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Logra UNAM libro del legado astronómico nacional

Domingo 29 de mayo, 2011.
12:14 pm
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UNAM/Investigación Oaxaca, México.-Miradas distintas provenientes de disciplinas como astronomía, historia, matemáticas, antropología y pintura se entretejen en el libro Legado Astronómico, donde 37 autores unen su interés por observar el cielo y compartir conocimientos que se han descifrado en el país, desde sus orígenes más lejanos. Este ejercicio colectivo de multidisciplina, editado por la UNAM y coordinado por los investigadores del Instituto de Astronomía Margarita Rosado Solís, J. Daniel Flores Gutiérrez y José Franco López, reúne en 250 páginas, los 32 trabajos presentados en el Congreso El legado astronómico de nuestros ancestros, celebrado en 2009, en el marco de los festejos del Año Internacional de la Astronomía. En sus búsquedas, los autores recorren múltiples atajos hasta mostrar una ruta, la del conocimiento en la materia, en la que México ha sido fértil en las culturas mesoamericanas, en la Colonia y en la era contemporánea, con personajes que han fundado escuela dentro y fuera de las aulas, a veces con la observación del cielo de manera empírica, y otras como precursores de esta disciplina científica. El texto, dijo en la presentación William Lee Alardin, director del Instituto de Astronomía, es una recopilación organizada en tres grandes áreas, que inician con la Colonia, dedican un apartado a personajes centrales de esta ciencia mexicana, y profundizan en el legado prehispánico, que tuvo un interés fundamental en conocer cómo funciona el Universo y realizar calendarios. En su oportunidad, Margarita Rosado destacó que México es muy rico en estudios del cielo y de los objetos cósmicos desde tiempos ancestrales. Daniel Flores subrayó el esfuerzo colectivo de la obra, que une intereses de las ciencias exactas y sociales. “Este trabajo conjunto continuará con un nuevo congreso en febrero o marzo del 2012”, adelantó. Por su parte, José Franco calificó la publicación como “un eco del 2009” y una oportunidad de reflexión. “Artes, ciencias sociales y antropología ligadas a la astronomía propician una reflexión acerca de la importancia de contar con una política de Estado para generar conocimiento e impulsar la ciencia”, señaló. Comentarista, Patrick Johansson, del Instituto de Investigaciones Históricas, reveló que la lectura produce placer y gozo. “Esta disciplina nos hace pensar en el futuro y en los sabios que leen el cielo. Pero también lo leyeron en el pasado, y de ellos, se ofrecen muchos elementos, como el desarrollo de calendarios, forma de domesticar el tiempo”, consideró. De la Colonia a la cámara Schmidt La primera parte, recorre la historia desde la Colonia hasta la cámara Schmidt, el famoso telescopio instalado en 1942 en Tonantzintla, Puebla, que dio inicio a la astrofísica moderna en México. También narra el desarrollo del Observatorio de San Pedro Mártir, en Baja California, donde hasta la fecha se realiza ciencia de primer nivel mundial; y presenta un análisis de la divulgación en el siglo XIX, a través de una revisión hemerográfica de revistas de esa época. Respecto a lo académico, contiene una revisión de cómo ha sido la carrera en la Facultad de Ciencias de la UNAM, y otra, sobre la utilidad de esa disciplina para la Secretaría de Fomento, en el naciente México independiente, pues esa dependencia pública era la encargada de determinar el tiempo y la posición de ciudades y lugares de interés nacional. Precursores La segunda parte está dedicada a los precursores de la astronomía en México. Se dedican capítulos a Paris Pishmish, la primera profesionista que tuvo el título de astrónomo en el país; a Francisco Javier Escalante Plancarte, que realizó observaciones en Marte; y a Luis Enrique Erro, en una revisión “de carne y hueso” que revela su vida familiar y su personalidad, además de sus aportes. En este grupo también se dedican capítulos a Joaquín Gallo Monterrubio, director del Observatorio Astronómico Nacional de Tacubaya (inaugurado en 1878 durante el Porfiriato); a Felipe Rivera, quien desde Zinapécuaro, Michoacán, observó en 1901 la estrella “Nova Persei”; y a José Antonio Alzate, quien fuera presbítero, investigador y padre de la divulgación científica novohispana. Además, se presenta un apartado sobre lo que significó ser astrónomo durante el Porfiriato. Arqueoastronomía, ciencia y símbolo La tercera parte, se dedica al desarrollo de culturas mesoamericanas como la maya, náhuatl y teotihuacana, entre otras. Se presentan textos referentes a la cosmovisión mesoamericana de la Luna; la conjunción de montañas y astros; los signos de Mesoamérica; el saber teotihuacano y la planeación urbana de esa cultura ligada al cosmos. También, se abordan aspectos etnográficos de la arqueoastronomía en Mesoamérica; la matemática de los mayas; la orientación calendárico-astronómica en La Venta; los tránsitos de Venus desde los mayas hasta la Unidad Astronómica; la duración del tiempo medida por los mayas; los estudios de esa disciplina en El Tajín; la astronomía en Tetzcotzingo y la influencia astronómica en la arquitectura de Calixtlahuaca. Otros capítulos se refieren a los textos de Fray Andrés del Olmo y su revisión de los astros y dioses en el México prehispánico; a la traza urbana de Puebla, influida por un legado arqueoastronómico; a la influencia de la astronomía del siglo XVII en la pintura; y a la categoría de patrimonio astronómico frente al patrimonio cultural.
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