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4 iniciativas que desafiaron a los poderosos

Viernes 17 de julio, 2015.
03:00 pm
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Oaxaca, México.-El ciberactivismo ha crecido a la par que las redes sociales y ya cuenta con varias victorias en México. En Change.org computan entre 2 y 4 peticiones que se cumplen cada mes. Hay algunas que representan cambios colectivos y otras meramente individuales. Unas que se resuelven en 6 meses y otras en apenas unos días. Hugo Lamas, un estudiante de arquitectura de 23 años del Instituto Tecnológico de Monterrey en Aguascalientes, logró también gracias a las firmas que la Secretaria de Infraestructura y Comunicaciones del Estado incluyera una ciclovía y árbolado en la rehabilitación de una de las principales avenidas de la ciudad. Aunque todavía no se ha materializado las autoridades se comprometieron a incluirlo a los tres días de la petición. El Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación José Fernando Franco pidió disculpas públicamente por comentarios discriminatorios contra los niños con discapacidad dos días después que se impulsara la petición en change. taleacastro2“Es la lógica de la visibilización. En la medida en que le hagamos saber a un gobierno que el mundo les está viendo es cuando se pueden frenar las atrocidades. Las victorias tienen que ver con eso, cuando las instituciones o las empresas se ven expuestas suelen aceptar”, explica  Ana Laura Lozano, Coordinadora de Campañas para Change.org en México. El activismo digital no está peleado con otras movilizaciones tradicionales como marchas, paros o bloqueos. “No es inútil una marcha en si misma como tampoco lo es conseguir firmas. El punto es que haya un impacto, que genere debate, diálogo, que ponga temas en la agenda pública para que se consigan”, concluye Lozano desde change.org. Internet también ha servido para la organización social como en el caso del movimiento #Yosoy132 o para protegerse de la violencia extrema como en Tamaulipas, donde la red social Twitter sirvió de sistema de alertas anónimas sobre incidentes al momento.

El talento indígena que combate la violencia con educación

Cristóbal García Jaimes es el creador del acelerador de partículas más barato del mundo. Tal vez usted no sepa qué es eso, pero su televisión tiene uno incorporado. Los aceleradores de partículas sirven para experimentar con los componentes de la materia y también tienen usos prácticos en tecnologías médicas como la cirugía laser. Cristóbal no siempre tuvo siquiera televisión. A sus 19 años no ha tenido una vida fácil. Originario de San Miguel Totolapan, uno de los municipios más conflictivas del país y cuna de la plantación de amapola más grande de América, donde la violencia ha hecho huir a muchos de sus pobladores. El padre de Cristóbal también lo hizo pero por otros motivos. Desde los 11 años el muchacho tuvo que trabajar para ayudar a su madre, con una enfermedad renal que requiere diálisis, y sacar adelante a sus dos hermanos pequeños. Pero nunca dejó los estudios. Ahora no cumple todavía los 20 años y tiene más de 40 reconocimientos. El último, el Premio Nacional de la Juventud 2014, que otorga el gobierno mexicano a jóvenes de hasta 29 años. Se lo ganó con el acelerador de partículas, que ahora quiere usar para explicar ciencia a los niños de su municipio. Este es el objetivo de Ciencia sin Fronteras, la organización social que él mismo creó en octubre, después de recibir el premio. De momento apenas ha podido llevar libros recogidos en donaciones. Y es que pese a las becas que se ha ganado gracias a su talento y esfuerzo, Cristóbal trabaja de velador para costearse sus estudios de física en la UNAM. Él ha recuperado la llave de la movilidad social que se diseñó antes del embate del neoliberalismo en nuestro país. Pero no quiere ser un caso extraordinario: “Un joven que estudia es un soldado menos para el narcotráfico y uno más para el desarrollo de la nación”, asevera convencido. San Miguel Totolapan es uno de los 608 municipios con un nivel alto de rezago social, con condiciones de marginación similares a las de países subsaharianos. Y la violencia tiene mucho que ver con la desigualdad en el acceso a recursos y oportunidades.  Un estudio del Banco Mundial realizado en 2014 en México demuestra que un aumento de un punto porcentual en el Coeficiente de Gini (índice de desigualdad) a nivel municipal se asocia con un aumento de cinco muertes por cada cien mil habitantes en el municipio. Y el efecto es mucho más alto para aquellos relacionados con el narcotráfico: un crecimiento de diez homicidios de este tipo por cada cien mil habitantes.

