Por Cirilo Recio Dávila/Razones de Ser
Oaxaca, México.- Los despachos de comunicación social pueden clasificarse en dos grandes grupos de interés: privados y gubernamentales. Los primeros responden a intereses de empresas privados y comerciales, por consiguiente se deben a sus clientes. Su labor de difusión ante sus auditorios y hacia el público constituye por lo tanto un bien o servicio pagado. Las oficinas de comunicación social de interés gubernamental se deben a los ciudadanos. Por esto su desempeño de información, divulgación o difusión se dirige a toda la sociedad. Sus tareas también incluyen a las autoridades de gobierno. La formación de la opinión pública a través de la comunicación social y del oficio del periodista cultural es una de sus responsabilidades básicas y en su cumplimiento el periodista o colaborador cultural deviene una percepción que corresponde a un trabajo o producto que es útil para su comunidad y para el medio en el cual se desempeña.
El primer recurso que se precisa para cumplir sus responsabilidades es la información en materia diversa, política, deportiva, cultural, social, especial en campos como la ciencia, la tecnología, la educación, el comercio o la empresa. La materia prima que maneja cada despacho o empresa de comunicación.
¿De qué información se dispone? ¿Cuál es la información que se recibe? ¿Hacia dónde debe distribuirse? ¿Cómo debe ser procesada y analizada? ¿Cuáles son los criterios para establecer prioridades? Son algunas cuestiones que deben de ser planteadas con gran claridad. A partir de la información que se maneja, es posible acudir entonces a las diversas posibilidades que existen para interpretar, analizar, sintetizar, valorar, responder y actuar de acuerdo a las facultades y responsabilidades del área.
El medio social en el que el periodista cultural se desenvuelve marca un conjunto de pautas y acontecimientos culturales (ciertos temas son predominantes, algunas tradiciones tienen más relevancia que otras, son comunes determinados valores como el prestigio o la fama sobre otros como el conocimiento, la ciencia o la gastronomía por ejemplo). Estos patrones de interés de su comunidad dan pie a las agendas culturales de los medios, que –desde luego- están directamente definidas por los intereses de las empresas mediáticas. Y esto es importante tenerlo presente para evitar que el reportero o comunicador en esta área se llame a engaño o ingenuidad, pensando que únicamente sirve a su conciencia, su deber, su ética personal o que -en el mejor de los mundos- se desempeña en su labor por amor al arte. Es cierto que su conciencia siempre será su mejor baluarte para decidir en determinadas circunstancias, pero no debe olvidar que trabaja en un medio complejo donde intervienen intereses y criterios diversos.
Fuente fotográfica: www.adolfoplasencia.es
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