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Fe y leyes solapan el matrimonio infantil

Jueves 06 de octubre, 2016.
08:00 pm
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SemMéxico Oaxaca.- Miles de niñas, cada año, contraen matrimonio antes de cumplir los 18 años solapadas por la Iglesia, los usos y las costumbres, la familia y las legislaciones civiles. Se trata de más de 120 mil niñas que sin haber alcanzado la mayoría de edad, adquieren la responsabilidad de formar una familia, lo que trae como consecuencia, que la mayoría abandone sus estudios y se enfrente, con toda seguridad, a una maternidad temprana. De acuerdo con el Derecho Canónigo, la edad para casarse es de 16 años para los varones y 14 para las niñas, aunque las Conferencias Episcopales, pueden establecer una edad superior; pero sólo impide el matrimonio antes de esas edades y entre los 16 y 18 años se requiere un Acta de Emancipación que otorga la diócesis del lugar. La Conferencia del Episcopado Mexicano determinó subir la edad de 18 años para el hombre y 16 para la mujer, en 1984. En la zona de Los Altos de Chiapas, el padre Joel Padrón, señala que los matrimonios infantiles y matrimonios arreglados van a la baja. “niñamatrimonioEn algunas comunidades es tradición el contrato matrimonial hecho por los papás y frecuentemente es a iniciativa del papá del joven, con el fin de fortalecer los lazos entre las familias y la unidad comunitaria”, señala. Explica que, en los matrimonios arreglados en las zonas indígenas, rara vez la opinión de las niñas es tomada en cuenta y por lo general son los padres quienes hacen los acuerdos. Si acaso se le llega a preguntar a la muchacha, refiere el sacerdote, ella por lo general acepta “por compromiso familiar o por su cultura, pues no tiene opción para decir que no”. Relata que a veces el papá del niño o de la niña propone que éstos vivan juntos desde pequeños para que se vayan entendiendo mientras crecen y después se formalice el matrimonio. “Ahora, afortunadamente eso es cada vez menos, ya hay mucha comunicación entre los jóvenes, salen de su comunidad, salen de su medio”. El Vicario Judicial de la Diócesis de Saltillo, Mario Alberto Cruz Méndez, señala que la Iglesia se tiene que ajustar a los ordenamientos internacionales de derechos humanos y a los esfuerzos del Estado Mexicano por tutelar los derechos de la niñez a través de las normas civiles. Señala que en el Código de Derecho Canónico de 1917 y de 1983, existe la dispensa para la celebración del matrimonio de las niñas no menores de 14 y los niños no menores de 16, (Canon 1083), en 1984 la Conferencia Episcopal Mexicana acordó subir la edad a 16-18. En caso de que se celebren matrimonios a menores de 16 años, explica, estos deben ser con la licencia del obispo, (Canon 1071), lo cual no va a suceder ahora con la reforma de las leyes civiles en el caso de Coahuila, pues no podemos realizar enlaces que no son reconocidos por la ley. “El Derecho Canónico respeta los criterios del Estado para disciplinar. Puede ser permitido, con permiso del ordinario el enlace de una viuda o divorciada, pero de un niño no, porque la iglesia en este caso, es muy diferente el ámbito de los adultos y niños. Si el ordinario da dispensa a un menor de edad, entonces es cómplice de delito. “No solamente en el ámbito administrativo, sino la ley civil es muy clara que el criterio fundamental que ha motivado al cambio a la edad, no es por capricho, sino porque es un derecho que se está tutelando, que exige la protección de la vida, salud, todos los derechos que el niño tiene”, expresa. Se trata, dice, de sumar. “El estado tiene la obligación de capitalizar todos sus recursos en la niñez. La Iglesia tiene que sumarse, porque no va en contra de la moral, al contrario, favorece la protección de los más débiles. “Es un delito y un pecado, porque es la simulación de un sacramento, entonces hay una sanción canónica a criterio del obispo, pero también es un pecado grave, porque estás utilizando el sacramento haciendo pasar una realidad que no existe”, manifiesta Cruz Méndez. Apenas el 16 de junio de este año, la Diócesis de Saltillo, encabezada por el Obispo Raúl Vera, determinó, a través del decreto titulado “Instrucción sobre la edad mínima para el matrimonio”, no otorgar licencias, ni dispensas que establecen sus propios cánones, ni los acuerdos de la Conferencia Episcopal Mexicana, respecto de la edad mínima para casarse, por lo que se exhorta a los párrocos a corroborar que la pareja de contrayentes tenga cumplidos 18 años y, en lo posible, tener la certeza de que se hayan casado por las leyes civiles. Esto fue producto del acuerdo del Consejo Presbiteral, explica Cruz Méndez, que se apega a los cambios en los Códigos Civiles del Estado, con vistas a erradicar los criterios que pongan en riesgo la vida y el desarrollo de las personas menores de edad. Pero no en todos lados sucede lo mismo. En Guerrero, las Iglesias siguen el ordenamiento del CEM, la edad mínima del hombre para contraer nupcias es de 18 años, y para la mujer 16. El sacerdote de la Iglesia de San Mateo, en Chilpancingo, Jorge Amando Vázquez, reconoce que, igual que un niño de seis meses no está preparado para caminar, el cuerpo de una niña de 12 a 14 años, no está preparado para las responsabilidades del matrimonio a temprana edad, lo que les causa finalmente frustración, enojo y sentimientos de fracaso. No obstante, señala, en Guerrero los usos y las costumbres, en zonas como la Sierra y la Montaña, los matrimonios de jovencitas e incluso niñas, sigue siendo una realidad. “Los usos y costumbres siguen permeando en la formación y la educación en las comunidades rurales, mientras que, en la ciudad, el trabajo cotidiano que absorbe a ambos padres les impide estar al pendiente de sus hijos, por ello debían estar más presentes y preocuparse más por su desarrollo”, explicó el sacerdote. Por su parte, Alejandro Solalinde, sacerdote católico, señala que si se efectuara una boda religiosa entre menores de 18 años es motivo de nulidad de este sacramento. Solalinde sostiene que antes de los 18 años, las niñas y los niños no tienen la madurez suficiente para tomar una decisión de esa naturaleza, significaría un desastre o un fracaso para ellas y para ellos. “Si se casa a las y los niños se les interrumpe su proceso de maduración, de individualización, cada uno tiene que ensayar en la adolescencia su propio espacio, su definición sexual, su sociabilización con el medio, el hacerse responsables y autónomos, de lo contrario seguirán siendo niños y niñas casadas”, señaló. Solalinde reconocido como defensor de los Derechos Humanos de las y los migrantes opina que si algunos sacerdotes validan este tipo de matrimonios están incumpliendo las leyes canónicas. El sacerdote expone que en 1982, cuando llegó a Oaxaca, fue enviado a servir en la parroquia de San Pedro Amuzgos. “Era común que las madres y padres presentaran a parejas de jovencitos y jovencitas para casarse. Pero el caso que más recuerda es el de Betito, un niño de 12 años a quien su familia quería casar con otra niña de su edad. “Yo me negué y les expliqué que estaban tan chiquitos que ni siquiera podrían tener relaciones sexuales. La mujer me contestó que no era así, que empezarían a dormir juntos como hermano y hermana, y que cuando llegara el momento tendrían relaciones, a pesar de eso, me negué y la familia se molestó mucho”, refiere Solalinde. En México el matrimonio infantil es una práctica común.

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