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Cambio climático, afecta patrones de cultivo en México

Jueves 05 de enero, 2012.
03:07 pm
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Oaxaca, México.-En las últimas décadas, las modificaciones en la temperatura y en las precipitaciones pluviales han comenzado a transformar los patrones de cultivo en algunas zonas del territorio mexicano, sobre todo en la región central, advirtió Rebeca Granados Ramírez, investigadora del Instituto de Geografía (IG) de la UNAM. Ello se debe, en gran medida, a que ha habido un cambio de uso de suelo, lo que propicia una variación en los elementos del entorno y en el clima, dijo. Hasta el momento, los más afectados son granos básicos, como el maíz y el frijol, pues la mayor parte de los productores mexicanos disponen de tierras de temporal, donde se cultivan, principalmente, estos dos últimos, comentó. De temporal implica que los campesinos y agricultores no cuentan con semillas mejoradas, herramientas tecnológicas, invernaderos o mallas de árboles para evitar vientos fuertes o contrarrestar la variación climática. En los últimos años, estas áreas de cultivo, así como los artículos de primera necesidad para el mexicano –maíz y frijol–, han registrado reducciones importantes en sus rendimientos. En los casos de la agricultura de riego y hortícola, no se observan tantas afectaciones, porque cuentan con tecnología de punta y concentran un porcentaje menor de productores. La también integrante del Sistema Nacional de Investigadores nivel I, reconoció que por ser los dos granos referidos insumos indispensables en el hogar, su situación pone en riesgo la seguridad alimentaria del país. “La baja en sus rendimientos ha propiciado que se compren al exterior mayores cantidades, lo que conlleva el riesgo generar más dependencia de las importaciones”. Al respecto, citó el caso de Oaxaca, donde hasta hace unos años los campesinos tenían rendimientos de alrededor de 800 kilogramos de maíz por hectárea, pero las cosechas recientes han dado apenas 400 ó 500. “El análisis que se hizo determinó que en los últimos tiempos se han presentado sequías más severas. “Si bien la cantidad promedio en México en la producción de ese cereal es de hasta 3.5 toneladas por hectárea, y 800 kilogramos es una cantidad muy baja, los agricultores se conformaban porque se complementaban con otras actividades, pero bajar a 400 ó 500 es preocupante”. Granados Ramírez y su equipo de colaboradores realizan un estudio en el Estado de México, pues por la ampliación de las zonas urbanas se ha registrado un cambio importante en el uso de suelo, del agrícola al urbano; además, la construcción de grandes extensiones de carpeta asfáltica ha modificado el clima local, lo que ha mermado los rendimientos. La agroclimatología En los últimos años diversos ecosistemas, entre ellos los agrícolas, se han tornado más sensibles a las variaciones regionales y globales del entorno. Por ello, la universitaria se ha dedicado al estudio de la agroclimatología, ciencia que estudia la influencia que tienen los factores climáticos en la producción del agro. La información no es suficiente para planificar las actividades, sobre todo ahora que las modificaciones de sus elementos tienen impacto en diferentes sectores económicos; por ello, es necesario el cálculo de indicadores que puedan relacionarse directamente con el desarrollo de cultivos. La evaluación del clima en forma de índices ha tomado un fuerte impulso, porque permite un diagnóstico amplio del comportamiento regional de sus elementos. Así, este tipo de análisis cobra significado dentro de la planeación, y su aplicación contribuye a asegurar la eficiencia de las zonas, minimiza riesgos y maximiza la cantidad y calidad de las cosechas. La agroclimatología, indicó Granados Ramírez, permite comprender la influencia que tienen la temperatura y las precipitaciones en la producción. Una vez caracterizado el espacio con base a los indicadores, se garantiza la utilización racional de este conocimiento en la toma de decisiones. Conocer la frecuencia, duración y distribución de la lluvia y factores del clima, permite proponer medidas de adaptación, como la introducción de cultivos alternos que se adapten a los requerimientos ecológicos actuales, y plantear la movilidad fenológica de los ciclos, entre otros aspectos. Recientemente, se realizó una investigación en la zona norte de Guanajuato, donde se analizaron los elementos para ofrecer a los productores alternativas de cultivo. Se propusieron tres: amaranto, girasol y nopal. El primero, para consumirlo como harina o atole; el segundo no alcanzaría su pleno crecimiento, pero sería ideal como forraje, así como el último, que además es comestible. A partir de la creación de mapas, básicamente los que refieren el comportamiento de la temperatura, radiación solar, fenómenos hidroclimáticos y de riesgo climático, es posible obtener indicadores cardinales (umbrales máximos, mínimos y óptimos), necesarios para el desarrollo de las plantas. El conocimiento y evaluación del ambiente es de vital importancia para el uso y manejo de los recursos naturales, así como para la planeación de otras actividades; “un estudio de este tipo es base para iniciar o ampliar otras actividades agropecuarias y forestales”, concluyó.
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