Oaxaca, México.- El cambio climático –producto del desarrollo tecnológico y el uso excesivo de combustibles fósiles– es la mayor amenaza global para la salud humana, afirmó la maestra Margarita Castillejos Salazar, profesora-investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

  Entre las consecuencias de este fenómeno sobre la salud destacan los efectos producidos por las ondas de calor; el cambio de distribución geográfica de los vectores de enfermedades como el dengue y el paludismo; el aumento de los males infecciosos gastrointestinales, respiratorios y de la piel; así como el incremento de la desnutrición y la pobreza.

  Según cifras proporcionadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), anualmente pierden la vida alrededor de 800 mil personas, por causas atribuibles a la contaminación atmosférica de las zonas urbanas del orbe, sostuvo la docente.

[caption id="attachment_34313" align="alignleft" width="203" caption="El cambio climáticos y los efectos en la salud humana"][/caption]

La investigadora del Departamento de Atención a la Salud de la Unidad Xochimilco explicó que al año “casi dos millones de seres mueren de diarrea ante la escasez de agua potable y de facilidades sanitarias básicas e higiene. Además, 3.5 millones perecen por malnutrición y 60,000 son víctimas de desastres naturales”.

 

 

Acerca de los efectos directos del incremento de la temperatura ambiente sobre la salud –producidos por la frecuencia e intensidad de las ondas de calor– la maestra Castillejos Salazar reveló que éstos se han presentado en países y ciudades donde no se habían reportado.

  “En el caso de México, en 1998 la temperatura aumentó un grado centígrado en Sonora y Baja California, provocando 1.2 y 1.3 por ciento de decesos de niños y personas de la tercera edad, respectivamente”.

 En el transcurso de este año –prosiguió– el norte de México ha registrado más de 52 grados centígrados, temperaturas récord que han propiciado la muerte de un número indeterminado de seres.

La especialista aseveró que cuando ocurren efectos extremos o crónicos de calor, el organismo puede presentar signos de deshidratación, insolación, alteraciones mentales, infartos al miocardio, descontrol diabético y embolias, entre las poblaciones infantil y de la tercera edad, o quienes carezcan de viviendas que los protejan de estas temperaturas.

  Entre las consecuencias indirectas sobre la salud, la maestra Castillejos Salazar refirió que se relacionan con cambios en la distribución de vectores causantes de dengue, paludismo, cólera y fiebre amarilla, provocadas por elevadas temperaturas ambientales.

 “Estos males han aparecido en donde su incidencia era prácticamente de cero. En el presente año se detectó una epidemia de dengue en Hidalgo, con más de 200 casos. En Puebla, Querétaro y Estado de México hay una alta incidencia de este padecimiento con más de 1,683 afectados”.

  El dengue clásico y hemorrágico es endémico en Veracruz, Nuevo León, Guerrero y Colima; en estos lugares se ha reportado un aumento de entre 1.5 y 2 por ciento en la incidencia de este mal, asociado al incremento de un grado de temperatura ambiente.

  La docente mencionó que las enfermedades infecciosas en el país siguen entre los primeros lugares como causas de padecimiento y muerte, sobre todo entre menores de edad y gente de edad avanzada.

  Las afecciones diarreicas ocupan el tercer lugar como origen de fallecimiento y las de tipo respiratorio, el cuarto, entre los menores de cinco años.

  “Si nos atenemos a los pronósticos sobre el cambio climático, que provoca alteraciones drásticas de los fenómenos meteorológicos –sequías, inundaciones, incendios forestales, huracanes, entre otros– las tasas de incidencia de las enfermedades infecciosas aumentarán en los próximos años”, alertó la maestra Castillejos Salazar.

  En México, fenómenos extremos de todo tipo han afectado principalmente a Tabasco, Veracruz, Chiapas, Quintana Roo, Sonora y Chihuahua, en estos dos últimos estados ha habido temperaturas récord de 52 grados centígrados a la sombra, en este verano.

  La investigadora comentó que para muchos gobiernos de naciones ricas y pobres, el tema del cambio climático no es prioritario y han reducido recursos para la investigación científica. En México se ha disminuido drásticamente el gasto en ese campo, desde hace 25 años.