vida cotidiana”.      Cuando ya había hecho del conocimiento de sus guías espirituales jesuitas su vocación por la escritura, Sor Juana fue duramente cuestionada y se le presentaron toda clase de obstáculos y prohibiciones para dedicarse al estudio y las letras, entonces, escribe una carta a su guía Antonio Núñez: “Yo, queridísimo P. Núñez, voy a seguir ejercitando esta facilidad de hacer versos que todos saben que tengo. Es lástima que Dios, al darme ese don, se haya olvidado de preguntarle a usted si estaba bien. Pero dígame, ¿dónde consta que lo que hago esté prohibido? ¿Acaso las mujeres no somos seres racionales como los hombres?”. Aquí una de las defensas más contundentes que hace la poeta de su derecho a ejercer su vocación.          En su libro Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, Octavio Paz escribe; “Aunque sor Juana fue monja, no fue especialmente religiosa. Es una intelectual más que otra cosa.      Pedro Salinas decía que, más que poetisa, es una escolar. Yo no creo lo mismo, pero sí que es una poetisa intelectual, una figura que se da muy poco en la literatura española […].”      “Sor Juana era hija natural, lo que no se sabía hasta hace veinte años; no era una mujer rica y además no tenía vocación por el matrimonio. Su vida religiosa es absolutamente mundana: su celda (en realidad, dos pisos con una impresionante biblioteca y música y tertulias) es un centro de encuentros desde donde ella escribe poemas eróticos y comedias.      De pronto publica una carta en la que critica el sermón de un jesuita portugués, a la que responde el obispo de Puebla con seudónimo de mujer, firmando Sor Filotea de la Cruz, lamentando, en suma, que se dedique a temas terrenos abandonando la espiritualidad y tocando el papel de la mujer, que, dice, no debe dejar de ser súbdita...”      Aquí de nuevo el conflicto al que se enfrentó Sor Juana Inés de la Cruz durante toda su vida: la defensa de su libertad para ejercer la escritura. A los 13 años ingresó a la Corte del virrey Antonio Sebastián de Toledo, y a los 16 años se ordenó como monja en el convento para poder tener acceso a los libros.       Continúa Octavio Paz en su estudio del contexto cultural y social de la poeta: “Sor Juana es una intelectual orgánica en el sentido de Gramsci, y hay un momento en que, como es una verdadera intelectual, se enfrenta sin querer (sin poder evitarlo) al poder. Y esto ocurre sea en la sociedad pseudosocialista del siglo XX o en la imperial española del XVII […].      En el caso de sor Juana hay que añadir que se trata de una sociedad de valores culturales masculinos, lo que le obliga a neutralizar su sexo para poder acceder a ese privilegio masculino que es, en ese momento, el conocimiento […].      Las autoridades son más rigurosas con esta mujer, que se ha hecho monja para poder pensar, que con sus contemporáneos varones: Góngora, Lope, por ejemplo, son malos sacerdotes, desordenados y lujuriosos, y son perdonados. Sor Juana no es una monja desordenada: es una monja díscola, y con ella son implacables.”      Octavio Paz destaca el valor de la literatura de Sor Juana, dice, es “la última poetisa barroca. Con ella se cierra la gran poesía del barroco español, y al mismo tiempo es avance y profecía de la poesía moderna.      La suya, además, trata un tema nuevo: la poesía del conocimiento […] Los escritores místicos tienen como tema la unión con Dios. En Sor Juana no hay mística ni unión con Dios, y si hay contemplación, no es de Dios, sino del Universo. Lo que hay, sobre todo, es conocimiento.”      El Premio Nobel de Literatura Mexicana la describe así: “Se trata de una escritora profana, oficial, cercana a sus modelos, los poetas del XVII, y, concretamente, Góngora y Calderón. Como ellos, escribe comedias y autos sacramentales y poemas más o menos culteranos. Pero, junto a eso, el tema del conocimiento, que va ser crucial en toda la poesía moderna, es su originalidad mayor”.      