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Sin derecho a fianza/Iturbide y la Iglesia, verdaderos consumadores de la Indpendenci

Lunes 10 de octubre, 2011.
09:30 am
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Juan Manuel Alegría/Tercera Parte Oaxaca, México.- A la muerte de Hidalgo y Allende, José María Morelos continúa la guerra. Inteligentemente se percata de que la lucha frontal no es buena y opta por la “guerra de guerrillas”, lo que le dio muy buenos  resultados y le ganó el respeto de Calleja, a quien mantuvo ocupado durante cuatro años. La figura de Morelos atrajo a quienes serían los más importantes jefes de la gesta: a Nicolás Bravo, a su padre y a su tío;a Hermenegildo Galena, Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria y a Mariano Matamoros. En el Congreso de Chilpancingo, en noviembre de 1813, en 23 puntos Morelos estableció sus principios; en el último, pedía solemnizar el 16 de septiembre como aniversario “en que se levantó la voz de la independencia”. Tras la victoria de Oaxaca y Acapulco Morelos decidió tomar Valladolid, resguardada por el joven oficial Agustín de Iturbide. A pesar de su superioridad numérica, Morelos fue derrotado con lo que comenzó su declive. Ahí fue apresado Mariano Matamoros y fusilado en el acto. Al contrario de Hidalgo, Morelos no aceptó la dictadura que le pedían asumiera, al contrario, se mantuvo subordinado y rechazó cualquier título, excepto el de “Siervo de la Nación”. Tanta humildad fue errónea ya que se perdió mucho tiempo en alegatos de un congreso sin experiencia, que coartaba los movimientos de Morelos y que, al final, egoístamente le permitió que cubriera la retaguardia mientras sus miembros escapaban, lo que permitió la captura del más formidable jefe de la insurrección. El 5 de noviembre de 1815 Morelos escapturado, y el 2 de diciembre fusilado en Ecatepec. Nicolás Bravo se pone al frente del resto del ejército de Morelos y el Congreso le quita el mando. El general Mier y Terán disuelve el congreso y el movimiento de divide y dispersa; con ello prácticamente muere. La gente, que en grandes oleadas acompañara a Hidalgo, ya no acude. Guerrero en las montañas del sur o  Guadalupe Victoria en Veracruz, subsisten casi como gavilleros.  Será hasta principios de 1817 (15 de abril), con la llegada de Francisco Xavier Mina, que la guerra se reactiva. Con él viene unos de los grandes ideólogos dela independencia americana: fray Servando Teresa de Mier. La nueva llama dura siete meses, ya que Mina es fusilado el 17 de noviembre, y de ahí  ya se puede hablar de una paz que dura más de tres años, hasta que la Iglesia sea ofendida de nuevo. Y en España…  Mientras tanto, al otro lado del mar, el 18 de marzo de 1812 se había firmado la Constitución de Cádiz (influida por el pensamiento revolucionario francés). Proclamaba la monarquíaparlamentaria (reducía el poder del rey) con la garantía de los derechos del hombre; la libertad de prensa y abolía la Inquisición, pero calmaba al clero al declarar que la católica era “la única religión verdadera” por lo que no se toleraría ninguna otra. En América tendrían los mismos derechos pero, la sede del gobierno seguiría en España. Con la derrota de napoleón en 1814, Fernando VII regresa al trono. Los representantes del gobierno de Cádiz le hacen jurar obediencia a la nueva constitución. Los liberales de España y Américaestaban felices. Por supuesto, quienes se sentían libres no sabían que el monarca no quería ser constitucional. Fernando se rodeó de reaccionarios, al poco tiempo abrogó la constitución; arrestó o desterró a los liberales y restableció la Inquisición. Desde Londres los liberales mantenían una guerra de crítica y propaganda contra su mentiroso rey y en España la masonería y otros conspiraban para derrocarlo, incluso desde el ejército. Ese día llegó en marzo de 1820, cuando el coronel Rafael del Riego se pronunció contra Fernando y marchó sobre Madrid, y el gobierno cayó fácilmente. El perjuro monarca, se apresuró en jurar de nuevo la constitución de 1812. La junta de gobierno convocó a  Cortes, estas emitieron decretos contra el poder temporal de la Iglesia: supresión del fuero eclesiástico; reducción de los diezmos, abolición de las órdenes monásticas y de la Compañía de Jesús y la supresión de la Santa Inquisición. Y de este lado… En la Nueva España la Iglesia se puso grave. Acá, la Constitución de Cádiz se proclamó por segunda ocasión el 3 de mayo de 1820 (antes se había hecho el 30 de septiembre de 1812, pero, de hecho, nunca llegó a ponerse en práctica íntegramente). Ahora se anunciaba la venta de los bienes eclesiásticos y la reducción de los diezmos. El clero novohispano quedaría pobre. Los criollos conservadores, los peninsulares, el alto clero y la Real audiencia desean la independencia. Los liberales y los pocos insurgentes que quedan nada dicen. La oligarquía criolla estaba cansada de sufragar los gastos de España contra los franceses; por esa guerra el comercio exterior se redujo drásticamente. Por la gesta insurgente, la minería estaba en casi una tercera parte de su producción comparada con 1810;lade las haciendas andaba a la mitad, lo que también afectaba las finanzas clericales.  