Los pueblos que desafiaron a Slim

Si el hombre más rico del mundo, Carlos Slim, aumentó sustancialmente su fortuna al tener el monopolio de la telefonía mexicana, ahora 19 comunidades de Oaxaca la democratizan al sostener las primeras redes autónomas de telefonía celular en el mundo. Talea de Castro fue la primera. Este municipio zapoteco, enclavado en lo alto de la Sierra Juárez en Oaxaca, vive por encima de las mismas nubes y ahora también está más allá del gigante de las telecomunicaciones. Talea no entra en la clasificación del Coneval de municipios más rezagados. Pero ni para Telmex ni Telcel habían sido una prioridad. Pese a las demandas durante décadas de los pobladores y otros municipios vecinos, Telmex solo había instalado en esa región serrana algunos teléfonos satelitales para cumplir con la obligación legal de dar interconexión a todo el país. Pero estos teléfonos son escasos y caros. La normalización de la telefonía celular tampoco les había beneficiado. Los zapotecos de la sierra Juárez como los tzeltales de la selva lacandona o tantas otras zonas parece que no son rentables para el gigante de las telecomunicaciones americanas, por lo tanto no tienen derecho a comunicarse vía telefónica. Según el último estudio de Telecomunicaciones de México (Telecomm – Telégrafos), en 2012 había 19.2 millones de mexicanos que no tenían acceso a cobertura de telefonía celular. Ello significa que 16% del total de los mexicanos carece de cobertura de telefonía celular en las zonas donde vive, situación que coloca a México como el penúltimo país de América Latina, solo antes de Belice. Mapa de la cobertura 2G de Telcel en México. // Foto: Tomada de Telcel.com. Foto: Tomada de Telcel.com.Mapa de la cobertura 2G de Telcel en México. Como millones de mexicanos, hasta 2013, los taleanos no podían llamar al doctor si tenían alguna urgencia, requerían bajar hasta Oaxaca para hacer trámites que podían hacer por teléfono y hablar con sus hijos migrantes en la costa oeste de Estados Unidos, costaba 15 pesos el minuto. Ahora en cambio, son dueños de su propia red celular y con un aparato cualquiera y una cuota mensual de 40 pesos pueden hacer todas las llamadas locales que quieran sin costo. Y el mismo minuto de conversación a Estados Unidos ahora les cuesta 16 centavos y las llamadas a Oaxaca cuestan menos de un peso al minuto. “El mantenimiento es porque son usuarios y dueños de su propia red. A cada uno de los 19 pueblos que hemos llevado la telefonía el pueblo es el dueño comunal, ellos costearon la tecnología, aprendieron a manejarla y ahora tienen el control y la soberanía de su infraestructura comunicativa”, explica Peter Bloom, el ingeniero detrás de la iniciativa. Bloom encabeza la organización Rhizomática que se encarga de la instalación a petición de los pueblos. “Es algo muy cómodo y que se adapta a las necesidades de la comunidad”, afirma Alejandro López, secretario de la sindicatura de Talea de Castro. Las primeras llamadas fueron muy emocionantes, representaron un cambio total para su cotidianidad, pero sobretodo volvieron tangible su derecho a la comunicación. Tradicionalmente hemos entendido la comunicación como un servicio, como un bien privado que contratamos, pero en un mundo interconectado poder formar parte es un derecho humano. Rizhomática se ajusta a la realidad de las comunidades que la ocupan, tiene un impacto real en la economía de la gente pero sobretodo demuestra que la telefonía no es un sistema complejo sino que con una antena y transmisor base, una computadora y una red de internet —que en la sierra Juárez llega por pequeñas empresas oaxaqueñas que la suben a través de red microondas— se puede tener acceso. El municipio registra cada celular nuevo y les otorga un número de identificación propio y está listo para usarse. Ahora los vecinos de la sierra Juárez ya están a solo un marcaje del resto del mundo. Legalmente consiguieron que la reforma en telecomunicaciones reconociera las concesiones sociales del espectro telefónico y las 19 redes locales como están reconocidas. Como ellos cualquier municipio que no tenga cobertura telefónica puede organizarse y, al margen del oligopolio que maneja la telefonía en el país, construir su propia red.

Asegurarse el empleo en mejores condiciones laborales

En el país con el salario más bajo de América Latina hay muchos quijotes que luchan contra los molinos de las malas condiciones laborales como los 45 socios de la Cooperativa Tepepan. Hace 30 años eran parte de la empresa Refrigeradora de Tepepan, S. A. de C. V., una paraestatal de procesamiento del pescado nacional que llegaba desde los pescadores locales, uno de los sectores más maltratados del país, ya que no tienen siquiera los programas que reciben los agricultores. Después de 4 años de presiones laborales, en diciembre de 1989 cerraron la empresa, de la noche a la mañana. “Sí había mucha corrupción” reconoce Gelasio Rojo, uno de los socios de la cooperativa. En aquel momento 76 familias decidieron conformar la Cooperativa  de Trabajadores  de Productos del Mar Tepepan, S. C. L., que se constituyó  en 1990 al validar la opción  de  compra  preferencial, a partir de su liquidación de diferentes bienes  propiedad de la empresa paraestatal, lo que les dio la capacidad para  iniciar a trabajar como cooperativa. Desde entonces llevan 25 años autogestionándose. Dijeron adiós al sindicato, ese que ahora inaugura estatuas de su propio líder, y aprendieron a ocupar todas las responsabilidades del negocio. Trabajan en una bodega del antiguo mercado de pescado de La Viga, en la Ciudad de México y en otro almacén en la delegación Miguel Hidalgo. Y surten el pescado a los hospitales públicos y otras instituciones como la Universidad Autónoma Metropolitana. La diferencia del que gana más y el que gana menos es del 10%, versus el 3050 por ciento que hay de diferencia promedio entre los trabajadores mejor y peor pagados del país. Georgina es una de las asociadas. Tiene 58 años y más de 30 en el mismo trabajo. Uno de sus hijos, de 25 años, con la prepa terminada y la universidad inconclusa trabaja en una fábricas de champú, sin especialización como el puesto que tiene Georgina en la cooperativa y gana poco más del salario mínimo, menos que su madre. “Nosotros tuvimos todas las prestaciones, trabajo permanente, ahora si no estudias está canijo. Por lo menos aquí nos aseguramos un trabajo digno”, concluye la mujer, ataviada con botas, guantes y bata blanca. Ya tienen un jubilado y otros socios fundadores se han quedado en el camino, pero ahora como estas 45 familias de Tepepan hay otras iniciativas similares que siguen adelante. Saliendo del almacén de La Cooperativa Tepepan se divisa el antiguo edificio de la refresquera Pascual, que ya cumplieron 30 años siendo sus propios jefes.

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