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La obra del poeta Alí Chumacero, vigente a 93 años de su natalicio

Sábado 09 de julio, 2011.
11:48 am
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Heriberto BLANCARTE L/Conaculta Oaxaca, México.- El barroco, el romanticismo, el simbolismo, son sólo algunas corrientes en las que los estudiosos de la poesía de Alí Chumacero han tratado de ubicar a los numerosos textos que constituyen su obra, a la que en vida él mismo definió como un armario de ropajes variados y de distintos colores.      Su primera obra publicada, Poemas de amorosa raíz, apareció en 1940 en el primer número de la revista Tierra nueva, publicación donde el autor también realizó numerosos trabajos de crítica sobre artes plásticas y literatura.      Nacido el 9 de julio de 1918 en Acaponeta, Nayarit, Alí Chumacero fue un ávido lector desde su niñez. Afirmaba que su padre nunca se opuso a su oficio de escritor y, por el contrario, se sentía orgulloso.  "Mi padre tuvo una biblioteca que no llegaría ni a 100 libros, no leía casi nada. Había adquirido la biblioteca verde famosa de José Vasconcelos y me la regaló. Era un hombre con ciertas aspiraciones culturales, pero que en el pueblo donde vivía no había posibilidad de ampliarla gratamente, abundantemente. Compraba libros por medio de un periódico, El Universal, los compraba porque los ofrecían con descuento y se los mandaban a la casa”, recordaba el poeta en la entrevista publicada en el libro Vencer el tiempo.      Alí Chumacero llegó a la Ciudad de México en 1938 para continuar sus estudios, adquiriendo una gran experiencia en el oficio de editor y tipógrafo. Desarrollaba a la par su trabajo como crítico de literatura y arte ganando poco a poco un espacio en el ámbito cultural.      Sus artículos se publicaron en suplementos culturales como la Revista Mexicana de Cultura, México en la cultura y Cultura de México, donde también dio a conocer ensayos literarios que se destacan por no seguir cánones académicos.      Poco después ingresó al Fondo de Cultura Económica como corrector de pruebas, donde también ocupó cargos como la gerencia del Departamento Técnico y la Gerencia de Producción, en donde se destacó como editor y pasó a formar parte del Consejo Editorial.      Varios libros de las colecciones Breviarios, así como de Lengua y Estudios Literarios, fueron detalladamente editados por el poeta, al igual la Colección Letras Mexicanas, donde participó en la recopilación, la tipografía, la corrección de pruebas y la impresión.      Alfonso Reyes, Mariano Azuela, Gilberto Owen, Juan Rulfo, Julio Torri, Efrén Hernández y Xavier Villaurrutia son algunos de los autores cuyas obras fueron editadas por Alí Chumacero durante esos años, donde también se hizo famoso por su precisión y elegancia para escribir las cuartas de forros de numerosas ediciones.      A la par de su labor como editor, Chumacero nunca descuidó su trabajo como poeta, reuniendo la mayoría de sus obras en ediciones como Páramo de sueños, Imágenes desterradas, Palabras en reposo y Poesía reunida, entre otras.      “Lo hermoso de la poesía es que un verso puede ser muy expresivo por sí solo. Lo adecuado es que el poema sea una obra en la que una parte ayude a la otra, por ejemplo uno de mis poemas preferidos es Responso del peregrino, es un poema que plantea lo que es el amor, lo que es la vida, y lo que es la post vida, el más allá, y está hecho con mucho equilibrio, muy pensado, con mucha conciencia”, afirmaba Chumacero.      En algunas ocasiones el poeta dijo que fue la desolación la que se encuentra muy a menudo en su poesía, aunque afirmaba que poco tenía que ver con su vida, pues la existencia de un poeta es igual a la vida de un albañil o de un chofer, médico o abogado, es decir, se sufre de una manera u otra para llevar la existencia delante.      “De lo que hay que huir siempre es de la felicidad, la felicidad es una forma de la estupidez, los estúpidos son felices, son dichosos, sonríen como los angelitos que pintaba Esteban Bartolomé Murillo. No, no hay que ser feliz, hay que estar en la vida, estar en el mundo, peleando o bien, reflexionando o discutiendo, corriendo o jugando: hay que estar vivo, pero la vida no es dicha”, mencionaba.      Alí Chumacero recibió en vida numerosos reconocimientos, entre los que sobresalen los premios Xavier Villaurrutia, el Alfonso Reyes, el Nacional de Lingüística y Literatura, el Amado Nervo, el Nayarit, el Nacional Ignacio Cumplido al Oficio de Escritor, el Ramón López Velarde y Nezahualcóyotl, entre otros.      Los largos años que el poeta dedicó a cimentar el Centro Mexicano de Escritores dan fe de su vocación como docente. Fue ahí donde sus alumnos recibieron un rico programa de estudios para aprender el oficio de escritor.      “Uno escribe cuando el resorte está preparado, uno no toma el lápiz para inventar, sino que se viene preparado. No siempre es fácil comprender cuando se presenta ese resorte. Quizá por eso mi poesía es difícil de entender, a veces ni yo la entiendo”, menciona Chumacero en Vencer el tiempo. También afirmaba que los contemporáneos fueron los poetas que le ayudaron a entender la poesía, sobre todo Xavier Villaurrutia y José Gorostiza.      “Gilberto Owen fue también un gran poeta, yo prologué su primera edición. Por otra parte, Novo no me atrajo tanto, aunque es un buen poeta, ahora ya está medio olvidado. Pellicer no me entusiasma, es un poeta superficial, aunque muy bueno, que a mí no me guste no quiere decir que no sea un gran poeta, es más bien el poeta que no revela lo hondo de sus emociones. Sabines es también de esa línea, por eso la gente en general lo entiende, no es como yo, que tengo diez lectores, Sabines tiene 500 mil, es natural, lo cual me parece bien”, mencionaba Chumacero.      Y agregaba: “El poeta es por definición un hombre que ha llegado a los infiernos. En parte para ir definiendo, separando, apartando las diferentes formas de considerar el espíritu. Al sumergirse en una experiencia, se encuentra con realidades muy adversas. La experiencia del poeta no hay que juzgarla desde un punto de vista moral. Hay poetas que no son el infierno, que son el purgatorio y algunos, que son los más tontos, creen estar en el paraíso”.
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