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Salomón Nahmad Sittón, un antropólogo con trayectoria trascendente

Viernes 01 de julio, 2011.
10:02 am
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  Carlos Moreno Derbéz* Oaxaca, México.- Agradezco a los organizadores de la Sexta Mesa Redonda de Monte Albán dedicado al reconocimiento de la diversidad cultural, la oportunidad de decir unas palabras en torno a nuestro querido Maestro Salomón Nahmad, quien es uno de los pioneros de su defensa en nuestro país y que mantiene su postura con gallardía y consistencia. Los que hemos tenido oportunidad  de trabajar bajo su dirección laboral y académica o de contar con espacios de discusión para la redefinición de las políticas públicas a favor de los pueblos indígenas, compartimos  su presencia caracterizada por su capacidad de escuchar, sugerir,  e incluso tolerar cualquier inquietud fuera de lugar, pero sobre todo  acotando caminos, marcando rumbos, construyendo propuestas. Como todos ustedes saben,  Salomón ha recibido recientemente dos importantes reconocimientos: El de la Sociedad Internacional de Antropología Aplicada que otorga la medalla Bronislaw Malinowsky, a un mexicano, tercero que la recibe,  y el bastón de mando de los Totonacas que lo distingue como un hombre que es  aceptado por este pueblo que ha luchado por su autonomía y su libre determinación y lo incorpora como  caracterizado,  como hombre de sabiduría y de opinión para la vida de este pueblo. [caption id="attachment_112843" align="alignleft" width="300" caption="El luchador social y antropólogo Salomón Nahamad en la ceremonia de reconicimiento durante la Sexta Mesa de Monte Albán: Foto: Lilia Torrentera"][/caption] Esta acumulación de experiencia y de conocimientos,  es resultado de muchos años de formación en la Antropología Mexicana y del ejercicio de  trabajo de campo que inició desde  hace más de 50 años como investigador, como director de Centros Coordinadores Indigenistas en varias regiones del país como la Mixteca Nahua Tlapaneca,  de la montaña de Guerrero, la Mixe de Oaxaca,  la Maya de la península de Yucatán,  la Purépecha de Michoacán o la Cora Huichol de los estados de Jalisco, Durango y Nayarit y que ha dejado plasmado en sus múltiples obras, en las que sobresalen y son referente obligado para estudiosos,  la brillante etnografía de la región Mixe, sus trabajos de  los  Coras y Wixarikas y con los pueblos Yaquis Yoremes, por poner solo algunos ejemplos. La trayectoria de Salomón,  tiene la riqueza del trabajo desde la formación como etnógrafo que rescata a la tradición de los años 40 y que fue propuesta  por Gamio, continuada por Aguirre Beltrán  y por Julio de la fuente, así  como por el mismo Ricardo Pozas. En Guerrero, rescatando un relato, de su interesante artículo “Una Experiencia Indigenista”,  comentaba que , al caminar la montaña con el Antropólogo indígena Maurilio Muñoz “…La convivencia con las comunidades de la región de TIapa nos hacía ver las profundas condiciones de miseria de los indígenas y la explotación de su trabajo artesanal. La injusta reventa del maíz y las condiciones de desnutrición y hambre que azotaban a la población, especialmente entre los niños y las mujeres. Maurilio y yo visitamos todas las comunidades de los municipios, …Maurilio acudía a las oficinas centrales y retornaba decepcionado y molesto, nada resolvía…Hacíamos estas reflexiones y comentábamos estos hechos con Maurilio Muñoz y otros dos antropólogos con más conciencia que había en el !NI (Carlos Incháustegui y Gildardo González)…” Para Salomón,  ser indigenista era,  mantenerse en la postura  crítica de la burocracia y de la corrupción que los administradores del INI pretendían manejar a costa de los pueblos indígenas en la  creación de la institución Mientras, en la Escuela de Antropología de finales de los años sesentas ya se reconocía como un experto de los pueblos indígenas del país y, aunque en ese entonces  nos debatíamos en las discusiones que ponían en tela de juicio el nacionalismo revolucionario y el funcionalismo estructural  y el relativismo cultural, preocupados por lo que denominábamos  “la etnografía del huarache”, era ineludible la curiosidad por saber que era lo que pasaba en el campo con los pueblos indios y sí realmente se luchaba en contra de los caciques y de aquellos que propiciaban la proletarización de los trabajadores del campo. Para los antropólogos  “comprometidos”,  ser director de un Centro Coordinador Indigenista era rebajarse a ser administrador de una oficina regional que estaba al servicio de la burguesía nacional y de un integracionismo que buscaba, como lo proponía Don Alfonso Caso,  la desaparición de los indios en un lapso no mayor de 30 años a partir de la creación del Instituto Nacional Indigenista. A cambio, y desde la  dirección  de los  centros coordinadores en los que estuvo,  defendió la diversidad cultural y  se confrontó con estructuras de poder regionales con valentía e inteligencia. Además, ha sido protagonista de muchas discusiones con funcionarios nacionales e internacionales que toman decisiones en relación al desarrollo de la Nación,  megaproyectos y programas que afecta a los pueblos indígenas y a sus comunidades. En complemento, la propuesta  que trabajó Salomón con muchos otros indigenistas, fue la del respeto a la expresión propia de sus estructuras  de representación y sus sistemas normativos, sus formas de  gobierno y las decisiones emanadas desde esas definiciones. De esta manera, se adelantó de manera significativa a la postura de la defensa de lo que ahora se conoce como el derecho a la diversidad,  la autonomía y la libre determinación,  pasando por el derecho a la consulta. La lucha por la autonomía y la participación se convirtió en un peligro para quienes sostenían que los indígenas debían de transformarse integrándose al proyecto nacional y que  eran presa fácil del control político, para el mantenimiento de las estructuras regionales de poder. De hecho, la discusión acerca de la inserción de los indígenas en las estructuras de explotación y la relación de esta condición estructural con su condición étnica, de minorías nacionales,  fue sostenida mucho tiempo antes de que se convirtiera en seminarios espectaculares y en la emergencia de teóricos del marxismo vinculados a la corriente denominada como la  “Antropología Crítica”.   