Por otra parte, las noticias del resto de la América española eran esperanzadoras, por todas partes los criollos suplantaban a los peninsulares en el poder.En 1816 se había proclamado la independencia de Las Provincias Unidas de la Plata (hoy Argentina); en 1818 la de Chile, y en 1819, en el congreso de Angostura, se creaba la República de Colombia. Al mismo tiempo, se creaba un nuevo poder: el del ejército. Se entenderá por qué los militares seguirán a Iturbide si se sabe que, desde 1812, comienzan allegar lastropas importadas de España, y es abierta la preferencia que se les muestra. Los altos cargos y los premios son para ellos relegando a los veteranos criollos. Para 1820, el descontento en el ejército realista es general. En noviembre de ese año, el clero usa su poder y un alto oficial, destacado por su crueldad contra los insurgentes: Agustín Cosme Damián de Iturbide y Arámburu es nombrado jefe del ejército para atacar a Guerrero. Después de la muerte de Morelos, el virrey lo había ascendido a comandante general de Guanajuato y Michoacán para acabar con las guerrillas. No obstante, las denuncias ensu contra señalaban que usabaal ejército para transportar mercancías y plata, que especulaba con terrenos y ganado; que vendía artículos para minería a precios elevados, que secuestraba mujeres, y era un extorsionador que controlaba los precios de sus productos y colocaba los suyos. Quien se quejaba era encarcelado o ejecutado. Los comerciantes pedían su remoción. Se había hecho rico. Fray Servando estimó su fortuna en tres millones de pesos. En abril de 1816, el virrey, Calleja lo suspendió, lollamó a la ciudad de México y lo dejó sin mando. Ahí conocería a la “Güera” Rodríguez, quien se haría su amante y gracias a sus relaciones amatorias, en cuya lista se incluía a grandes personalidades del gobierno y del clero, Agustín se encumbraría. Así, Iturbide entró al grupo del verdadero cerebro de la independencia: Matías de Monteagudo. Ahora la Iglesia estaba de acuerdo con Hidalgo y Morelos.  “La rebelión no propugna ninguna transformación social  importante del antiguo régimen. Ante las innovaciones del liberalismo, reivindica ideas conservadoras. Sobre todo se trata de defender a la Iglesia de las reformas que amenazan y a las ideas católicas de su ‘contaminación’ con los filosofemas liberales”, sostiene Luis Villoro. Después de tres escaramuzas contra Guerrero, donde llevó las de perder Iturbide, éste entró en tratos con el sureño. Guerrero cayó en el engaño.Iturbide publica el Plan de Iguala el 21 de febrero de 1821, que establecía la Independencia con aceptación de la religión católica “sin tolerancia de ninguna otra” (por supuesto, se garantizaban las propiedades y el fuero del ejército y el clero). Se dice que el pacto fue sellado en Acatempam; Francisco Martín Moreno afirma que fue en Teloloapan, “por el camino que conduce a Ecatepec”. El último gobernante de la Nueva España, Juan O’Donojúdecide, entenderse con Iturbide, y en la ciudad de Córdoba firman el famoso tratado. Agustín de Iturbide, espera hasta el día de su cumpleaños, y el 27 de septiembre de 1821, entra triunfal ala ciudad de México al frente del ejercito de “las tres garantías” (religión, unión, independencia). No hubo uniformes para los desarrapados que llevaban combatiendo más de diez años. Ni Guerrero, ni Bravo, ni Victoria, ni López Rayón forman parte de la Junta Provisional Gubernativa que legislaría mientras se formaba el Congreso Constituyente. ¡México por fin era libre! La junta la formaban 38 miembros de la aristocracia, O’donojú, un obispo, dos canónigos, cinco eclesiásticos, cuatro marqueses, dos condes, doce ex funcionarios del virreinato, ocho militares realistas y tres grandes terratenientes. Al parecer nadie se acordó de nombrar a un defensor del pueblo. ¿Y los insurgentes primigenios? Ni sus luces.  En una paradoja de la Historia, la Independencia se logra casi como la Conquista, donde gracias a los indígenas que odiaban a los azteca, estos son derrotados fácilmente. La patria estaba entregada ahora a las mismas fuerzas por las que se deseó la independencia. Nada, nada había cambiado para el pueblo. Estaba el escenario listo para el primer imperio mexicano con Agustín I, segunda Alteza Serenísima y”Generalísimode Mar y Tierra”.
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