Luego de la carta del obispo de Puebla, Sor Juana responde y defiende el derecho al saber por parte de las mujeres. A los dos años vende sus libros, da el dinero a los pobres y firma con su sangre la renuncia a las letras. Muere año y medio más tarde en una epidemia.      Sobre esto Octavio Paz escribe “creo que es la solución final de un conflicto ideológico y político: el caso del intelectual libre en una sociedad cerrada y ortodoxa, por una parte, y la gravedad del tema cuando se trata, además, de la condición de la mujer.      Sor Juana […] termina siendo, sin darse cuenta, una feminista que pide que haya mujeres que puedan enseñar a las otras ‘las ciencias terrestres’ como condición para que puedan acceder a las celestes”.      Respecto al libro Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, la escritora Margo Glantz ha señalado: “Su libro tiene repercusiones positivas y negativas: su gran fuerza hizo posible la internacionalización de Sor Juana y, de refilón, de la historia de México, pero a la vez podría opacar, por ese mismo motivo, algunas otras lecturas válidas que sobre la monja jerónima y la Colonia se pretendan hacer. Inscribo aquí uno de los párrafos significativos del libro: ‘Nuestra historia es un texto lleno de pasajes escritos con tinta negra y otros escritos con tinta invisible. Párrafos pletóricos de signos de admiración seguidos de párrafos tachados. Uno de los periodos que han sido tachados, borroneados y enmendados con más furia ha sido el de la Nueva España’”.      Margo Glantz apunta en su libro Sor Juana Inés de la Cruz, ¿hagiografía o autobiografía?: “Historiar la forma en que fue recibida su obra, de cualquier manera que se emprenda, conduce inevitablemente a reseñar el asombro -vuelvo a repetir, el ‘pasmo’- con que ella, la mujer excepcional, fue mirada, al grado de que ni entonces ni hoy es posible deslindar su obra de su vida.       “Cualquiera que sea la metodología empleada -casi empre interesante-, salta a la vista la enorme (y a veces hasta malsana) curiosidad que el personaje despierta: en los varones porque fue mujer; en las mujeres, porque es posible convertirla en una de las primeras feministas y erigirla como modelo; en los críticos católicos porque, por añadidura, fue una monja; en los poetas o críticos literarios porque, siendo una extraordinaria poeta, fue además una gran intelectual y científica; y los intelectuales la injertan -por su actividad filosófica y su capacidad de transgresión- a sus propias teorías sobre el mundo”.       “En cada enfoque se percibe una declaración de principios el deseo explícito o implícito de insertarla como elemento esencial dentro de una teoría, a pesar de que la enormidad de sus proporciones hace incierta también su exacta localización […]      “Sor Juana distribuye en el espacio y en el tiempo que le tocó vivir un texto y una imagen que cristaliza y la hace inseparable de una mirada decantada en posiciones y fórmulas reiterativas; aún no podemos liberarnos de ellas, siguen funcionando a manera de clichés en nuestra mente y anquilosan nuestra lectura sobre la monja; son, para decirlo con sus palabras, ‘silogismos de colores’.      Entre las obras que escribió Sor Juana Inés de la Cruz destacan: El divino Narciso, El cetro de José, El mártir del sacramento: San Hermenegildo, Los empeños de una casa y Amor es más laberinto. Sus obras se encuentran en innumerables ediciones contemporáneas, sin embargo, se encuentran reunidos en tres libros originales: •Inundación castálida de la única poetisa, Musa Décima, Sor Juana Inés de la Cruz, religiosa profesa en el Monasterio de San Jerónimo en la Imperial Ciudad de México… •Segundo tomo de las obras de Sor Juana Inés de la Cruz, monja profesa en el monasterio del señor San Jerónimo de la Ciudad de México, dedicado por la autora a D. Juan de Orúe y Orbieto, caballero de la Orden de Santiago. Fama y obras póstumas del fénix de México, décima musa, poetisa americana, Sor Juana Inés de la Cruz, religiosa profesa en el convento de San Jerónimo de la Imperial Ciudad de México
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