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Entrará el científico José Luis Díaz Gómez a la Academia Mexicana de la Lengua

Jueves 12 de junio, 2014.
02:26 pm
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Oaxaca, México.- José Luis Díaz Gómez, especialista en neurociencias, nunca se imaginó ser miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Sin embargo, este jueves ingresará a ese órgano colegiado, donde ocupará la silla VI, que antes tuvo el escritor veracruzano Miguel Capistrán.

“Realmente nunca pensé que podía yo ser candidato a la Academia Mexicana de la Lengua, porque no tengo la trayectoria, ni la especialidad que usualmente tienen las personas que están en la Academia, en este momento sólo somos tres científicos, de treinta y tantas sillas, la mayoría son del área de la creación literaria o de las humanidades, la historia, la filología, la lingüística. Sí me cayó completamente de sorpresa”.

[caption id="attachment_227767" align="alignright" width="300"]José Luis Díaz Gómez, especialista en neurociencias, nunca se imaginó ser miembro de la Academia Mexicana de la Lengua José Luis Díaz Gómez, especialista en neurociencias, nunca se imaginó ser miembro de la Academia Mexicana de la Lengua[/caption]

En entrevista con el Conaculta, Díaz Gómez apuntó que su candidatura fue propuesta por Ruy Pérez Tamayo, su profesor en Patología en 1962, con quien comparte una relación cercana y quien además, será el que responda su discurso de bienvenida.

El especialista ha centrado sus investigaciones en el campo de la psicobiología, un término que reconoció, “ya no se usa tanto, pero que a mí me gusta”, el cual estudia las bases fisiológicas y biológicas de las actividades mentales y del comportamiento, hoy en día definido como neurociencia cognitiva.

Junto con Ruy Pérez Tamayo y Julieta Fierro, señaló que en la Academia Mexicana de la Lengua tendrá la encomienda de revisar cuestiones especiales en el campo de la ciencia, como es la terminología científica que se incorpora al lenguaje común, así como la dictaminación de los libros de texto de primaria, en materias como Biología.

Me ha causado muy buena impresión que la Academia Mexicana de la Lengua tenga la idea de que debe haber científicos en ella, y también con un perfil especial, hay científicos mejores que yo en México, pero yo aparte de la investigación y publicación en revistas especializadas internacionales, me he preocupado por publicar libros en castellano, no sólo de divulgación, sino ensayo, de reflexión y demás, de las materias que me interesan, esa es la razón por la que estoy ahí, aseguró Díaz Gómez.

Con alrededor de ocho libros y 146 artículos publicados, el científico apuntó que su labor al interior de la Academia ya comenzó, pues ya llevó a discusión a las sesiones de Palabras, el término flotel, que define a los hoteles flotantes de Pemex en las plataformas petroleras, el cual ya se ha empezado a popularizar y que podría ser incorporado al Diccionario de Mexicanismos en la próxima edición.

Consideró que lo más interesante de la Academia Mexicana de la Lengua es que funciona como un órgano colegiado, donde “los problemas que surgen son tratados entre todos, son muchas cabezas muy diversas las que piensan, eso es muy interesante, escritores de la talla de Eduardo Lizalde y Vicente Leñero o de las ciencias sociales como Miguel León Portilla o Roger Bartra, gente muy destacada que al suceder algún problema, dan visiones muy diversas y las acciones se toman en consenso o sea, es un cuerpo colegiado multidisciplinario y democrático”.

Y es que la lengua, reconoció, es muy dinámica y la Academia Mexicana tiene una actitud contemporánea acerca del lenguaje, a diferencia de la Real Academia Española, cuyo diccionario era “una especie de dictador de lo que es el lenguaje, lo que debe ser y las palabras, cuáles son las que circulan y las que no deben circular y más aún, qué significan las palabras”.

“Al lenguaje nadie lo legisla, nadie lo posee, nadie lo puede asegurar desde ningún punto de vista, la labor de la Academia es simplemente estar al tanto de los términos y las expresiones que acontecen, incorporarlas, en realidad el que genera esto es el pueblo, el pueblo hablante”, advirtió.

