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Georgina Meneses, versatilidad y sentimiento

Jueves 02 de febrero, 2012.
02:29 pm
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Oaxaca, México.- Nacida en Oaxaca; su sello distintivo es, sin duda, poner la versatilidad de su voz a desentrañar el enigma que implica ser medium de las emociones, mismas que hace sentir en boleros, sones, jarabes, la banda tradicional y el jazz. La de Georgina Meneses ha sido una vida de idilio con el canto; su sello distintivo es, sin duda, poner la versatilidad de su voz a desentrañar el enigma que implica ser medium de las emociones que desata la belleza de la naturaleza -la que evoca su incomensurable tierra-, el misterio de la vida, el amor, la fiesta, el orgullo, el desamor, la nostalgia, la ausencia... en fin, esa inmutable ‘jaula de la melancolía’ en la que tarde o temprano se encierra un mexicano y que Geo ha hecho sentir en boleros, sones, jarabes, la banda tradicional y el jazz.  Con instrucción en danza clásica y teatro, pocos sabíamos que los inicios de su aventura artística los dio pegada al piano en el Conservatorio Nacional de Música; ahí tiempo después hallaría la vereda de su camino -el canto-, de la mano del maestro Manuel Peña. Necia, -diría ella; para nosotros, autogestiva-, Geo ha sido artífice de su buena estrella, ya sea cerrando los círculos de las circunstancias que la han puesto sobre el escenario, como los que ahora la tienen como productora de sus discos y presentaciones en vivo. El resultado: ocho discos cuya calidez intepretativa y arreglos musicales han trascendido la identidad nacional para arrebatar suspiros en España, Italia, Manila, Filipinas, Estados Unidos, Centro y Sudamérica. “Lo mío es la expresión del lenguaje de la emoción de mi alma. Pienso que mi misión en esta carrera de vida y artística, es invitar de alguna manera a los que me escuchan a que también extiendan sus alas y vuelen conmigo desahogando sus emociones y sentimientos. Eso sentí desde la primera vez que canté: parece que es mi alma la que conecta con la gente que me escucha”, apunta Geo, como preludio a un ejercicio de autoevaluación que desenrrollará la madeja que la ha puesto a cantar la vida. YO, CANTO. EL LLAMADO DE LA VOZ “Aprendí a cantar en el vientre de mi madre porque siempre escuché su voz melodiosa, no precisamente arrullos sino canciones que le tocaron el alma. Crecí rodeada de música y arte; así me enamoré cada vez más de la idea de expresarme por algún medio artístico: primero quise ser bailarina clásica, luego estudié piano en el Conservatorio Nacional de Música pero sufría mucho cuando iba a dar algún concierto... era claro que no estaba a gusto. Un día, ya en secundaria, hubo un concurso de canto y quise participar. Había compañeras y compañeros que cantaban bonito y muy bien, ni mi madre pensó que ganaría; la sorpresa fue que gané y ahí percibí algo diferente: en el canto yo volaba, no estaba en este plano; era una sensación de libertad inmensa, y no quise dejarlo más”.  CREAR UNA IDENTIDAD VOCAL “He tenido la suerte de tener maestros muy buenos, el primero a quien le debo mi desarrollo vocal es a Manuel Peña porque supo qué hacer con mi voz. La hizo crecer nota por nota. Yo soy mezzo y me explicaba mis zonas de luz y oscuridad; como el trabajo de mis graves en la zona media. Desde Oaxaca venía al DF a la clase cada lunes, ida y vuelta. Me grababa y transcribía todas las clases, estudiaba lo que hacía para llegar con algo nuevo por superar. Fue un trabajo de orfebrería, tal cual. El maestro Peña, además, me enseñó otra cosa bien importante: a respetar a otros cantantes y valorar las demás voces. Un día se acabó la clase y me dijo, ‘ahora sí Geo, puedes estar segura de que tienes una voz que vale’, yo estaba sumamente orgullosa porque fue el fruto de mi trabajo”. “No olvido que hay que cuidarla: estudio todos los días, vocalizando, teniendo una lógica, como el atleta hace su rutina de calentamiento. Aprender a conocer mi cuerpo, ubicar dónde están los lugares donde debo emitir la voz; identificar para qué te sirven los dientes, para qué el paladar; de dónde sale el agudo... Saber que no se canta con la garganta sino que es una cuestión de aire, de usar tu cuerpo como caja de resonancia. Recientemente conocí a Marlon Saunders, un cantante neoyorquino que vino a dar cursos de canto, y trabajé con él mi zona de agudos, me llevó más arriba y abajo de donde he trabajado y más abajo. Entendí que yo, por ejemplo, siempre ubicaba la cuestión de la voz adelante del cuerpo y no necesariamente, me puso a identificar lo que pasa en la zona del cuello, los omoplatos, toda la espalda que es una zona de emisión muy importante”. “La fuerza interpretativa pareciera que es nata, pero no. Hay que encontrar las conexiones que te permitan ser tú cuando cantas. Hay un punto en el que, quien canta o interpreta, es un medium entre el compositor y el músico, eso es lo que yo quería ser en mis discos: darle voz a la obra de los compositores, llegar a ellos, tocarlos, eso me obsesionaba, ¿cómo ligar las anécdotas de sus vidas a mi forma de cantar?”