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Me gustan las palabras sin traducción fácil: Ignacio Bosque

Domingo 17 de marzo, 2013.
09:19 am
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Oaxaca, México.- En plena guerra entre liberales y conservadores, con un gobierno en constante peregrinaje por la persecución de sus enemigos políticos, hace siglo y medio, el 6 de septiembre de 1860, el presidente Benito Juárez proclamó en la ciudad de Guanajuato las Leyes de Reforma, cuyo propósito principal era separar a la Iglesia del Estado y consolidar la Independencia de México.

         El político liberal, conocido como el Benemérito de las Américas y quien es recordado por la frase célebre: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, logró concretar en México las Leyes de Reforma expedidas entre 1859 y 1860.

         De acuerdo con Clementina Díaz y de Ovando, investigadora emérita de la Universidad Nacional Autónoma de México, “las conmemoraciones del Bicentenario de La Independencia y el Centenario de la Revolución no deben hacernos olvidar que la promulgación de las Leyes de Reforma mantiene significación trascendental en el ser de México. Fue el 12 de julio de 1859 […] cuando el presidente Benito Juárez, en plena lucha con los conservadores promulgó la primera de estas leyes, la que prescribe la nacionalización de los bienes eclesiásticos”.

         En comentarios al estudio jurídico (publicado por la UNAM, el año pasado), 150 años de las Leyes de Reforma 1859-2009, del doctor Fernando Serrano Migallón, Díaz y de Ovando afirma que para este historiador estas leyes implicaron una prolongación de la lucha a favor de la Independencia.

         “Con ellas el país alcanzó libertad plena, así como una auténtica identidad nacional. La reflexión de Serrano Migallón --añade la investigadora-- es también pertinente porque haber promulgado la separación de Estado y la Iglesia y haber establecido el laicismo como principios inviolables, ha cerrado para siempre las puertas a cualquier intento de dar marcha atrás en lo alcanzado.

         “Añadiré --dice la investigadora universitaria-- que el laicismo no es contrario a las creencias y prácticas religiosas. En realidad como lo expresaba la Ley de Cultos, también de la Reforma, se abre no sólo al catolicismo, sino a cualquier otra religión”.

         Las Leyes de Reforma, inician con la relativa a la nacionalización de los bienes del clero (12 de julio de 1859), continúan con la ley del matrimonio civil y la Ley Orgánica del Registro Civil (23 de julio y 28 de julio del mismo año, respectivamente). Pocos días después, el 31 de julio, se emite el decreto que establece el cese de toda intervención del clero en los cementerios y camposantos.

         El 11 de agosto de 1859 el gobierno juarista decreta que los funcionarios públicos deben dejar de rendir pleitesía a los clérigos y fiestas católicas, ya que prohíbe la asistencia de aquéllos a las "funciones de la Iglesia". Y la del 4 de diciembre de 1860, que estableció la libertad de cultos.

         El poeta y político, Guillermo Prieto, ministro de Hacienda de Juárez en Guanajuato, quien salvó la vida del presidente  en Guadalajara anteponiéndose a su persona y gritando: “Los valientes no asesinan”, cuando el conservador Filomeno Bravo había dado la orden a soldados de disparar contra Juárez, señaló: Las Leyes de Reforma tienen una elevación tan grande como la Constitución; Leyes de Reforma, por naturaleza misma de las cosas, se han incrustado en la Constitución, se han hecho permanentes en ella, se han hecho de tal manera inviolables y grandes, que nosotros no podemos hacer variaciones en ellas si no es con el peligro de resucitar la guerra civil. (Discursos Parlamentarios y Cívicos).

         En un discurso pronunciado el 9 de mayo de 1861, ante el Congreso de la Unión, el presidente Benito Juárez expresó: "El gobierno, que, desde que residió en Guanajuato, procuró la reunión del Congreso sin poderla lograr por circunstancias superiores a la voluntad de los representantes, no pudo sacrificar la sustancia a la forma y se determinó a ejercer la facultad legislativa en cuantas materias era necesario. Así lo reclamaron las Legislaturas de varios estados y de éstos no ha habido uno solo que no haya ocurrido al Ejecutivo pidiéndole medidas que importaban la facultad de legislar, facultad que autorizaban las circunstancias y que hacían indispensables las vicisitudes de la contienda y facultad de que el Ejecutivo anhelaba desprenderse ante la representación nacional. (Benito Juárez, Pensamiento y Acción).

         El doctor Fernando Serrano Migallón, en 150 años de las Leyes de Reforma 1859-2009, afirma: “Es sobre todo, en torno a la Reforma liberal, que hemos construido no sólo los monumentos históricos más férreos de nuestro pensamiento, sino también las más sórdidas leyendas negras; se trata pues, de un tiempo aparentemente olvidado, que se toca con pinzas y con una extrema delicadeza, como quien teme despertar fantasmas y demonios que hacen mejor quedándose en silencio; porque si bien es cierto que es a partir del movimiento juarista que los mexicanos alcanzamos identidad constitucional, jurídica y estatal, también lo es que hay aspectos de ese momento que no alcanzamos a solventar, a liquidar como problemas y que nos da miedo enfrentar y finiquitar para siempre.

         “En el futuro, cuando hayamos madurado todavía más estos conceptos podremos ver en Juárez y en los hombres de la Reforma, no como enemigos de una creencia, sino como portadores de la fe en el desarrollo de las personas, en sus libertades y en su capacidad de convivencia. Una lección que todavía hoy nos hace falta recordar”, concluye el historiador.

 
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