Ciudadania Express
Jueves 10 de diciembre, 2009. 09:10 am

“Pura Formalidad”

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Salvador JOSÉ   Oaxaca, México.- En medio de una torrencial lluvia de un espeso bosque, las escenas atropelladas por ramas, arbustos, fango, un incierto destino envuelto por  jadeos de un hombre huyendo de algo o alguien. De pronto unos policías se atraviesan en su camino, encandilándolo con sus lámparas. Le piden sus documentos, al fugitivo que responde:  ¿acaso es un  delito andar sin documentos?       Es la historia cinematográfica, en que un adusto “Leonardo Da Vinci” (Roman Polanski), en el papel de aguzado inspector  nunca da su verdadero nombre es a la vez,  asiduo lector de la obra de Onoff (Gerard Depardieu),  prestigiado literato, circunstancialmente detenido, debido a un crimen cometido la noche anterior.  Después de una serie de diálogos que rememoran una serie de novelas escritas por Onoff, el inspector  reconoce al escritor. Sin embargo el interrogatorio continua,  a pesar de la pleitesía que el policía le tiene al afamado literato.    El film “Pura Formalidad” de Giuseppe Tornatore (premiado con el Oscar por Cinema Paradise, nos da una idea nada ficticia de la diferencia respecto a la administración de justicia practicada en otros países.        Aterrizando en la realidad  el prestigiado director de la galardonada “El  pianista”, del otro lado de la barrera, actualmente es  perseguido por las autoridades gringas y condenado a prisión domiciliaria en Suiza, con un brazalete en el tobillo que se activaría en caso de que el afamado director y actor tratase de escapar. ¿El motivo? violar a una niña de trece años, hace treinta y dos años, delito que ni en  Estados Unidos ni en Suiza prescriben.        Tanto en el film como en la realidad, los actos descritos nos dan una idea sobre la  administración de justicia tanto en los países primermundistas como en nuestro país. Sin ningún punto de comparación.     [caption id="attachment_36961" align="alignleft" width="300" caption="La periodista Lidya Cacho"]La periodista Lidya Cacho[/caption] En México los denunciantes son perseguid@s,  sean periodistas o no; donde los pederastas se mantienen en el poder a pesar de las evidentes pruebas.  El caso de Lydia Cacho es uno de ellos. La periodista fue apresada en la ciudad de Cancún y trasladada -miles de kilómetros esposada como vulgar delincuente- hasta una prisión del estado de Puebla, donde Mario Marín todavía gobierna, señalado por Cacho en el tráfico de infantes.       Cuántas injusticias se han cometido en nombre del abstracto estado de derecho, donde los sectores más vulnerables-niños y mujeres, entre ellos- son presas fácil de los administradores de justicia.          Hace poco, la joven activista    Alí Cuevas Castrejón de 24 años, fue “asesinada de 26 cuchilladas” el día de su cumpleaños.     Alí era estudiante de Letras Clásicas en la Universidad Nacional autónoma de México (UNAM), “asidua lectora y poeta. Dominaba varios idiomas, entre ellos el griego y latín. Sus calificaciones eran altas y sus composiciones destacadas”, señala una de sus amigas-   El asesino, su ex novio, Oswaldo Morgan montó una obra de teatro en la que Alí actuaba, y como sucedió horas después, en la obra también fue asesinada. Los defensores del ex novio  argumentan riña, que a diferencia del homicidio calificado, es un delito que tiene una pena mucho menor.   El padre de la víctima Conrado Cuevas señala: “La sociedad nuestra encubre este tipo de delitos con el romántico nombre de crímenes pasionales. Nosotros como familia, encabezamos una búsqueda de justicia. Ha llegado la solidaridad de de organizaciones de 15 países. Yo espero que México, que era su tierra natal sea justo”. Recalca.   “Dentro del caso de Alí hubo ya algunas irregularidades, como el que la fotografía que existe en la ficha sinaléctica del criminal no pertenece a Oswaldo Morgan. Esto, obviamente se presta a malos entendidos, que el caso no sea transparente”, argumenta la abogada Rosaura Ramírez.    Cuántos crímenes permanecen en la impunidad, con los asesinos libres y paseándose por las calles tranquilamente. Eso sólo lo saben nuestras autoridades, a las que hacer justicia, les parece pura formalidad.
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