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Rescatan la lirica popular de Tierra Caliente

Miércoles 13 de abril, 2016.
03:16 pm
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Ciudad de México.- Los versos de San Agustín Victorioso, una de las manifestaciones lírico-musicales que datan del siglo XVI y que tuvo una fuerte relación con la tradición ganadera en la Tierra Caliente, están a punto de perderse debido a la desaparición de esta actividad económica en la región y al poco interés de los jóvenes por mantener esta tradición sonora. inahtierracaliente2En Los santos de valor. Huellas del pensamiento ganadero en la lírica de Tierra Caliente, libro de Juan José Atilano Flores, investigador y profesor de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), se aborda el papel que la ganadería ha jugado en la cosmovisión mestiza en esta zona del país. La obra obtuvo mención honorífica en el Premio Fray Bernardino de Sahagún como Mejor Tesis de Maestría en Etnología y Antropología Social en los Premios INAH 2013. Tiene sus antecedentes en el Coloquio de Música de Guerrero de 2010, donde el autor escuchó por primera vez el Son de San Agustín Victorioso, interpretado por el Grupo Regional de Ajuchitlán. La música y la lírica popular son referentes históricos y contemporáneos de la cultura ganadera que ha caracterizado la identidad calentana de los pueblos asentados a lo largo de la ribera del río Balsas. En el volumen editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se afirma que los versos de San Agustín Victorioso evidencian el cambio ontológico en la Tierra Caliente, producto del proceso de evangelización agustino en la región. Para el investigador de la Dirección de Etnología y Antropología Social del INAH, el discurso de los agustinos era diametralmente opuesto a la cosmovisión de los nativos, quienes se relacionaban con la naturaleza de forma horizontal, por ser el sujeto con el que interactuaban. Con la evangelización, la ganadería cambió por completo este trato: la naturaleza como sujeto se convirtió en propiedad, transformando el orden de lo existente en el mundo”. Los versos de San Agustín narran el arreo de ganado del monte hacia los ranchos donde será ordeñado y herrada la manada. La particularidad consiste en que los personajes que arrean y el ganado arreado se representan con insectos y animales. Los primeros son ponzoñosos: el alacrán, el jején y el mayate rodador; los segundos son guajolotes, cerdos y gatos, entre otros. Atilano Flores mencionó que los frailes agustinos, que evangelizaron en el siglo XVI la ribera del Balsas medio y la zona plana de Tierra Caliente, pensaban que el paisaje y la población eran un territorio dominado por el demonio, por sus múltiples animales ponzoñosos y un clima insoportable. Esta lógica del discurso y de la descripción del paisaje por parte de los agustinos es el fondo que explica la lógica de los versos de San Agustín Victorioso, configurando un pensamiento analógico, propio de la teología del siglo XVI, basado en la dicotomía domesticado-salvaje. “Haciendo la analogía, los frailes domesticaron la naturaleza y a los indios nativos para regresarlos al terreno de Dios. Hablando de esta dualidad, la ganadería es pertinente en el terreno de la domesticación”. En los versos, el personaje central de la lírica son los santos (San Vicente, Joaquín, Nicolás, entre otros), quienes a su vez representan también a los hacendados. San Agustín (de Hipona) es el hacendado y tiene vaqueros, ordena los arreos del ganado, organiza la monta de toros, hace el fandango, sabe montar sin estribo ni pretal, reparte sus propiedades y hace testamento en términos de la cofradía para apoyar a sus amigos y sus hermanos, los apóstoles. “De ahí proviene el nombre del libro”. En este contexto, las cofradías jugaron un papel muy importante, ya que gran parte de su capital, en el siglo XVI y hasta el siglo XVIII, era ganado que se compraba con dinero de los cuitlatecos, procedente de la venta de tejido de textiles, y se consagraba a los santos”. [caption id="attachment_315799" align="alignright" width="300"]Músicos tocando la cofradía de San Lorenzo. Abril de 2011. Foto Juan José Atilano Flores. Músicos tocando la cofradía de San Lorenzo. Abril de 2011. Foto Juan José Atilano Flores.[/caption] Esta música se interpretaba en contextos de fandangos de herraderos, pero tras la debacle de la industria ganadera en esa región calentana en los años setenta, se volvió parte del repertorio tradicional de la lírica popular. Es difícil saber si desde el siglo XVI a la fecha ha tenido variaciones, debido a que circula de boca en boca en las comunidades y en lo que eran las haciendas de Tierra Caliente. “Hoy los músicos que tienen más de 80 años tocan los versos de San Agustín Victorioso. Como se transmiten oralmente, los jóvenes que tocan música tradicional en la Tierra Caliente no saben de ellos (de las coplas), pueden tener la letra pero la ejecución musical no la conocen, y como carece ya de un contexto social, puede desaparecer”. Los santos de valor. Huellas del pensamiento ganadero en la lírica de Tierra Caliente puede adquirirse en las tiendas de los museos del INAH y en las librerías Educal. Se incluye un disco que contiene diez distintas versiones de estos versos y un anexo con las letras.

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23/12/2016 | 11:45 am | snakeeater

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