Oaxaca, Oax.- Los cada vez más alarmantes grados de urbanización en los países de América Latina y el Caribe asi como los hábitos de consumo de recursos naturales de las grandes ciudades, que se extienden hacía la zona rural, aunado a la aplicación de políticas públicas equivocada y sin planeación a largo plazo, hacen de las urbes un espacio para de confrontación entre sociedad y gobiernos.
Un antídoto para ello, sobre todo recomendando para los gobierno de la región, es el de planear ciudades armónicas para la restauración del tejidos social y restauración ambiental, según señala el Informe divulgado por el Programa de las Naciones Unidas para Asentamientos Humanos (UN-Habitat).
Sao Paulo emite solo un décimo de los gases de efecto invernadero que produce San Diego, aunque esta ciudad sea cuatro veces más grande que la estadounidense.
Los patrones de consumo y el producto por persona son más determinantes que el grado de urbanización para los aportes al calentamiento de la Tierra, concluye el estudio, en base a una comparación entre ciudades del mundo, referente al bienio 2008-2009, y dedicado a "Ciudades armónicas".
América Latina y el Caribe constituyen la región más urbanizada del mundo, con 77 por ciento de la población en las ciudades, que deberá aumentar a 85 por ciento en las próximas dos décadas, destacó Cecilia Martínez, directora regional de UN-Habitat en rueda de prensa.
El informe, que contiene análisis y recomendaciones sobre armonía espacial, social y ambiental, también se divulgó en Bangkok y Londres. La prosperidad sola no crea armonía, también las ciudades necesitan equidad y sustentabilidad, sostiene Anna Tibaijuka, directora ejecutiva de UN-Habitat.
América Latina es también la región que presenta más ciudades desiguales. El índice Gini, que expone el grado de desigualdad entre ricos y pobres, medido en 19 ciudades de la región alcanzó 0,55 en promedio, superando incluso a África, que presenta las ciudades con más pobres y mayor proporción de habitantes de asentamientos precarios.
UN-Habitat considera el índice 0,4 como la línea de alerta, por encima del cual la desigualdad es inaceptable. Europa occidental, con promedios de entre 0,25 y 0,30, presenta el conjunto de ciudades más igualitarias, pero es Beijing, con un Gini de 0,22, la ciudad más equitativa del mundo.
La desigualdad interna o entre ciudades, y entre regiones de un mismo país, afecta la armonía urbana por sí misma y también por generar más desigualdad, al trabar el crecimiento económico y componer un ambiente que atrae menos inversiones, señala Tibaijuka en la presentación del informe.
América Latina y el Caribe se destacan también como la región que registra un rápido crecimiento en muchas ciudades pequeñas, pasando de decenas de miles de habitantes a centenares de miles en poco más de 10 años.
Un ejemplo es Itaquaquecetuba, que tenía unos 30.000 habitantes en la década de 1970, aumentó su población en cerca de 10 por ciento al año en la década pasada y tiene actualmente 334.000 pobladores.
Ese crecimiento refleja la expansión de la región metropolitana de S o Paulo.
Unas 70 ciudades brasileñas vivieron un fenómeno similar en los últimos 15 años, a causa de brotes de turismo, instalación de grandes empresas u otros factores de prosperidad económica o calidad de vida, explicó Martínez.
Este es un "siglo urbano" a partir de 2007, cuando la población urbana superó a la rural en términos mundiales, acotó. Aún hay fuertes diferencias regionales, con Asia y África presentando sólo 41 y 39 por ciento, respectivamente, de sus habitantes en las ciudades, mientras la urbanización supera 70 por ciento en otros continentes y regiones.
Pero la tendencia permite prever que en el 2050 las diferencias se acortarán, con Asia, por ejemplo, alcanzando 63 por ciento de población urbana, gracias especialmente a China que será en 70 por ciento urbana, compensando una evolución más lenta de India.
Las ciudades, señaladas como problema ambiental y gran causante del recalentamiento global, son también "parte de la solución", coinciden el informe y varios dirigentes de UN-Habitat.
Una mejor planificación para el uso de transportes de mayor eficiencia energética, con menor dependencia de vehículos motorizados, aumento de la densidad urbana y políticas para reducir el desperdicio y la desigualdad espacial y social, pueden disminuir mucho las emisiones de carbono y contribuir a mitigar el cambio climático.
La disparidad de emisiones de gases invernadero por persona entre grandes ciudades del mundo refleja más los patrones de consumo, especialmente el energético, que el nivel de ingresos o la contaminación aparente.
Los datos del informe atribuyen 2,9 toneladas de carbono por persona para ciudad México y el doble para S o Paulo. San Diego, el campeón con 11,7 toneladas, emite más del doble que Tokio y el triple de Estocolmo y Seúl, pero tiene a Toronto y a Shangai como contaminantes cercanos.
Con las 3.351 ciudades costeras en zonas de baja altitud, es decir inferior a 10 metros, y por eso amenazadas por la elevación del nivel del mar, hay una inmensa población urbana que sufrirá graves consecuencias por el cambio climático, realza el informe.
Además, son grandes aglomeraciones humanas que enfrentan riesgos de escasez de agua y desastres climáticos, como los provocados por el fenómeno El Niño en la región andina y los huracanes en el Caribe, acotó Martínez.
La adaptación de las ciudades ante las consecuencias del cambio climático es una preocupación de UN-Habitat, que está estimulando, en asociación con el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que las ciudades "observen los fenómenos" que ya están ocurriendo y adopten planes integrados de urbanización y ambiente para enfrentar los desafíos previsibles, concluyó la directora de UN-Habitat para América Latina y el Caribe.
Fuente IPS
Fuente fotográfica: www.luxuriousmexico.com
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