UAM/ Ciencias Sociales     Oaxaca, México.- La administración solidaria pone en acción diversos recursos humanos y materiales para la constitución de un objetivo común: velar por los intereses colectivos con ética y responsabilidad, consideró la doctora Diana Caldera González, profesora-investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).   La académica del Departamento de Administración de la Unidad Azcapotzalco sostuvo que esta disciplina busca salvaguardar las dimensiones de una organización en la gestión, en todas las actividades, la especialización de tareas y los procesos de trabajo. Durante la Primera Semana de Administración Solidaria, señaló que diversos politólogos, sociólogos y filósofos definen la solidaridad como un principio de cohesión social, garantía de justicia y afectividad, que sirven en el ámbito administrativo porque remiten hacia el logro de un objetivo en conjunto y despiertan la preocupación por el otro.   [caption id="attachment_37543" align="alignleft" width="300" caption="Las artesanías, nicho para la aplicación de la disciplina académica de Administración Solidaria"][/caption] La docente propuso formar administradores solidarios que permitan alcanzar objetivos colectivos, ya que en el ámbito de esa disciplina los jóvenes recién egresados de la licenciatura enfrentan la fractura social –deterioro de los valores y la ética– y la búsqueda de la despersonalización –el mundo individualista–.   Las necesidades del administrador basadas en la búsqueda de la eficiencia y la eficacia que conllevan productividad-rentabilidad, son saberes no adecuados y que siguen reproduciéndose, mencionó.     Los retos para los nuevos profesionistas en la materia consisten en salvaguardar las dimensiones humanas, es decir, respetar a las personas con sus capacidades de lenguaje, raciocinio y afectividad; saber que las teorías aportadas son universales y que toman en cuenta los nuevos desafíos sociales.    El maestro Fernando Schultz Morales, académico del Departamento del Medio Ambiente, refirió que las regulaciones, las normas y el autoritarismo, así como el mercado, el monopolio y los recursos son mitos y creencias civilizatorios instalados sobre la realidad que afectan el consumo de las artesanías.      En su ponencia La artesanía en México, capital social y cultural, una clave para el desarrollo, indicó que lo importante del trabajo manual no es el valor objetual, sino la cultura y la labor de las personas, que incluye el conocimiento adquirido y desarrollado durante muchos años, que genera una cultura local y un quehacer técnico original.   Por ello es importante impulsar la base económica social de los artesanos, con estrategias y proyectos específicos de desarrollo acordados con ellos y vinculados con la región y los recursos naturales.   Para que exista competitividad global, enfatizó, es necesario el progreso local, el establecimiento de una identidad particular, la integración de saberes propios y complementarios a la existente cultura material, así como la inclusión de valores agregados locales en beneficio de la naturaleza, la región y el país.   Conociendo las sociedades locales, su producción y sus activaciones deben desarrollarse nuevas propuestas administrativas endógenas generadas desde la localidad a la globalidad, dijo.