Por Emiliano Parra
Oaxaca, México.- Ante la escasez, la construcción de represas permite la distribución de agua, aunque también desencadena problemas ecológicos y sociales importantes, destacó Gian Carlo Delgado Ramos, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH).
En México, el inconveniente es que este recurso está distribuido de manera desigual: el 70 por ciento se concentra en los estados del sureste y el 30 por ciento en las entidades restantes. Por ello, “más de dos terceras partes del país son áridas, semiáridas o cuentan con un nivel bajo de disponibilidad hídrica”, destacó.
Los grandes diques fueron diseñados como una infraestructura estratégica para proveer de fluido constante a poblados que lo necesitan, pero la polémica tiene que ver con quién decide a dónde van los torrentes, el costo y el uso que tendrán.
[caption id="attachment_8419" align="aligncenter" width="500" caption="La construcción de represas violentan los derechos cultuales, sociales y económicos de las comunidades/Foto: Presa de Chicoasén,, Chiapas"][/caption]
Además, otros problemas asociados con este tipo de construcciones es que no siempre son proyectos económicamente viables y algunos resultan insostenibles, sea porque presentan niveles de evaporación exagerados o porque interrumpen el cauce de los ríos.
También hay que considerar que su vida es corta, pues varía entre 25 y 50 años (según sus dimensiones); ocasionalmente cubren tierras con ruinas prehispánicas, y generan gases de efecto invernadero cuando la biomasa bajo su superficie comienza a descomponerse y arroja CO2 y metano.
[caption id="attachment_8420" align="aligncenter" width="199" caption="Delgado Ramos señaló que las represas pequeñas son útiles para abastecer de agua y no generar alteraciones ambientales ni en las comunidades "][/caption]
Estos almacenes hídricos –abundó el especialista– afectan al ecosistema al emplazar infraestructura como carreteras y tendido eléctrico; amenazar a la flora y fauna, y favorecer la aparición de vectores infecciosos. Además, tienen impacto en el plano social, pues desplazan a comunidades enteras de sus lugares de origen.
El investigador comentó que, por sí mismas, las represas no son perjudiciales, pero advirtió que su capacidad de alterar el entorno depende de su tamaño y localización: “Si son pequeñas resultan útiles; el problema está en las que no lo son, pues generan severos inconvenientes como el desalojo de poblaciones y daño a la biodiversidad”.
Existen 45 mil instalaciones de gran proporción en el mundo: en Latinoamérica hay mil 553 (537 están en México, 37 en Centroamérica y 979 en Sudamérica, según la Comisión Mundial de Represas). “El país tiene la tercera parte de las presas más grandes de AL”, señaló.
De acuerdo con la Conagua, en 2006 se calculó que para el año 2030 la población mexicana alcanzará 125 millones de habitantes y que la necesidad del líquido será superior en 25 por ciento a la actual.