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Cirila Sánchez, una historia de lucha por la equidad de género

Miércoles 03 de abril, 2013.
04:18 pm
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CIMAC
Oaxaca, México.-Tras un homenaje en la sede  de su partido, el Revolucionario Institucional,  Cirila Sánchez Mendoza,  partió a su última morada entre el reconocimiento de sus cpompañeros por haber sido la protagonista de la histórica apertura a espacios políticos  para la mujer indígena de Oaxaca y México
 A continuación una semblanza, realizada por CIMAC Noticas en 2010 a esta valiente mujer oaxaqueña,  quien falleció el martes,  a los 61 años de edad, tras una prolongada enfermedad y que hasta el último  día de su exitencia luchó contra canones machistas que obstaculizan la equidad de género en el país.
Hoy que las coaliciones hacen su aparición en la esfera política mexicana recordemos que son muchos los grupos sociales que no han sido reconocidos, ni tomados en cuenta en la conformación de las Cámaras legislativas como son los grupos indígenas y entre ellos las mujeres, por ello hoy recordamos a Cirila Sánchez, primera legisladora indígena en Oaxaca.
En 1983 Cirila Sánchez se convirtió en la primera legisladora indígena en Oaxaca por la LII Legislatura y con ello se dio un paso más para el avance por el reconocimiento de los pueblos indígenas, Cirila no es la única que ha ocupado una curul en la Cámara de Diputados, pero si es la primera mujer.
Su arribo como diputada no fue un favor o una prebenda otorgada a su pueblo. Tuvo que pasar por muchos obstáculos para alcanzar ese lugar.
Como muchas de las indígenas que aspiran romper con la tradición de quedarse en la comunidad, Cirila migró para poder estudiar.
Sus padres Rosa Elia y Moisés decidieron que la futura diputada estudiara, así que a los nueve años de edad la enviaron a San Miguel Panixtlahuaca, un municipio ubicado a cuatro horas a pie de Santa Cruz, el pueblo que la vio nacer. Alejada de su familia y añorando a su abuelo don Ildefonso regresaba a su pueblo siguiendo a la gente de su comunidad.
Al regreso de la escuela, trabajaba en las labores de la casa para pagar su estancia en el plantel educativo. Sus padres insistían en que Cirila debía estudiar así que la mandaron a Santa Catarina Juquila, cabecera de distrito, ubicado a cinco horas a pie.
Ahí sirvió como asistente doméstica de un matrimonio conocido de sus padres. Antes de acudir a la escuela dejaba el desayuno listo y la casa limpia, Cirila apenas contaba con 10 años de edad. Fue en ese lugar donde se percató de que para las mujeres era muy difícil estudiar y más cuando se era indígena.
Al ver que la vida de Cirila era dura, su madre Rosa Elia y su padre Moisés hablaron con ella para que se regresara, pero ella ya había decidido que terminaría de estudiar y pidió quedarse ya no con los conocidos de sus padres sino con una vecina de ellos dedicada a la panadería quien le advirtió no tener un sitio para ella. Cirila dormía en el tejaban de la panadería.
Logró descansar en una cama trabajando duro desde las cinco de la mañana vendiendo pan, para después ayudar a vender la leche y finalmente a las nueve ir a la escuela, regresar y ayudar en la casa.
Al terminar la primaria se trasladó a casa de su tía Salustía en Oaxaca, donde sólo pudo ingresar a una escuela de paga para cursar la secundaria. Para ello, Cirila trabajó de galopina en los restaurantes de los portales.
En ese lugar se enteró de la formación del Instituto de Investigación e Integración Social del Estado de Oaxaca (IIISEO). La institución estaba destinada a ofrecer alternativas de desarrollo para jóvenes que hablaran alguna lengua indígena, y Cirila aprovechó la oportunidad. Estudió para promotora cultural bilingüe, con equivalencia de secundaria. De vuelta en Santa Cruz, su casa, a los 18 años de edad, Cirila era una de las mujeres “más letradas” de la comunidad.
El IIISEO le ofreció una beca para la carrera de técnica de Auxiliar en Promoción Social”. El propio Consejo la apoyó con una carta al Instituto solicitando una beca para esta indígena que mantenía –y mantiene- su lengua materna: el chatino.
Durante tres años, Cirila aprendió “de todo un poco”. A los 23 años de edad, Cirila regresó a Santa Cruz ya tenía un empleo en el Programa Nacional de Castellanización.
En poco tiempo ascendió a la Dirección Regional de Educación Indígena de Juquila, “sin nombramiento, ni la remuneración correspondiente para no herir susceptibilidades. De dicho cargo, fue expulsada por levantar 500 actas de abandono de trabajo a los profesores que solo asistían a la comunidad dos veces por año.
Más tarde, participó con su comunidad para evitar la tala de madera y con su apoyo se deslegitimaron los contratos de las compañías que saqueaban los recursos naturales de los pueblos indígenas. A pesar de las amenazas Cirila acompañó a su comunidad en la lucha.
Por su trabajo en la comunidad y la confianza sembrada entre autoridades y la gente, un partido político le propuso la candidatura a diputada local en 1983.
De esta manera, Cirila Sánchez Mendoza se convirtió en la primera mujer indígena chatina en ser diputada local de la LII Legislatura para el periodo 1983-1986, la única entre 24 diputados, número que componía entonces al Congreso local.
Mas tarde, en el trienio 1989-1991 se colocó como diputada federal y en de 1994 a 2000 como senadora de la República. Su gestión se caracterizó por el arduo trabajo a favor de las comunidades oaxaqueñas, sobre todo en aquellas donde el abandono marcaba la vida de las personas.
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