UNAM/Medio Ambiente
Oaxaca, México.- Las áreas naturales protegidas de México (11 por ciento del territorio nacional) no bastan para proteger la biodiversidad del país, afirmó el investigador emérito del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM, José Sarukhán Kermez.
[caption id="attachment_26275" align="alignleft" width="244" caption="José Sarukhán "][/caption]
El académico detalló que aunque se cuenta con un sistema de áreas naturales protegidas extenso, éstas no están ubicadas ni distribuidas como deberían para proteger la riqueza de especies.
Contar con mayor información permite visualizar lo que está y lo que debería estar protegido en función de la distribución de las especies y su número. “Para un país con la diversidad ecológica de México, por su biodiversidad topográfica, climática, edáfica, geológica y demás, no hay forma de que con unas cuantas reservas se pueda conservar esa enorme variabilidad”, apuntó el ex rector de esta casa de estudios.
Al dictar la ponencia Retos que enfrenta México para la conservación de la biodiversidad, como parte del Seminario-Taller Crisis Económica y Medio Ambiente, expuso que nuestro país posee una diversidad beta —recambio que hay de una zona a otra—. Por ello, se requieren más áreas de protección y no solamente zonas grandes para ese propósito.
[caption id="attachment_26276" align="alignleft" width="300" caption="La biodiversidad en permanente pérdida en el planeta"][/caption]
Un ejemplo de esta última estrategia es el Amazonas, que con una o dos grandes áreas de protección resguarda al 80 ó 90 por ciento de la flora y fauna de la región, pero en México no es así.
Sarukhán Kermez recordó que más del 75 por ciento de los bosques mexicanos son propiedad comunal o ejidal. Consecuentemente, si se pretende hacer algo en esas zonas es necesario trabajar con los propietarios de esos recursos.
En la nación existe una diversidad cultural y los grupos que la representan son los dueños de la mayor parte de las zonas boscosas y selváticas del país.
Por tanto, los ejidatarios ya no deben ser vistos como miembros de ONG, sino como potenciales empresarios que pueden administrar ese recurso de la misma manera como se conduce una fábrica, apuntó el coordinador de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
No hay manera de que hagamos conservación y uso racional y sustentable si la gente no se beneficia económicamente de esas actividades.
Ningún campesino o miembro de ejido pertenece a alguna asociación civil; son personas que dependen de ese capital natural para vivir, y lo más conveniente es que lo conviertan en algo que resuelva sus problemas, recalcó. “No hay de otra, eso tendrá que ser; mejor aprendamos a trabajar juntos”.
Aunque, han habido iniciativas tanto de ejidatarios como del gobierno, éstas no se han concretado; por tanto, es preciso analizarlas para saber combinarlas, porque un asunto nodal para el futuro de México es la conservación del capital natural y el bienestar social de los dueños de ese mismo capital.
Por ello, destacó la importancia de mantener programas y proyectos que a la fecha se han desarrollado de manera exitosa, como algunos corredores ecológicos. Estas acciones deben crecer, perfeccionar e influir en aquellas que no ha funcionado. “Tenemos conocimiento y gente capacitada para sacar adelante programas eficientes”.
También, reiteró que las áreas protegidas son insuficientes porque no cubren la diversidad biológica, ecológica y ecosistémica del país, además de que la mayoría se estableció de manera coyuntural, y no se ha valorado suficientemente el hecho de que, cuando éstas están cerca de una población, es necesario consultar e integrar a los ejidatarios en la protección para que ambos salgan beneficiados.