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Alí Chumacero, determinante en la historia literaria de México

Lunes 09 de julio, 2012.
03:26 pm
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Oaxaca, México.- Escritor y editor, ensayista y poeta, el maestro Alí Chumacero llegó a considerarse a sí mismo un “obrero del libro”. Becario del Centro Mexicano de escritores y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, dedicó más de medio siglo a colaborar con el Fondo de Cultura Económica y con las letras mexicanas en general.

Su labor como corrector, tipógrafo, redactor y editor marcó de forma determinante la historia literaria de nuestro país al intervenir en publicaciones de autores como Juan Rulfo, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Juan José Arreola, Agustín Yáñez y Alfonso Reyes.

Este 9 de julio, Conaculta conmemora un año más del nacimiento del  “hombre de la carcajada”, como le llamara alguna vez su amigo Emmanuel Carballo, y es que para el maestro las reglas de nuestra existencia eran claras: “Lo importante es la vida y por lo que hay que luchar es por no ser feliz. Son felices los tontos. Una persona no tiene porque ser feliz, tiene que luchar, ver el mundo. La felicidad es la muerte. Hay que estar siempre contra la felicidad”, reflexionó alguna vez Chumacero.

Si bien fue un ateo declarado, nunca negó la influencia que tuvo la Biblia en su obra. “Yo me he formado mucho en las páginas de la Biblia, en particular en las del Antiguo Testamento. O, más concretamente, todos los libros del Antiguo y momentos del Nuevo. Ha sido esencial como afición de lectura y como oficio de escritura. He aprovechado ─me he fusilado─ muchas frases de la Biblia y las he disfrazado de tal manera que parecen y aparecen en mis poemas como mías. Esas frases reflejan mucho de lo que pienso de la estancia del hombre en la tierra y del destino del hombre, de la significación del mundo, del paso del tiempo y del más allá. Temas no de lo diario sino de lo imperecedero".

Escritor meticuloso y perfeccionista, era capaz de tardar un año completo en finalizar un poema. “Escribí siempre de noche. Redactaba el poema, corregía, lo pasaba en limpio, lo volvía a corregir. Puedo mostrar que un poema mío tiene hasta sesenta o setenta versiones corregidas. ¿Cómo los terminaba? Un poema no da más hasta que, leído en voz alta, el poeta cree que no le falta ni un punto ni una coma”, declaró en una ocasión ante el escritor Marco Antonio Campos.

Chumacero, un hombre cuya generosa aportación a las letras no se limitó a lo que él mismo escribiera, sino que abarcó también las muchas horas que pasó revisando la obra de cientos de autores.

Siempre tuvo claro que la importancia de su obra no radicaba necesariamente en lo extensa que ésta fuera y se mostró realmente modesto sobre su trascendencia. “He cultivado la poesía muy parcamente, sólo he publicado tres obras en las que he dejado la tristeza y la melancolía. Considero que fue suficiente para dar a conocer mi personalidad”, reflexionó sobre su obra poética.

Actualmente, el Conaculta tiene bajo su resguardo el acervo literario de Alí Chumacero, quien falleciera el 22 de octubre de 2010, en la Ciudadela: La Ciudad de los Libros y la Imagen. Se trata de 50 mil volúmenes que, a decir de Fernando Álvarez del Castillo, titular de la Dirección General de Bibliotecas, se encuentran acomodados por orden histórico, geográfico, cronológico y onomástico, para conservar el propio orden que el poeta tenía en su casa.

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