De la REDACCIÓN
Oaxaca, México.- Como lo esperaba, GEO Meneses recibió el abrigo cálido de la población oaxaqueña que asistió la tarde noche de este sábado al Concierto Alma de México, donde los instrumentos de cuatro bandas musicales y su voz forjaron la urdimbre de la música mexicana.
La fuerza de las interpretaciones musicales y la voz bravía de GEO Meneses iluminaron la tarde noche decembrina que dejó sentir el Alma de México y el viento suave de las verdes montañas oaxaqueñas, prefacio de lo que sería una noche inolvidable para Oaxaca.
[caption id="attachment_37755" align="alignleft" width="300" caption="Geo Meses y el maestro Juan Manuel Arpero en el concierto Alma de México"]
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Alma de México el concierto, “granos de maíz que caen a la tierra para dar cosechas”, se convertía al paso de los minutos en una promesa: entre los 175 musicos se encontraban pequeños de nueve y 14 años, que como los granos de maíz darán cosechas en su tierra arada por el pentagrama.
En punto de las 19:00 horas, el maestro Arpero dio la señal, los trombones, clarinetes, trompetas, saxos, tubas, percusiones, flautas y arpas inicieron el concierto de notas de la Marcha de Zacatecas, y la alegría Nereidas.
El vuelo de sus manos, eran palomas que surcaban el cielo que dibujó un espacio, atrás habías la amaneza de lluvia, eran gotas de agua de cielo, parte del Alma de México que bendecía la voz de GEO Meneses que vestidad de verde,blanco y rojo prendió al público con Canción Mexicana.
Cucurrucucú Paloma, las primeras estrofas y el aplauso del público que agradecía, para entonces sólo había unos cuantos lugares y uno de ellos ocupado por Lila Downs que aplaudió a su paisana, a los 175 músicos y al director Juan Manuel Arpero.
“Qué chulos ojos los que tiene esa mujer…” era otra porción de Alma de México, Rayando el Sol de Manuel M. Ponce. Un espectáculo de auditivo y visual que recordaban el cine mexicano de la mitad del siglo pasado y que inmortalizó aquellas imágenes del costumbrista y casi desaparecido campo mexicano y GEO Meneses para traerlo a este México actual cantó El Herradero.
Las bandas fueron presentadas por la artista oaxaqueña, quien dijo que es la música de banda la que refleja amor y la tierra mexicana, así se dijeron sus nombres: la Banda de Tlayacapan, Morelos; Banda CIS de Zoogocho, Banda Juventino Rosas, Banda Juvenil de Guanajuato.
Arpero un solo para introducir la bella canción de La Malageña de Tlayacapan, Morelos; la Juventino Rosas y la Juvenil del Estado de Guanajuato y la muy aplaudida Banda del Centro de Integración Social número ocho de San Bartolomé Zoogocho
Celso Duarte pasó sus dedos sobre el arpa para producir el silencio de la gente que sólo rompió con el aplauso, y acompañó a GEO con El Cascabel, la misma canción que otra vez tomaba un nuevo brío gracias a su voz, las percusiones, los trombones, las trompetas, los saxofones, los clarinetes que otra vez unidos por sus notas tejían los hijos de algodón de la gente de color del barro que construye como dijo GEO el Alma de México.
La voz de Joaquín Pardavé traída por la magia del celuloide y el merecido homenaje para un maestro que también hizo música. Juan Manuel Arpero y los 175 músicos interpretaron un Popurrí que inició con Negra Consentida escrita por “Don Susanito”.
Un homenaje inesperado, de entrega al arreglo que Arpero hizo a La Negra Consentida que levantó al público para bailar sobre la verde cantera de la Plaza de la Danza, que para entonces había hecho olvidar el frío.
Unas cuatro mil personas sentadas y otras paradas disfrutaron el espectáculo y dieron con sus aplausos la bienvenida a GEO que presentó en Oaxaca el vals Ensueño Seductor de Juventino Rosas, co letra de la poeta Dolores Castro, quien presente a través de un video sostiene que le fue fácil escribir el vals, “porque siendo mayor es común volver a la niñez”.
Vestida de azul y rosa, GEO Meneses con su voz messo soprano interpretó el vals, Ensueño Seductor, una página más del México del siglo XIX.
Celso Duarte volvió al arpa para interpretar la alegre música de Pinotepa del compositor oaxaqueño Álvaro Carrillo.
Bravía apareció, el Alma de México seguía desgranando el café, el maíz el trigo, el paso de un hombre que cabalga llevando una herida, buscando su muerte, dice José Alfredo Jiménez en El Jinete y que GEO parece acariciar con la voz y luego revienta como lo exige la música de este país.
Tata Dios que dedicó a las mujeres que la injusticia social las condena a la muerte prematura, una canción que duele.
La Charreada rompió el silencio que la Tata Dios había dejado y sublime la música de banda subió de tono alcanzó otro vez la vestidura transparente del Alma de México que hizo vibrar la piedra jade de Oaxaca, el cielo azul, la luz amorosa de la madre luna con La Cigarra y los Aires del Mayad.
El final no podría ser de otra manera, a petición de más de cuatro mil voces que le pedían otra, Celso Duarte rasgó con maestranza el arpa y GEO Meneses complaciente interpretó La Llorona y de nuevo el público demandante la hizo volver para cantar La Pajarera, con el sonido impecable de los clarinetes que simulaban el canto de las aves.