. Luego añadir que se tiene que vivir intensamente, percatarse del dolor y la alegría que hay alrededor de uno; eso ayuda a entender el preciado regalo que es cantar y hacer que lo que está oscuro se llene de luz; ese es el motivo por el cual canto. Poder abrazar con emociones positivas y esperanzadoras estar en este mundo pese a todo lo que ocurra. También se suma aquí la preparación mental, como te programas y cómo combates los mitos en torno al canto; y luego, la preparación espiritual, con esa se vive todo el tiempo. Cuando uno se consideara artista se puede decir lo que quieras, pero siempre dejando algo positivo que sirva a la humanidad”. CAJA DE RESONANCIA, VOZ EN MADUREZ “Al principio me movía a cantar el arrebato. La Geo de mi primer disco (Porque así tenía que ser) era muy soñadora, diría yo hasta crédula, pero también tanía mucha fortaleza y sabía lo que quería. Imagínate para buscar a Omar Guzmán y que me hiciera un disco, sin saber siquiera quién era yo. Esa fuerza es la que me movía. Tenía incertidumbre sobre cómo expresarme. Estos discos me han permitido pulir mi voz, hasta el punto de decir, ‘esta es Geo, con virtudes y desaciertos, y lo unico que me interesa es expresar lo que siento con veracidad, desde el fondo de mi corazón’. Se debe llegar a ese punto espiritualmente, a aceptarse. Es lo que esta carrera me ha enseñado: ensayar la humildad porque a trevés de ella es cuando más puedes recibir”. MÚLTIPLES RESONADORES, DISCOGRAFÍA FUNDAMENTAL Porque así tenía que ser. “En este disco quise viajar al tiempo en que mis padres se enamoraron; qué canciones se cantaban, con cuáles se reconciliaron, qué anécdotas de familiares coincidian con estas emociones. Boleros de los años treinta como “Dos gardenías”, “Presentimiento”, “Que te vaya bien”, “Ternura” de Mario Ruíz Armengol; vaya, hice un viaje sumamente amoroso en el que cada canción juega con el amor y la manera de enamorarse; sin duda son las canciones con las que sé fuí concebida. Uno de los primeros ejercicios interpretativos de conexión personal, con arreglos clásicos del bolero”.  Hasta hoy estoy contigo. “Con éste inicia mi obsesión por traer a este tiempo a los compositores oaxaqueños, en este caso Jesús ‘Chuy’ Rasgado. Con él nació esta vena como investigadora de localizar a los familiares vivos de los compositores y entender porqué fue un hombre comprometido en enseñar que tomaba la guitarra y se adentraba en las comunidades para enseñar música. Dejó una huella muy latente que pervive en toda Oaxaca. Para mí, fue todo un viaje por el istmo. Me llevó dos años, conocí a sus hermanos, pude tener objetos personales de él como las partituras, estar con su familia. De él me quedó un gran sentido del amor, pero sobre todo de entender, con certeza absoluta, qué es la melancolía, la nostalgía total, el arrebato, las lágrimas.. la ausencia, desde lo más profundo”. Ausencia. “Estaba trabajando un disco sobre Álvaro Carrillo y, literal, se cruzó Ignacio Fernández Esperón, ‘Tata Nacho’. Descubrí que muchos creían que era de Guadalajara o Guanajuato -hizo un trabajo con la Orquesta Típica y siempre salía de charro-, pero la gran sorpresa fue que era oaxaqueño. Tuve el mismo proceso que con Tata Nacho: amarlo a través de la voz de los que le sobreviven y tocar sus cosas -tengo los originales de su obra-. Él me llevó a explorar esta idea de que si podemos llorar y sufrir pero también podemos abrazar la vida con esperanza y fe. De él, canciones como “Ausencia”, “La borrachita”, “Adiós mi chaparrita”, “Boquita azucarada”, hicieron un disco maravilloso con arreglos de Omar Guzmán, con una fuerza melódica en el piano y el juego que se creó con las cuerdas (guitarra, violín, viola, bajo y contrabajo)”. De la farra y el dolor. “Mi homenaje a Álvaro Carrillo; de plano casarme con él, imaginarme el noviazgo, los malos ratos, las reconciliaciones, la boda y todo. Con Álvaro aprendí a cantar la pasión; él conocía todos los recovecos y secretos de quienes se atreven a caminar por el sendero del enamoramiento. También tiene los arreglos de Omar Guzmán y es de mis discos favoritos”.  