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Despiden a la dramaturga y marionetista Mireya Cueto

Sábado 27 de abril, 2013.
02:48 pm
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Oaxaca, México.- En una tarde cargada de recuerdos, nostalgia y misticismo, en donde anécdotas festivas de la vida de Mireya Cueto aparecieron para dejar al descubierto su lado divertido, creativo, sensible y rebelde, amigos, titiriteros, familiares y funcionarios dijeron adiós a la escritora, dramaturga y marionetista Mireya Cueto (Ciudad de México, 3 de febrero, 1922) fallecida este viernes 26 de abril a las 9:00 horas en la Ciudad de México a causa de un derrame cerebral.

Su cuerpo fue velado la tarde de este viernes en la Sala 1 del velatorio del ISSSTE de San Fernando.

Acompañado de una fotografía que retrata la mirada delicada y sonrisa inconfundible  de Mireya Cueto, rodeado de flores blancas y cubierto por un rebozo naranja, el féretro de la dramaturga fue rodeado por más de 30 personas que se reunieron para dar el último adiós a la amiga entrañable, a la maestra, a la compañera de aventuras, a la mujer que encontró en el teatro de títeres un estilo de vida, una forma de existir.

Con un minuto de aplausos, que inundaron la  sala del velatorio, el féretro de metal color gris, que contenía el cuerpo de Mireya Cueto -el cual retrataba de forma perfecta la sencillez que siempre caracterizo a la marionetista-  fue acompañado por cantos gregorianos, dando inicio al emotivo adiós.

Abrazos entrañables entre viejos amigos, lágrimas y charlas cargadas de anécdotas emotivas, fueron el marco de este velorio en donde además de su hijo Pablo Cueto, se dieron cita amigas íntimas de la escritora; Susana Ríos Szalay, actual coordinadora Nacional de Desarrollo Cultural Infantil, Alas y Raíces del Conaculta, Beatriz de María Campos y Gabriela Rodríguez Vizcarra.

Pero también amigos entrañables: Luis Moctezuma, Juan Jiménez Izquierdo y Rodolfo Ríos Zertuche; Juan Meliá, coordinador Nacional de Teatro del INBA y Marisa Giménez Cacho, subdirectora del Programa de Teatro para Niños y Jóvenes del INBA.

Pablo Cueto, hijo de la marionetista dijo que la muerte de su madre es una enorme pérdida para la gente que hace teatro, “ya que el teatro no es el teatro, es la gente que lo hace”.

Reveló que el mayor aprendizaje que le heredó su madre es ser rebelde, coherente y trabajar. Y añadió que la mayor aportación de ella al mundo del teatro “es el siempre tratar de innovar, buscar cosas nuevas y constantemente explorar”.

Marisa Giménez Cacho, subdirectora del Programa de Teatro para Niños y Jóvenes del INBA, consideró que la partida de Mireya Cueto generó un sentimiento de nostalgia ya que fue una gran humanista y persona culta “que formó parte de una estirpe de mexicanos que ya no hay, de esa gente comprometida con el país, con su trabajo y con claridad de lo qué hay que hacer y para qué hacerlo”.

Añadió que Cueto fue una mujer muy congruente a lo largo de toda su vida, “gente que heredó la mística de que había que trabajar por México y para los niños”, y que además dejó un grupo de alumnos y de personas a las que les heredó “el gusto para trabajar con los títeres, por y con los niños”.

Para Juan Meliá, coordinador Nacional de Teatro del INBA, el fallecimiento de la marionetista representa una gran pérdida para el teatro mexicano, “pero lo que ahora debemos hacer es seguir aplaudiendo, velar por el teatro y el campo de los títeres todos los días, ya que eso es  lo que ella nos enseñó hacer”.

Luis Moctezuma, amigo íntimo y más próximo a Mireya Cueto, desde hace más de 40 años, comentó que la muerte de la escritora a sus 91 años es una gran pérdida para el teatro guiñol, pero principalmente para el teatro para niños.

“Vivió para los niños de México y con un gran amor para nuestro país. Su mayor aprendizaje fue el que debemos de tener amor por México y a los niños”, dijo Luis Moctezuma.

Y añadió  que habrá un homenaje en el Palacio de Bellas para la escritora, pero que todavía no se tiene la fecha.

Beatriz de María Campos -amiga cercana a Cueto también desde hace más de 40 años- habló sobre la esencia de la dramaturga, “una mujer brillante, honesta, que andaba en autobús, admiradora de Sor Juana y de Cervantes, que nunca quiso destacar y fue sumamente humilde para la cultura inmensa que tenía”.

Destacó que la actividad artística de Mireya siempre siguió las huellas de su padre y de su madre, “dos extraordinarios artistas que dieron enormes aportaciones al arte mexicano y que la educaron para ser una mujer humanista, que dominaba el francés y con alto grado de estética”.

En el evento también estuvo presente otro amigo cercano de la marionetista, el promotor cultural Juan Jiménez Izquierdo, quien comentó que con el deceso de Mireya se va la última titiritera que quedaba del grupo de oro del guiñol de Bellas Artes “y una de las mujeres más importantes en el arte de los títeres”.

“Ella nació con los títeres y tenía algo muy importante: siempre le abría la mano a la gente que quería hacerlos y les enseñaba sin cobrarles porque todo lo daba de corazón. Era una mujer tan comprometida y de tanta pasión y amor por los títeres, que incluso andaba perdiendo su casa por ser fiadora de muchos titiriteros”.

Dulce María Fernández Serrano, directora de la compañía Cabaret de Teatro y alumna de Cueto, acompañada de su títere “Chabela” dijo que el fallecimiento de Mireya representa una gran pérdida para el teatro en México, pero también representa la oportunidad de que los jóvenes que aprendieron de ella continúen con su legado.

Agregó que como alumna, el mayor aprendizaje que la maestra le dio fue “nunca estar triste cuando sucede algo, por el contrario, siempre seguir jugando y entregar el corazón.

“Nosotros debemos seguir reviviendo, recordando y honrando su memoria de forma valiente y con teatro de calidad. Estamos obligados, no a ponernos a su altura, porque son muchísimos años de estudio, pero sí a pegarle durísimo al trabajo para que no digan que estamos en peligro de extinción los titiriteros”.

El pintor, escultor y dibujante Rodolfo Ríos Zertuche, otro amigo inseparable de Cueto, destacó que las cualidades que identificaban a la dramaturga fue su autenticidad, su bondad y el ir siempre a contracorriente de los valores del poder, la fama y del dinero.

“Siempre decía que debemos ir por la vida con amor y pasión por el arte y la creación. Era una mujer generosa que cuando obtenía una beca inmediatamente la repartía entre los muchachos que trabajan con ella y siempre se quedaba sin un centavo. Eso fue no sólo con el dinero, sino con sus conocimientos y cariño”.

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