Entre el agobio y la acción ciudadana.
Por: Lilia Torrentera Gómez
Dos son los agobios que la ciudadanía padecen en escalada casi imparable: la economía familiar y la inseguridad pública.
El primero, invisible en el mass media o medios de comunicación que ocultan entre la criminalización de las noticias, los graves problemas económicos por los que atraviesan grandes bloques poblacionales.
Poco importa analizar a profundidad las consecuencias de la política de “los gasolinazos” aplicado por el gobierno federal y que en palabras del propio presidente Felipe Calderón, afectarán en los presupuestal a los programas sociales para dar prioridad al combate de la delincuencia organizada, decisión que no sería juzgada, si por ejemplo también la alta burocracia se sacrificará en justa igualdad con todos los ciudadanos del país, al dejar de utilizar de manera indiscriminada los recursos públicos para la promoción personal, la satisfacción de sus privilegios económicos y de seguridad familiar.
La Inseguridad, el segundo agobio nuestro de cada día: hace cada vez menos posible, fortalecer la convivencia y paz social, cuando las acciones gubernamentales para garantizar la seguridad pública no logra afianzar instituciones confiables con programas eficientes y funcionarios honestos.
Vemos que la ciudadanía es el blanco, luego de los lamentables acontecimientos en Michoacán y no quienes laceran la legalidad: alzas incontrolables de precios, en bienes y servicios por los grandes capitales en el país y asesinatos, secuestros, asaltos, ejecuciones por parte de la delincuencia organizada.
Un cuestionamiento que a diario nos hacemos los ciudadanos, es ¿en qué se aplica los recursos provenientes de los excedentes petroleros? ¿por qué los legisladores no exigen cuentas y transparentan la administración de estos recursos para canalizarlos a los programas sociales?
La afectación en lo social e institucional, rebasa todo límite, de ahí que independientemente, de las divergencias que en lo individual tengamos con las acciones de solución gubernamental a estos problemas que nos agobian cotidianamente, es preciso ejercer nuestra fortaleza como ciudadanía para implementar acciones de beneficio colectivo.
La mediatización para volvernos personas egoístas –no seres humanos- preocupadas más en lo mío que en lo de nosotros, es el factor que ha erosionado el sentido comunitario ancestral de los oaxaqueños y que impide tomar conciencia de que los problemas que afectan a uno, debería dolernos a todos.
Las múltiples alternativas actuales para cultivar alimentos sanos y baratos desde nuestra casa aunado a adquirir nuevos hábitos de consumo y reciclaje de materia orgánica e inorgánica; reactivar las bondades del trueque desde lo local y volver los ojos a nuestra calle, barrio o comunidad para ver al vecino como un ser humano quien al igual que todos, es tan frágil de ser vulnerado en lo físico, lo familiar y lo patrimonial que nos debe obligar a cuidarnos los unos a los otros.
Hacer efectivo el vivir en comunidad, es participar desde lo local en la solución colectiva a los problemas que nos agobian día a día sin que por ello dejemos de exigir a la esfera gubernamental la parte que constitucionalmente le corresponde para garantizar un país seguro y sin desigualdades.
Foto: UGT/Aragón
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