Y es que, dijo, hay términos que cunden en tan sólo unos meses, como los llamados memes, cuya difusión se parece a una infección, son virus lingüísticos que pegan en la población, como los rumores y ahora hay palabras nuevas, que se dan fuera de la Academia, la cual debe estar atenta a estos fenómenos sociales para registrarlos y reflejarlos.

Además de estas cuestiones en torno al lenguaje, el investigador comentó dos retos a los que se enfrenta la Academia. Uno, el desbalance que hay entre hombres y mujeres, toda vez que hay menos de 10 mujeres académicas, lo cual ya comenzó a cambiar, pues quedó vacante una silla y las candidaturas propuestas fueron para mujeres.

Por otro lado, dijo, “la mayor parte de nosotros somos gente mayorcita, yo tengo 71 años, elegir a una persona de 70 años a la Academia no garantiza mucho tiempo, uno de mis antecesores, Pedro Romero de Terreros, tuvo la silla casi 50 años, murió a los 80, fue electo a los 30 para poder estar tanto tiempo y eso está muy bien, en el futuro se debe elegir gente más joven, que tenga mayor tiempo de estancia y que conozca más íntimamente a la Academia”.

La ponencia de ingreso, que Díaz Gómez leerá este jueves en el acto protocolario que lo acreditará como miembro de la Academia, se titulará La naturaleza de la lengua, donde abordará, desde el punto de vista de las ciencias naturales, cuáles son las bases evolutivas, conductuales y cerebrales del lenguaje.

Destacó que los animales tienen una comunicación compleja, pues por ejemplo, los monos verdes de África tienen tres voces de alarma, una para las águilas, otra para los leopardos y una más para las serpientes. Ante cada una, la reacción es diferente: si es de águila, los monos se tiran al suelo y se esconden y si es para serpientes, se suben a los árboles.

Por ello, señaló el especialista, estas voces funcionan como palabras pues “distinguen objetos, transmiten información y desarrollan conductas adaptables a los términos que indican, pero la pregunta es ¿son palabras o no son palabras?, yo  creo que falta un pasito, que el que da la voz de alarma tenga la intención, lo que es más difícil de probar”.

También abordará problemas de lingüística, neurolingüística y las bases cerebrales del lenguaje, pues hoy en día, gracias a las imágenes cerebrales por resonancia magnética se sabe que los verbos y los sustantivos, involucran redes neuronales diferentes.

Para Díaz Gómez el reto de la neurociencia del lenguaje está en el significado. “Cómo es que comprendemos las palabras, un sonido tiene un significado que es comprendido por un escucha, pero cómo sucede eso. Tiene que ver con la conciencia, con el procesamiento de información del cerebro, no en módulos particulares, sino en la red completa de todos los módulos que intervienen en el procesamiento del lenguaje”.

La hipótesis que plantea, dijo, es que el significado no involucra zonas particulares del cerebro, sino un tipo de enlace que no conocemos aún, pues la actividad cerebral adquiere forma de una parvada de pájaros, para darle sustento a la conciencia y al significado de las palabras.

Para esta ponencia, Díaz Gómez destacó que entre el 70 y el 80 por ciento de sus referencias bibliográficas están en español, para darles crédito a los colegas que trabajan en este campo y que hacen traducciones. “Nosotros tenemos un lenguaje que es el segundo o tercero más extenso del mundo y tenemos tradición científica que hay que recuperar y proteger”.

El especialista señaló que además de pertenecer a la Academia Mexicana de la Lengua continuará con sus investigaciones. Por un lado con el trabajo experimental donde colabora con diferentes equipos, aportando ideas e interpretaciones de los resultados y en su labor teórica, analizando problemas de la conciencia, el lenguaje y temas como la neurología de la música.

Estos tópicos, dijo, tienen un ingrediente teórico y filosófico, eso me chifla, la base filosófica de la ciencia, y en ese contexto recordó que en 1960, con el profesor Dionisio Nieto, quien llegó en el exilio español, descubrió su gran pasión: el problema mente-cuerpo y su relación.

Descubrir cómo la mente se acopla con el cerebro, es el tema que ha intrigado a Díaz Gómez, aunque reconoció que se trata de un “problema que no creo que vaya a ver resuelto, no sé si sea soluble”.

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