Cimac/Redacción
Oaxaca, México.- “La construcción de una nueva identidad como mujer pasa por rompimientos internos profundos y dolorosos”, decía la feminista mexicana Cecilia Loría Saviñón, fallecida ayer, quien también propuso pelear contra el estereotipo del rol femenino y además recuperar lo que se ha dejado de lado: la maternidad y la pareja.
Cecilia Loría, quien murió víctima del cáncer, trabajó 20 años en el Movimiento Feminista, formó parte de la Coordinadora Nacional que articuló los trabajos para la participación del movimiento de mujeres y feministas en la IV Conferencia Mundial de la Mujer, Beijing 95 y fue autora de publicaciones como "La ciudadanía toma la palabra", Feminismo en transición y transición con feminismo", quien tuvo una extensa trayectoria como política de izquierda y feminista.
También fue una incansable promotora de los derechos ciudadanos en el país en acciones y grupos de atención a sectores sociales vulnerables.
Poco antes de su partida, el 25 de noviembre pasado, le fue entregado el reconocimiento Hermila Galindo 2008, que otorga la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), por su destacada trayectoria de vida, que dedicó a la defensa, promoción y difusión de los derechos humanos y la equidad de género, también a la construcción de nuevos liderazgos que han contribuido a la consolidación de una sociedad igualitaria, libre y democrática.
Llegó a la sexta década de su existencia y llamó en su último mensaje, durante la entrega del premio Hermila Galindo y por voz de su esposo Carlos Rodríguez, a sus compañeras feministas a seguir luchando por sus sueños, por sus ideales.
Complacida por los recientes avances, como la despenalización del aborto en el DF, la paridad y las leyes de Igualdad y la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, Loría insistió en no bajar la guardia.
“Ahora más que nunca entiendo el significado de utopía porque es la mejor forma de mantener viva la esperanza y seguir siempre luchando hasta que las fuerzas nos alcancen”, dijo.
NUEVOS TIEMPOS, NUEVOS SIGNIFICADOS
Feminista por más de dos décadas, Cecilia Loría reconoció las grandes aportaciones del feminismo, pero no negó los problemas internos por superar, para acabar con el ensimismado. “Existen, decía, conceptos que requieren otro significado”.
Por tanto, no podemos seguir con la misma forma de hacer política, “tenemos que reivindicar el género sin perder nuestra identidad ni nuestras demandas, insertarlo en la agenda política nacional, replanteando su inclusión en la comunidad y los grupos sociales”.
Esa reflexión quedó plasmada en su autobiografía publicada en 2001 por la Editorial Edicol, Mujeres mexicanas del siglo XX, La otra revolución.
LA VIDA
En otro de sus libros “Replantear la identidad femenina”, Loría cuenta que nació por accidente en la Ciudad de México, durante un viaje de su padre en 1951.
Un año después se mudó a Querétaro, en el Bajío mexicano (al centro del país), donde estudió doce años en una escuela de monjas. De niña se sentía sola y en ocasiones contrariada, porque su madre, de origen europeo, solía ser más liberal, pero su familia era de ideas conservadoras.
Cecilia no quiso seguir estudiando en la escuela de monjas. Su ingreso y estancia en la preparatoria fue una etapa importante, pues el rector Hugo Gutiérrez Vega llevó a conferencistas como el escritor y periodista Carlos Monsiváis, quien se ha distinguido por su punto de vista crítico.
La actividad cultural también fue intensa en esos años en Querétaro. Loría eligió seguir la carrera de Antropología y se trasladó a la Ciudad de México. En esos años la huelga estudiantil de 1968 ocupaba a profesores y estudiantes de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y se inscribió en la Universidad Iberoamericana, donde, por descuidar sus estudios, perdió su beca y regresó a Querétaro.
Por contactos con sus antiguos compañeros de preparatoria entró a la televisión y fue la primera locutora de Querétaro en la estación XEXC; donde hizo el programa Tribunal Femenil con Cecilia Loría con entrevistas y reportajes.
