Por Germán Méndez Lugo/UAM
Oaxaca, México.- La cinta 2001: Una odisea del espacio, de Stanley Kubrick, es un filme de dicotomías: inicio-fin/creación-destrucción /vida-muerte del ser humano, asegura el doctor Vicente Castellanos Cerda, jefe del Departamento de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en su artículo incluido en la revista científica Ciencia ergo sum, en el que analiza esta película.
En el artículo “Stanley Kubrick, un evolucionista cinematográfico. Origen y término de la cultura en 2001, una odisea del espacio”, publicado en junio de 2009 en la citada publicación, el académico demuestra cómo la imagen del cine tiene un efecto de “choque” en el espectador, que “lo obliga a pensarse y a pensar ese todo que no es más que el mundo circundante”, comenta el autor.
El tema de la película, señala el especialista en Semiótica y Estética del cine, es la evolución del hombre en la cultura y la representación de las primeras manifestaciones de la inteligencia.
Describe cómo el cineasta estadounidense muestra, con imágenes en sucesión, el binomio contradictorio de creación-destrucción al proponer un tratado del origen de la cultura, basado en supuestos provenientes de la teoría de la evolución y en ciertas conjeturas de tipo social –aún en debate– del modo en que los primeros humanos convivían, competían y se comunicaban entre ellos.
En las primeras imágenes del filme, detalla el investigador de la Unidad Cuajimalpa, aparece la pantalla en negro durante casi tres minutos con música de fondo. Luego emergen plantas, animales, el Sol y la Luna, hasta que mediante un juego de campo-contracampo se presentan dos grupos rivales de primates, tal vez el naciente Australopithecus.
En la pantalla no hay diálogos, pero sí sonidos; no hay palabras, pero sí gemidos; no hay hombres, pero sí la representación visual y sonora de sus orígenes, precisa.
[caption id="attachment_19270" align="alignleft" width="239" caption="Ver para creer en a revista Ciencia ergo sum"][/caption]
El docente considera que el empleo virtuoso de la forma cinematográfica –todo aquello que se capta con los sentidos durante la proyección de una película−, “produce un efecto en el pensamiento del espectador que lo obliga a renovar los filtros mediante los cuales comprende su entorno natural y social”.
Ese primer argumento narrativo, puntualiza, hace su aparición sin necesidad de diálogos: “los primates tienen dos posibilidades: matar o morir, comer o servir de alimento”. Sin embargo, la mayor amenaza, paradójicamente, es la presencia de sus pares.
“La ciencia-ficción aparece en forma de monolito rectangular, el cual produce cambios en la suerte de los simios, quienes lo examinan con su única y elemental posibilidad facilitada por los sentidos: lo ven, lo tocan y lo huelen; se acostumbran rápidamente a él”. Al amanecer la estructura no está, “pero ha dejado la semilla de la civilización”, subraya.
Cuando han pasado casi 15 minutos de película el primate dominante del grupo desterrado se despierta para hurgar en la tierra, cerca de él llaman su atención los huesos de un mamífero de tamaño mediano, cuando los observa detenidamente, obliga al espectador a pensar en un problema científico: cómo se dieron y cuáles fueron las primeras manifestaciones de la inteligencia del hombre.
Como no hay certezas, apunta el académico, nos quedamos con lo que se ve en pantalla, es decir, este primate deduce de la observación de los huesos un uso práctico: la extensión de sus brazos y fuerza.
Así, el filme de Stanley Kubrick advierte de esa primera inteligencia que le ayudará a mejorar sus condiciones de sobrevivencia, al usar los huesos como herramienta de muerte, ya que el simio toma un hueso grande y comienza a golpear el piso.
“Entonces la forma cinematográfica sin antecedente alguno en la estructura audiovisual de la película reclama su presencia: corte y se ve un animal caer, corte y se ve el origen de la civilización en el rostro desfigurado de un primate, corte y la cámara retrasa el movimiento natural para que los espectadores nos emocionemos con esta bella y contradictoria metáfora del origen de toda civilización”, reflexiona el investigador.
La revista Ciencia Ergo Sum, editada por la Universidad Autónoma del Estado de México, fue presentada en la Casa del Tiempo, centro de extensión educativa y cultural de la UAM, el pasado 3 de julio.
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