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El mundo al revés/ A Víctor Yodo

Martes 12 de julio, 2011.
02:01 pm
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    A Víctor Yodo,  secuestrado por el Ejercito mexicano en 1978.    Víctor TERÁN Oaxaca, México.- Treinta y tres vueltas completas ha dado la tierra al sol desde que el gobierno, a través del Ejército, arrebató a Juchitán, al Istmo, a uno de sus hijos más visionario y  más tenaz en la lucha por la justicia y la democracia. De por sí, cuando el gobierno ve amenazado sus intereses (de seguir en el poder y enriquecerse con las ventas de los recursos del país, y de favorecer con leyes a modo a los dueños de las tierras, de las empresas y del dinero) acude a la práctica de la persecución, del encarcelamiento, asesinato o desaparición forzada de los hijos dignos de México. Aquí en Juchitán ocurrió con Che Gorio Melendre, envenenado en 1850; con José F. Gómez, acribillado a balazos cerca de Matías Romero en 1911; con Adolfo C. Gurrión, asesinado en 1913 cerca de Santo Domingo Chihuitán; y el caso más reciente, el secuestro y desaparición de Víctor Yodo en 1978. De 1970 al 2000, fueron  desaparecidos más de 500 luchadores políticos, cuyos familiares siguen esperando justicia por parte del Estado mexicano. El gobierno del cambio, que se autonombra, una y otra vez, nos repite que los asesinatos y desapariciones políticos fueron en el pasado, y que hoy tal práctica bárbara no existe. Sin embargo, hoy, no nada más existen los asesinatos y desapariciones forzadas, sino también los delincuenciales: allí están los 40 mil muertos y los diez mil desaparecidos, de la guerra de Felipe Calderón por la construcción del monopolio del narcotráfico en México, allí está la detención y desaparición de los luchadores sociales: Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Cruz Sánchez en mayo de 2007, y la del profesor Carlos René Román Salazar en marzo de este año.   El asesinato y la desaparición política de personas ha sido y sigue siendo una práctica del Estado mexicano para reprimir y atemorizar a sus opositores, por eso, los responsables intelectuales y materiales de ayer y hoy de estos crímenes de lesa humanidad siguen en la impunidad. ¿Y el pueblo mexicano? La mayoría ha guardado un silencio bastante parecido a la estupidez. Sumergido en la miseria, que lo arrastra a la lucha lícita o ilícita por conseguir sus alimentos, y en la espesa niebla de la desinformación, olvida sus deberes con el otro, con la sociedad y la patria. Así vemos, que nos reunimos en los zócalos de las ciudades para festejar el triunfo de nuestro equipo deportivo favorito, o repetimos como perico, lo que los noticieros y líderes de opinión nos dictan desde los medios masivos de comunicación, aun a costa de nuestra desgracia. Por ejemplo, nos reunimos para gritar vivas al político en turno o al equipo favorito, pero nada decimos de las alzas constantes al gas, a la electricidad, a la gasolina y alimentos; comentamos en familia  o entre amigos, que el magisterio oaxaqueño nuevamente se fue a paro de labores afectando a los niños, pero nada decimos del criminal bombardeo televisivo de fomento a la comida chatarra o a la violencia, que envenena el cuerpo y la mente de la niñez mexicana. Este es el mundo al revés que decía el escritor uruguayo Eduardo Galeano: El mundo al revés nos enseña a padecer la realidad en lugar de cambiarla, a olvidar el pasado en lugar de escucharlo y a aceptar el futuro en lugar de imaginarlo. ¿Qué hacer para transformar esta realidad que a diario nos envenena, humilla y mata?             Necesitamos volver a empezar, pasito a paso, sin más escudos que nuestra inteligencia y corazón; hay que descubrir, crear e imaginar nuevos caminos. En Juchitán, debemos cerrar la hoja de la triste y vergonzosa historia de los líderes de la heroica COCEI; en el magisterio oaxaqueño, nos urge un recuento de hechos, para replantear con mayor certeza y potencia nuestras acciones, que pasan por la urgente necesidad de iniciar una campaña masiva de formación política y de formación de cuadros, así como crear novedosas estrategias de lucha que no lastimen al pueblo que somos. Para todo el mundo es más difícil vivir en la verdad que en la mentira, y esto sucede por el trabajo meticuloso y constante de la Televisión y demás medios, que deseduca a la población mexicana, arrojando al basurero el trabajo que el maestro realiza a diario en las escuelas; sin embargo, un maestro con conciencia de clase, de los que ya son pocos, debe redoblar esfuerzos, a fin de hacer la verdad y la claridad en nuestros pueblos, para organizarnos y luchar por un México más justo y democrático.

Solo la memoria, la organización y la lucha nos salvará. Trabajar de manera incansable por una sociedad más justa, plural e incluyente, es rendir el mejor homenaje a los caídos y a los desaparecidos, como el maestro juchiteco Víctor Pineda Henestrosa. ¡Vivos los llevaron, vivos los queremos!

  Víctor Terán,  11 de Julio de 2011
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