Oaxaca, México.- Un panorama sobre las investigaciones que en materia de arqueología subacuática se han realizado en la Sonda de Campeche, ofrece Norma Guadalupe Peñaflores Ramírez, en su libro “El patrimonio cultural sumergido. Un modelo metodológico: La Sonda o Banco de Campeche”.
Presentado en el Auditorio Román Piña Chan, de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), el libro publicado por el INAH se refiere a los restos de barcos que naufragaron hace siglos y que permanecen en las profundidades oceánicas como tesoros históricos y a la manera en que contribuyen al estudio y comprensión de la configuración actual de las sociedades.
[caption id="attachment_3401" align="aligncenter" width="400" caption="Exploración para rescate de un navío inglés en Campeche"][/caption]
A dichos tesoros, dijo, se les ha dado el título de patrimonio cultural sumergido, el cual es estudiado en México desde hace varias décadas por diversos investigadores a lo largo, ancho y profundo de los océanos, mares, lagos y lagunas, del territorio mexicano.
El libro busca plantear un modelo metodológico para el estudio del patrimonio cultural de esta región marítima, contextualizado entre los siglos XVI al XX, por medio del análisis bibliográfico, documental y de información obtenida en proyectos afines, especialmente de los que lleva a cabo el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).
Para ello, la autora realizó un amplio acopio y reflexión de información relacionada, principalmente, con la conformación de la zona en ámbitos históricos, arqueológicos y geofísicos.
La Sonda o Banco de Campeche se caracteriza por sus peligrosos arrecifes, cayos y bajos, que muchas veces fueron evitados por los navegantes con una ruta alternativa, destaca el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). [caption id="attachment_3402" align="aligncenter" width="400" caption="Vestigios del barco inglés del Siglo XVIII"][/caption]
Sin embargo, este otro camino presentó nuevos peligros, como los vientos que arrastraban las embarcaciones hacia el norte, obligándolos a alargar sus viajes. Esta región formó parte de la ruta marítima entre España, Cuba, Campeche y Veracruz, definida poco tiempo después de ocurrida la conquista española.
La gran cantidad de accidentes registrados entre los siglos XVI y XX fomentaron la concentración de vestigios arqueológicos sumergidos o pecios, restos de barcos hundidos después de un naufragio, que han ayudado al entendimiento de lo sucedido en el momento del accidente, además de contribuir al conocimiento de lo que pasaba a bordo, como un reflejo de las sociedades del momento.
Según Peñaflores Ramírez, dichos pecios representan momentos importantes de la historia, así como fenómenos sociales que anteceden al presente, por lo que son considerados legalmente como patrimonio nacional.
Sin embargo, están expuestos a diferentes riesgos como el saqueo, la destrucción por el buceo recreativo o la actividad pesquera y la construcción de infraestructura petrolera, pues se ubican en medio de la riqueza de hidrocarburos.
La ubicación geográfica que abarca la Sonda de Campeche va de la costa norte de ese estado, hasta las oeste y norte de la Península de Yucatán y la definición más aceptada del concepto es la que publicó el biólogo español, Federico Bonet, en 1967, que describe a la plataforma submarina como un amplio banco carbonatado llamado también Plataforma de Yucatán, Plataforma de Campeche o Banco de Campeche.
La publicación, que forma parte de la Colección Científica del INAH, aporta así nuevos conocimientos sobre uno de los lugares marinos más importantes de México en cuanto a restos arqueológicos sumergidos, que hasta la fecha es una de las principales rutas de navegación marítima, así como en la producción de recursos como petróleo y pesca. (Con información del Notimex)
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