Casada a los diecinueve años con un joven que conoció en la Escuela de Psicología, siguió trabajando en la radio. Cuando cursaba el tercer año de la carrera tuvo a su primer hijo. Estudios, trabajo y el cuidado de su hijo, relata, fueron experiencias difíciles.
Pronto se recibió como licenciada en psicología en la Universidad Autónoma de Querétaro, y más tarde se especializó como psicoanalista en el Círculo Psicoanalítico Mexicano.
Se separó de su esposo debido a que ella era militante política y sindical. Conoció a quien fue su esposo hasta el final de su vida, Carlos Rodríguez, psicoanalista y psiquiatra, en la organización política Punto Crítico.
Su nueva familia quedó conformada por dos hijos de su primer matrimonio y dos de Carlos, un quinto nacimiento vino a culminar ese “nuevo proyecto de familia”, cuenta Loría.
Tiempo después, por contacto de un amigo, fue a trabajar a la Universidad de Guerrero, cuando el entonces gobernador Rubén Figueroa había prohibido las campañas de alfabetización en esta entidad.
[caption id="attachment_3703" align="aligncenter" width="320" caption="Cecilia Loría una gran constructora de ciudadanía en el país."][/caption]
Cecilia, junto con un grupo de jóvenes universitarios y preparatorianos, emprendió programas para alfabetizar y en 1978 se convirtió en la coordinadora de una brigada destinada a la Costa Grande, donde fue testiga de la persecución de los hombres en esa región guerrerense.
Trabajó por 10 años con Rosario Ibarra, en el Frente Nacional contra la Represión (FNCR) liberando y buscando desaparecidos políticos, proyecto de la organización Punto Crítico. Dentro de ella formó parte del Primer Encuentro de Mujeres, para impulsar una agenda de las mujeres.
Durante 1995 colaboró en Chiapas con el EZLN. Ahí participó en la planeación y celebración de la Convención Nacional, en junio de 1995, donde se promovió la participación de la sociedad civil en asuntos públicos.
Producto de esta Convención se redactó una carta de derechos ciudadanos, que promovió la participación de la sociedad civil para la creación de una reforma de Estado.
EDUCACIÓN POPULAR Y CUESTIÓN DE GÉNERO
Grupo de Educación Popular con Mujeres (GEM) es una de las asociaciones civiles en las que trabajó Cecilia. Educación popular, mujeres y cuestiones de género son los temas que trata. Y sus ejes centrales son la mujer y su entorno laboral; las empresas sociales de las mujeres, desde cooperativas hasta problemas administrativos, familia y mujer.
Dentro de esta organización publicó los libros Familias en transformación y códigos por transformar, Construyendo las propuestas políticas de las mujeres para el Código Civil y Para nacer de nuevo, una experiencia de educación popular.
Loría trabajó también en colaboración con otras feministas mexicanas como Patricia Mercado, en el programa Ganando Espacios. Formó parte y ocupó la dirección de la agrupación política Causa Ciudadana, con el objetivo de obtener espacios para la intervención femenina en la lucha ciudadana.
Para esta feminista el concepto de ciudadanía implica la participación política sin pertenecer a ningún partido. Tal concepto, afirmaba, está relacionado con la cooperación en el temblor de 1995, el debilitamiento del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y la transición democrática.
Coordinó a escala nacional, con otros colaboradores, a las 300 organizaciones no gubernamentales que participaron en el foro alterno a la IV Conferencia Internacional sobre la Mujer, celebrada en Beijing, en 1985. Fue la primera vez en que grupos feministas se reunieron simultáneamente.
Desde dicha conferencia, era parte del Consejo Consultivo del Programa Nacional de la Mujer. Además coordinó la organización de Mujeres por un Milenio Feminista.
En el año 2000 fue candidata al Senado de la República por el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Más tarde, durante el sexenio de Vicente Fox, ocupó la dirección del Instituto Nacional de Solidaridad, adscrito a la Secretaría de Desarrollo Social, donde diseñó y operó programas de familias de género con los gobiernos de Puebla, Durango, Guanajuato y Tlaxcala, la Secretaría de Educación Pública y la de Agricultura y Ganadería.