Maribel SÁNCHEZ/FIL 2009
Oaxaca, México.- Aparecieron en escena y los gritos estallaron. Terminaban una frase y cientos de palmas chocaban, estruendosas. Hablaron de música, de poesía, de la violencia que se vive en el país y de cómo, en pleno siglo XXI, ser joven es, todavía, sinónimo de “ser criminal”.
[caption id="attachment_36237" align="alignleft" width="300" caption="La literatura y la msica como herramientas para transformar el mundo, una charla entre Lydia Cacho y Saúl Hernández,vocalista de Jaguares/Foto FIL / Michel Amado Carpio"]
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Los periodistas Lydia Cacho y Javier Solórzano, junto con el músico Saúl Hernández, ofrecieron una charla en el Auditorio Juan Rulfo de la FIL que, con el título “La rebelión de las palabras. La literatura y la música como herramientas para transformar el mundo”, provocó que las manos inquietas de los asistentes aplaudieran, una y otra vez, a lo largo de más de cincuenta minutos.
“Yo juraba que iba a ser poeta y escribir del amor y los milagros de la vida”, relató Lydia Cacho, quien agregó que, en alguna ocasión, un profesor rompió uno de sus textos, frente a todo el salón, y le dijo que no servía para la literatura, porque era demasiado realista. Su abuelo le dijo, cuando se enteró de la experiencia, que no se preocupara y que, quizá, tenía que explorar esa faceta: “Descubrí que, a lo mejor, lo mío era escuchar a los otros y contar sus historias”.
Javier Solórzano le preguntó al líder de los Jaguares si, de joven, pensó en dedicarse a otra cosa que no fuera la música, a lo que Saúl Hernández respondió: “Algún día pensé en ser normal”.
La escuela, añadió más adelante, “fue un suplicio para mí. Encontraba en la música la libertad para pensar. Encontré en la música un refugio. La música siempre ha sido una muleta”. Y los aplausos, de nuevo, hicieron acto de presencia en el Auditorio.
Cacho, cuyo trabajo ha puesto su vida en peligro en numerosas ocasiones, habló también del oficio periodístico, y dijo que “todo buen reportero tiene siempre una buena dosis de suerte”. Combativa, habló de cómo las dos grandes televisoras privadas del país la apoyaron, primero, y después utilizaron su nombre para ganar dinero. También criticó las políticas de Felipe Calderón e indicó: “Durante muchos años la Presidencia dominó a la televisión y ahora la televisión domina a la Presidencia”.
Luego de hacer un llamado a terminar, entre todos, con la violencia que se vive en el país (“Mientras seguimos sembrando cruces de nuestras hijas que no vuelven a casa, el Estado tira un velo”, dijo Lydia Cacho: “Ni una muerta más. Todas son nuestras hijas”).
La sorpresa se reservó para el final. Saúl Hernández tomó la guitarra y puso música a los versos de “No te salves”, de Mario Benedetti, en voz de Lydia Cacho y Javier Solórzano.
Al final, el público quiso más, así que Cacho retó: “El próximo año, concierto de Saúl allá afuera y ustedes nos cuentan qué hicieron por México”.