Mientras esas discusiones se presentaban Salomón y muchos otros maestros indigenistas se confrontaban con las estructuras regionales, se creaban programas que serían recuperados por estrategias nacionales para combatir la pobreza. Discutir la  explotación de los pueblos indígenas y su pobreza no representaba peligro alguno para las estructuras de poder. Ejercer la alternativa de cambio desde el profundo conocimiento de las características de los pueblos indígenas si ponía contra la pared el sostenimiento de una tradición de control y de explotación de caciques regionales. Era el momento en el que se consideraba que en los centros coordinadores del INI estaban los “comunistas” y acelerados que llegaban a alborotar a los indios, trabajando entre otras cosas, en la venta de maíz más abajo del precio regional, abriendo programas de comercialización de sus productos, recuperando tierras, abriendo escuelas y clínicas  o apoyando a presos indígenas, así como luchando por la recuperación de sus bosques Desde el espacio del indigenismo, como política pública, la tradición de la Antropología Aplicada mexicana fue cuestionada, pero también reformulada y se sentaron las bases para una opción de transformación del quehacer del Estado mexicano con respecto de los pueblos indígenas. Y no solo es esa línea de defensa en la que ha participado,  también en la educación indígena podemos observar importantes contribuciones como es el caso del primer decreto presidencial que planteaba que las lenguas indígenas en las escuelas de educación media, ubicadas en  las regiones interétnicas,  podían ser la segunda lengua en lugar del ingles o del francés y la consolidación de la política de educación bicultural y bilingüe que sustituía al programa nacional de castellanización a todas luces etnocida. También participó el proceso de organización de los pueblos indígenas como fuerza política  que, integrada en el primer Consejo Nacional de los Pueblos Indígenas,  pudieran hacer valer su derecho a la participación en la toma de decisiones,  en un momento clave para la transformación de la política indigenista, cuestión que lo llevo a permanentes enfrentamientos por quienes pugnaban por el control y manejo político de los pueblos como condición para imponer  el integracionismo. Así, el Maestro Salomón transita en la trascendencia de la interculturalidad en la que creció y se desarrollo y por la cual ha luchado y sigue luchando no solo en lo que corresponde a la defensa de los derechos de los pueblos indígenas sino desde la reformulación crítica del indigenismo integracionista para lo cual y a cambio propuso, conjuntamente con Enrique Valencia como modelo alternativo el del Etnodesarrollo. Con el Etnodesarrollo se inicia una de las etapas más significativas de la ruptura de la política indigenista tradicional integracionista en los años 70s y se propone, desde este sustento, la política de participación de los indígenas en el diseño de las políticas mismas,  de los planes y proyectos que se han previsto para ellos y como “…una estrategia efectiva y de largo aliento que responda al reto del movimiento indio…” Solo desde ahí es posible  entender la propuesta de apoyo a las organizaciones indígenas para contar con una fuerza política que hiciera contrapeso a la transculturación inducida y al etnocidio derivado de los megaproyectos del desarrollismo  homogeneizante de la época. Esta propuesta dio pie y sustento  a otras definiciones en el marco  la de la política indigenista de participación iniciada por el y que se ha denominado de varias maneras: De Reconstitución de los Pueblos Indígenas o de  “Redefinición de la Relación entre los Pueblos Indígenas el Estado y la Sociedad”. Hoy, esta tradición participativa y de mantenimiento  de los compromisos de la institución con los pueblos indígenas está perdida. Hoy,  la tradición de las discusiones teórico metodológicas acerca de la diversidad cultural y de la  interculturalidad  poco existe y salvo honrosas excepciones, la institución se ha convertido en una instancia burocrática y burocratizada de supervisión de inversiones en infraestructura de donde varios personajes, que han recibido su premio a la lealtad partidaria,  cumplen la función de directivos y se niegan a asumir el ejercicio presupuestal destinado a los pueblos por parte del Presupuesto de Egresos de la Federación asignado por la Cámara de diputados. Como bien lo dijera Rosario Castellanos en su carta de renuncia al Centro Coordinador de San Cristóbal de las Casas. “Hoy se premia a los logreros”  Pero también hoy, como siempre la postura crítica de Salomón de deja escuchar, haciendo las valientes denuncias de siempre a favor de los derechos indígenas. La tradición de crecimiento y cambio en las concepciones teórico metodológicas y para una práctica de transformación para el establecimiento de una relación consecuente entre los pueblos indígenas, el Estado y la sociedad nacional se ha roto y el hilo conductor sentado por Gamio, Caso, Aguirre y Nahmad, pretende hacerse desaparecer con la velocidad de los intereses del poder por el poder. Por eso la importancia, la vigencia del pensamiento y de la experiencia y de Salomón a quien seguimos considerando como el principal heredero de esa escuela de Antropología Aplicada y a quien se le sigue consultando para la configuración de las políticas públicas para pueblos indígenas. Por eso le agradecemos su generosidad, la entereza de sus convicciones a pesar de la injusta represión recibida y la oportunidad de compartirlo desde los compromisos de contribuir a mantener a nuestro país con las características de la diversidad y con el ejercicio de la interculturalidad.  * Amigo, discípulo y compañero de andanzas en su intervención durante la ceremonia de reconocimiento del  maestro Salomón Nahmad Sittón realizada el miércoles 29 de junio del 2011 en el Centro Cultural Santo Domingo  
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