Con todo el corazón. “Compartir con la Banda Filarmónica de Santiago Zacatepec, Mixe. De los trabajos que más me marcaron por el poderío y fuerza de su música; en cada uno de sus sonidos se expresa el sonido de la tierra. Es mucho poder lo que guardan estas comunidades en su cultura y tradición, su simple presencia llena de luz porque tienen todo este lenguaje ancestral. Habíamos hecho un concierto en el Zócalo de Oaxaca, pero quisimos llevar éste a una grabación porque la banda no tenía ningún disco y tiene más de cien años de existir. Lo hicimos interpretando a compositores que vivieron en Santiago como Robirosa, Chuy Rasgado, más una elección de sones y jarabes mixes. Es mi disco más tradicional con sus 32 impresionantes músicos”. Amuleto. “Con la complicidad de Pepe Torres como productor musical, este disco surgió de una serie de conciertos que dimos en Filipinas con canciones clásicas de nuestro repertorio popular. Es a piano y voz, y lo grabamos con invitados especiales como  Marco Durán en la guitarra y Joel Hernández en coros. Para mí fue un parteaguas, tanto por los arreglos musicales como por mi forma de interpretar: abordé las canciones de manera diferente, no era tan tradicional donde los músicos te arropan mucho. Los arreglos de Pepe tienen espacios, me dejaba sentir que la voz se desplazaba, siempre él atrás, cuidando muy bien sus armonías. Si marca un antes y después en mi carrera”. Dosis de placer. “Hay muchos compositores contemporáneos que me acompañaron desde la infancia y quise ponerles mi voz con un lenguaje musical distinto, que conectara con otra generación. Me refiero a compositores como Armando Rosas, Rafael Mendoza, el argentino Víctor Heredia, del que siempre digo que él dice lo que yo quiero expresar del mundo de hoy. Representar a la Geo que concibe la luz y la oscuridad, así la vida como la muerte, asumir que hay contacto con la humanidad en canciones como “Caen promesas”, “Aguacero”, “Síndrome de luz”, “Heridas”... Y tiene otra aventura en lo musical: más jazzístico metimos metales, coros, percusiones, batería, bajo, con la guía de Pepe Torres”.  Alma de México. “Su origen fue un concierto que di por invitación de la dirección de Cultura de Guanajuato para su programa Viva la Banda, dirigido por el maestro Juan Manuel Arpero, y que luego presentamos en el Festival Cervantino en la Alhóndiga de Granaditas con 180 musicos. Depuramos el repertorio y me puse a revisar versiones de esas que elegí en YouTube con cantantes como Miguel Aceves Mejía, Lola Beltrán, Lucha Reyes, Linda Rondstand. ¡Voces enormes! Y hay que subrayarlo porque tendemos a menospreciar lo nuestro y pensar que quien se dedica al canto popular no es tan grande, y no las ponemos en el nicho que deben estar pues son eje de la historia musical de nuestro país”. “No es fácil cantar lo nuestro como debe ser cantado; requiere de muchas facultades vocales. Explotar todo el rango vocal, desde la voz gruesa, fuerte, bravía y poderosa, hasta llegar a un falsete sutil, dulce, suave en la misma canción. Necesitas de una energía brutal, no sólo vocal sino también física, porque el canto es físico, es respiración, casi como hacer gimnasia”. “Es un disco muy valioso porque hemos tratado a la música mexicana con gran respeto. Los arreglos del maestro Arpero para banda son únicos, se grabó de manera análoga por la terquedad de Thierry Goethals en Estudio 19, y que le dio una calidez y sonido vivo fantástico”. “Además incluye tres regalos: la letra para el vals “Ensueño seductor” de Juventino Rosas que hizo la poeta Dolores Castro (contemporánea de Rosario Castellanos), los arreglos únicos con jarana, quijada y arpa de Celso Duarte para el tema “Cascabel”; y un cd de remixes que, por este poder que tiene la banda con toda la cuestión rítmica, nos acercaba a lo electrónico y a otros géneros como el balkan. En éste participan rockeros como Alex Lora, Jaime López y Armando Vega-Gil; y Djs y hip hoperos como Sergio Méndez, fue nuestra manera de llevar la obra de estos compositores a los chavos, porque si no saben quién es Álvaro Carrillo, José Alfredo Jiménez, mucho menos quién fue Manuel M. Ponce, y eso es perder conexión con tu identidad, con tu música. Hicieron un trabajo grato y de calidad. También se editó una versión económica del disco, para hacerlo más accesible en costos porque es muy triste que trabajas tanto para que la piratería lo denigre. Por primera vez nos apoya con la distribución Fonarte Latino y está a la venta en iTunes”. En más de una década de ‘jugársela’ en el ruedo que es la industria musical, son la perseverancia y el amor sus principales recursos, esos con los que ha podido establecer el vínculo con el que ha conectado su voz el público, ése a quien se entrega para mantener perenne la obra de los compositores que han forjado nuestra música popular, desde Tata Nacho a José Alfredo Jiménez; de Álvaro Carrillo a Rafael Mendoza; del pasado al presente. “Ser cantante es descubrirse a sí mismo en todos los sentidos: como ser humano y en el cuerpo que habitas. Por eso lo técnico es individual, no te pueden dar una clase de en grupo; físicamente hay singularidades porque somos diferentes. Por eso todas las voces son mágicas. Creo que lo que hacemos implica estar uno mismo con su cabeza porque la voz es única; es un regalo maravilloso”, concluye Geo.

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