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Rogelio Sosa indaga compresión del arte sonoro y música contemporánea

Martes 23 de octubre, 2012.
02:34 pm
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Oaxaca, México.- La improvisación y el uso de instrumentos no convencionales son puntos de referencia que ayudan a comprender al arte sonoro, señaló el compositor e intérprete Rogelio Sosa durante la charla “Arte sonoro, música contemporánea y experimental”, realizada la noche de este lunes 22 de octubre en la Fonoteca Nacional del Conaculta.

En la sesión de escucha, Sosa destacó cómo son los procesos de creación de este tipo de expresiones, las cuales son irrepetibles, se contraponen a los cánones de las composiciones de concierto, pero que surgen como reflejo del desarrollo de la tecnología.

Mencionó que un punto de partida del género es el trabajo de John Cage, quien a mediados de la década de 1960 comenzó a experimentar con instrumentos y formas de composición distintas a la academia, pero que fue el desarrollo de la tecnología en décadas posteriores lo que contribuyó al surgimiento de un movimiento novedoso que desarrolló sus propias características.

Sosa detalló que los músicos que dieron forma a esa escena, que no estaba en los estudios de grabación de las universidades o las estaciones de radio, sobre todo en países europeos y en Estados Unidos, comenzaron a preocuparse más por la “performatividad” de sus composiciones y por los elementos que suceden de manera espontanea.

Otro aspecto destacado por el experto, fue el de la autogestión de los músicos involucrados con este movimiento de arte sonoro, cuyo ejemplo más conocido es el trabajo del pianista estadounidense David Tudor, en particular su obra Rainforest, la cual contiene sonidos electrónicos derivados de resonancias propias de materiales físicos, no de instrumentos propiamente dichos.

En este caso, la pieza fue desarrollada con circuitos electrónicos hechos de forma casera que fueron colocados dentro de cajas de cerillos y latas de sardina, con los cuales produjo sonidos variados que dieron forma a la obra y que constituyen un antecedente del arte sonoro. “Un ejemplo de austeridad y autogestión”, dijo Sosa.

La contraposición de ese trabajo, lo representa el compositor Milton Babbitt, también estadounidense, quien, con el mismo sentido experimental, desarrolló en Harvard una serie de piezas para las cuales tuvo a su disposición cuartos llenos de aparatos para producir o grabar audio, pero en su caso estuvo sujeto a la relación con esa universidad.

Sosa destacó que estos autores trabajaron durante los años 50 y 60, por lo que representan el antecedente de lo que en décadas posteriores hicieron otros autores, con un perfil distinto en cuanto a su relación con las instituciones culturales que los apoyaban, para generar así un particular sistema autogestivo.

De este modo, el también compositor de arte sonoro, estableció los antecedentes de lo que en la actualidad muchos autores desarrollan en torno a este recurso expresivo: “así podemos destacar algunos aspectos básicos que se deben reunir en esta manifestación, como el uso de instrumentos no convencionales, más aún, casi cualquier cosa que pueda producir un sonido puede ser integrado.

“En otro sentido, está la forma de cada obra, que es irrepetible, hecha en vivo y en la que el factor del error es visto como algo necesario para su desarrollo, es decir, cuando un autor trabaja en una pieza de arte sonoro –por eso no es una composición musical– inicia con una idea básica, con la cual se sabe que se llegará a algún lugar, pero en el proceso las cosas pueden ser muy distintas, irse por cualquier otro camino”.

Rogelio Sosa destacó también que los puristas del género han establecido que el arte sonoro no debe ser grabado, sus presentaciones sólo pueden ocurrir en vivo y, por tanto, son actos irrepetibles; aunque el desarrollo de la tecnología ha comenzado a cambiar estos marcos referenciales, pues brinda la oportunidad de grabar y de difundir las piezas de arte sonoro de manera muy amplia.

Otro elemento es la autogestión, que va acompañada del uso eficaz de mínimos recursos para el desarrollo del arte sonoro, “es decir, quienes nos expresamos de esta manera, buscamos siempre obtener el mayor provecho de los recursos que tenemos a la mano, como por ejemplo, el uso de la distorsión que producen los micrófonos cuando se saturan.

“Varios autores de arte sonoro han dado muestras de las posibilidades expresivas de este recurso, pues basta con acercar un micrófono a la bocina a la que esté conectado para lograr un tipo de audio que no se consigue de ningún otro modo, con ningún otro instrumento, cuyo resultado nos ayuda a cumplir con este propósito de crear una obra a partir del audio”.

Resaltó que con esta plática, lo que él mismo busca es ayudar a difundir este medio de expresión y, al mismo tiempo, fomentar su comprensión, “pues sin referentes previos de lo que el público va a escuchar, es muy fácil que sea mal interpretado y, por tanto, generar un rechazo a la pieza. Así que espero que este recorrido ayude a lograr una mayor apreciación de este arte”.

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