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Monte Albán, 25 años de Patrimonio Cultural

Miércoles 12 de diciembre, 2012.
04:27 pm
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Oaxaca, México.- Junto con Palenque y Teotihuacan, la Zona Arqueológica de Monte Albán, en Oaxaca, fue inscrita hace 25 años en la Lista de Patrimonio Mundial, por sus valores universales excepcionales; hoy es un modelo a seguir para el resto de sitios prehispánicos mexicanos que forman parte del listado de la UNESCO, no solo por la conservación y estudio de sus edificios, sino por el involucramiento de distintos actores en la preservación de su patrimonio. [caption id="attachment_188979" align="alignleft" width="256"] Lápidas de la Galería de los Danzantes. Diseño de la galería: Página web con fotos de Héctor Montaño y SINAFO / INAH.[/caption] Las actividades conmemorativas por el primer cuarto de siglo de Monte Albán en dicho listado internacional, dieron comienzo este lunes 10 con un encuentro de directores de sitios prehispánicos que tienen la categoría de Patrimonio Mundial otorgada por la UNSECO, quienes discutirán sobre los alcances de los planes de manejo en este tipo de zonas arqueológicas. El evento, inaugurado por la doctora Nelly Robles, coordinadora nacional de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y Eloy Pérez Sibaja, delegado de la institución en Oaxaca, continuará este martes con la apertura de tres exposiciones y un recorrido por el conjunto monumental de Atzompa, recientemente abierto a la visita pública, así como un acto conmemorativo en la urbe zapoteca. La doctora Nelly Robles García, quien impulsó hace 14 años un primer plan maestro para Monte Albán, hizo hincapié en que es el momento de aterrizar modelos de gestión adecuados a la realidad de cada uno de los sitios mexicanos Patrimonio Mundial. Robles García precisó que en los últimos años el INAH ha tratado de normar criterios para el buen funcionamiento de los planes de manejo de las zonas arqueológicas de Paquimé, Uxmal, Teotihuacan, Palenque, Chichén Itzá, Xochicalco y el propio Monte Albán. Por su parte el arqueólogo Miguel Ángel Cruz, director de Monte Albán, tras recordar que este sitio fue reconocido por la UNESCO el 11 de diciembre de 1987, destacó que uno de los factores importantes para la operación de esta zona arqueológica ha sido el trabajo conjunto del INAH con los tres órdenes de gobierno, las autoridades agrarias y  las comunidades de los municipios de Santa María Atzompa, San Pedro Ixtlahuaca, Santa Cruz Xoxocotlán y Oaxaca de Juárez. Una de las prioridades, dijo, ha sido la protección del área donde se asienta el sitio (más de 2 mil hectáreas), cercándola con una malla ciclónica que actualmente cubre más de 90 por ciento, en total 35 kilómetros. Hoy en día se protege con esta medida la parte poniente de la zona arqueológica,  hacia Santa María Atzompa, y se dialoga con miembros de Santa Cruz Xoxocotlán para asegurar los 5 kilómetros que restarían del perímetro. [caption id="attachment_188981" align="alignright" width="300"] Exploraciones de Alfonso CAso en la esquina sureste del Edifcio D, 1932.[/caption] Desde 1932, año en que el arqueólogo Alfonso Caso descubrió la Tumba 7, uno de los hallazgos más importantes de la antigua Mesoamérica, Monte Albán ha sido investigado sistemáticamente, siendo la exploración y puesta el valor de Atzompa —labores emprendidas en 2007 por la doctora Nelly Robles—, una de las iniciativas que en últimas fechas pone en relieve la extensión de la antigua ciudad zapoteca. “Las excavaciones en Atzompa, uno de los núcleos de Monte Albán, ha brindado una mayor perspectiva o detalles del desarrollo cultural de los zapotecos, hablamos de una ocupación de la ciudad (Monte Albán) que va del año 500 antes de Cristo al 850 después de Cristo, cuando la urbe se consolida como tal, con una traza urbana y conjuntos monumentales que llegaron a albergar a 35 mil habitantes en una extensión de dos mil 78 hectáreas”, explicó Miguel Ángel Cruz. Como parte de un programa especial dentro del Plan de Manejo de esta zona arqueológica, este año se realizaron 16 salvamentos y rescates arqueológicos en distintas áreas del sitio, con el apoyo de estudiantes de Arqueología de la Escuela Nacional de Antropología e Historias, y de las universidades autónomas de San Luis Potosí y de Zacatecas, así como la Veracruzana. [caption id="attachment_188983" align="alignleft" width="300"] Exploraciones en el templo de las Columnas.