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México no cumple con el Convenio de Estocolmo l usar aun sustancias prohibidas

Martes 08 de diciembre, 2009.
09:50 am
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UNAM/ Cambio Climático     Oaxaca, México.- El gobierno de México firmó en 2004 el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs), acordado en Ginebra por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), pero en los hechos no lo cumple.   En el país, se utilizan aún sustancias tóxicas para la salud y el ambiente, afirmó Jorge Arturo de León Rodríguez, profesor del Departamento de Farmacología de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.   [caption id="attachment_36692" align="alignleft" width="300" caption="En México se continuan usando sustancias tóxicas prohibidas a nivel mundial"]En México se continuan usando  sustancias tóxicas prohibidas a nivel mundial[/caption] En el Día Mundial del no Uso de Plaguicidas, que se celebró recientemente, el académico reconoció que la conmemoración no ha tenido el impacto suficiente para aumentar la conciencia sobre el daño que causan plaguicidas y agroquímicos que se usan en el campo mexicano, especialmente en la zona sur, y otros que, disfrazados de limpiadores, se aplican en zonas urbanas, en guarderías, hospitales y asilos.   El Convenio de Estocolmo establece medidas para eliminar la producción y uso de sustancias químicas tóxicas persistentes y bioacumulables en los organismos, que causan daños a la salud como malformaciones, cáncer, trastornos reproductivos, interrupción del desarrollo infantil y afectaciones a los sistemas inmunológico y nervioso.   Se centra en la llamada “docena sucia”: 12 plaguicidas peligrosos y productos químicos industriales, causantes de los mayores daños a la salud, además de afectar el ambiente al contaminar agua, suelo y aire.   De León explicó que estos tóxicos son mezclas y compuestos químicos a base de carbono, entre los que se incluyen, compuestos industriales como los PCBs, plaguicidas como el DDT y sustancias cancerígenas como las dioxinas. “Las sustancias más dañinas a la salud y al ambiente se dividen en tres grandes grupos: los organoclorados, causantes de cáncer y malformaciones; los organofosforados, que lesionan el sistema nervioso, y los piretroides, causantes de graves daños a la atmósfera y, en el ser humano, mareo, náusea, espasmos musculares, convulsiones, alteraciones de la conciencia y pérdida del conocimiento”, detalló.   Día Mundial, señal de alerta   La fecha fue establecida por la red Pesticide Action Network (PAN), formada por más de 600 organizaciones no gubernamentales, instituciones y personas de 90 países para recordar a miles de individuos que murieron, y otros miles que quedaron con secuelas a consecuencia de un accidente ocurrido en 1984 en Bophal, India, donde fue liberado un componente químico utilizado en la elaboración de un plaguicida de la Corporación Unión Carbide.   La red PAN demanda la reducción de los plaguicidas y de su uso indiscriminado en la agricultura, porque además de daños a la salud humana y de otras especies animales, los agrotóxicos se han convertido en agentes causantes de desequilibrio en los ecosistemas, al contaminar suelos, aire, agua y alimentos, causando deterioro ambiental generalizado y difícil de revertir.   Logros desde la UNAM   Especialista en el análisis de la composición química y los daños a la salud de estos tóxicos, De León Rodríguez dedica su trabajo de investigación en la FM a documentar científicamente los efectos nocivos de estos productos.   Junto con sus colaboradores, logró que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) emitiera una recomendación para prohibir sustancias tóxicas con las que fumigan guarderías, asilos y hospitales del país.   “La recomendación de la CNDH se discutió en el Senado de la República y fue aprobada, por unanimidad. Es una buena señal de que los científicos debemos ofrecer nuestros resultados académicos para trabajar con legisladores y tomadores de decisiones en el diseño de políticas públicas que nos ayuden a vivir mejor”, señaló.   De León ofrece asesoría en el Centro de Diagnóstico y Alternativas para Afectados por Tóxicos (CEDAAT), una organización civil sin fines de lucro en la que participan varios universitarios, y que se localiza en el correo cedaat@hotmail.com.   Urge a prohibir el lindano   El investigador de la FM recordó que en México circula un insecticida, llamado lindano, prohibido en varias naciones por los graves daños que genera a la salud humana, a varias especies animales (acuáticas y terrestres) y a la atmósfera.   El lindano –sintetizado en 1825 por Michael Faraday, y utilizado desde 1942 como un insecticida de alta eficiencia– pertenece al grupo de los organoclorados, vedado en 17 países, debido a su alta toxicidad y su imposibilidad para degradarse.   “Es una sustancia volátil e indestructible, que tiene efectos letales en peces y humanos, y es muy tóxico al ambiente. En muchas zonas marginadas del país se usa con frecuencia para quitar los piojos del cabello de los niños y, generalmente, se trata de pequeños desnutridos vulnerables a los daños del lindano”, acotó el investigador.   Aunque está considerado como una de las 14 sustancias más peligrosas del planeta, el lindano se vende con autorización en México desde 1950.   Se usa como loción para el cabello humano en el combate de liendres y los piojos, como insecticida para combatir a seis tipos de insectos que atacan los cultivos agrícolas y como producto veterinario.   “Uno de los principales riesgos es que sus daños no son inmediatos, sino a largo plazo. Se asocia con convulsiones y daño al sistema nervioso central, pero para muchos médicos pasa desapercibido porque no muestra un deterioro momentáneo, sino crónico”, explicó.   La exposición prolongada tiene efectos mutagénicos, neurotóxicos y cancerígenos, destacó De León.   Aunque está contraindicado para pacientes que pesen menos de 50 kilogramos, el lindano se aplica especialmente a infantes. “Con dos o más aplicaciones en el cabello de los niños para quitar piojos, puede causar convulsiones y baja presión arterial”, advirtió.   El académico destacó que, a pesar de varias investigaciones mundiales que muestran su toxicidad, no existe un biomarcador para organoclorados (incluido el lindano), lo que dificulta el diagnóstico clínico para estos tóxicos, ya que las mediciones de los mismos solamente se hacen en laboratorios de investigación.

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