[/caption] Esto, anotó el arqueólogo Cruz, “ha permitido resguardar tanto espacios habitacionales, como ceremoniales. Una de las áreas donde estamos prácticamente todo el año es en El Paragüito, en Santa Cruz Xoxocotlán, como medida de salvaguardia ante el crecimiento urbano; en este lugar existe una plaza definida por tres montículos, edificios de cinco a siete metros, de tipo ceremonial-administrativo”. El Plan de Manejo de Monte Albán, documento rector en el que se vierten todas las acciones, estrategias y procesos de la zona arqueológica, ha sido un referente para otros modelos operativos implementados en sitios también Patrimonio Mundial, como Teotihuacan, Chichén Itzá, Uxmal o Xochicalco. A través de las áreas de mantenimiento, protección, jurídica, conservación, investigación y difusión, se ha impulsado el conocimiento del sitio prehispánico entre propios y extraños. Por ejemplo, desde 1998, cuando comenzó el programa para convertir a los niños de las comunidades cercanas en “custodios” de Monte Albán, han participado aproximadamente mil 200 infantes. El factor ambiental es otra de las vertientes que contempla el Plan de Manejo, de manera que en el sitio zapoteco se han efectuado tareas de reforestación, con la plantación de alrededor de 17 mil árboles de especies endémicas, como el pochote, jarilla, pájaro bobo, palo negro, tepehuaje y guamuchil. También, en el vivero de la zona arqueológica se reproducen anualmente ocho mil árboles que son regados, al igual que las áreas verdes, con las aguas que pasan por la planta de tratamiento con la que se dotó al sitio. Asimismo, además de personal de Monte Albán, comunidades y autoridades agrarias reciben capacitación en la atención de incendios forestales. Todo esto, destacó el arqueólogo Miguel Ángel Cruz, ha hecho exitoso el manejo de la Zona Arqueológica de Monte Albán, pues genera alianzas con los habitantes de las poblaciones cercanas, siendo corresponsables en su protección y conservación, caso del recién abierto museo comunitario de Santa María Atzompa, que resguarda las colecciones descubiertas en este sitio. Como parte de la celebración del XXV aniversario de Monte Albán, se inauguraron las exposiciones: Pinturas Artísticas de Monte Albán, realizadas por participantes del Programa Patrimonio Mundial en Manos Jóvenes (UNESCO); Regresando a Danibaan, que reúne la impresión de seis artistas jóvenes sobre este sitio; y otra más que da cuenta del tallado de máscaras en San Pedro Ixtlahuaca. La primera de ellas permanecerá durante este mes en la zona de acceso de Monte Albán y después será expuesta en la Zona Arqueológica de Atzompa. Las dos restantes continuarán en exhibición hasta abril de 2013 en el Museo de Sitio de Monte Albán, y en el espacio adjunto a la sala de audiovisuales. Arquitectura de tierra en sitios Patrimonio Mundial El ciclo de conferencias con motivo de los 25 años de la inscripción de Monte Albán en la lista de la UNESCO, sobre el manejo en sitios de Patrimonio Mundial, comenzó con la intervención del doctor R. Brooks Jeffery, director del Drachman Institute, quien abordó el ejemplo de Casa Grande, en Arizona, Estados Unidos, que conserva importante arquitectura de tierra que data de 1350 d.C., testimonio de la presencia de la cultura hohokam en este territorio, y la cual ha tratado de preservarse mediante distintas técnicas desde 1891. Esa zona arqueológica que fue la primera en ser designada como tal por el Gobierno de Estados Unidos, en 1892 —sentando así un precedente para otros sitios del oeste de ese país—, es operada a través del National Park Service con apoyo de un programa de la Universidad de Arizona para la conservación del patrimonio. Esto bajo una perspectiva que contempla a las edificaciones como parte de un gran paisaje cultural que, para su conocimiento y sustentabilidad, requiere de la participación de distintos agentes sociales.
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