Ciudadania Express
Martes 14 de julio, 2009. 09:13 am

Las empresas antes que las utilidades, deben ser responsables de los impactos ambientales

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UAM/Medio Ambiente

 

 

Oaxaca, México.- Las organizaciones deben ser responsables de los impactos ambientales, producto de sus decisiones y actividades, así como tener un comportamiento ético que privilegie los requerimientos de la sociedad, antes que las utilidades corporativas.

 

 

Así lo señaló el doctor Jorge Molina Casas, miembro del Instituto Mexicano de Normalización y Certificación A.C., al participar en el Ciclo de Actividades Rumbo al Foro UAM de Sustentabilidad, realizado en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), quien subrayó la importancia de contar con estándares internacionales de responsabilidad social para las organizaciones.

 

En México, recordó, el distintivo de “responsabilidad social” es otorgado por organizaciones filantrópicas, cuya evaluación está basada en criterios que no son públicos, por lo que esta acción adolece de transparencia.

 

Muchos países, informó, contribuyen en el debate y el diseño de la ISO 26000 sobre responsabilidad social, cuyos estándares podrían ser certificados en el ámbito nacional, lo que ayudaría a que el concepto de responsabilidad social no siga manipulándose.

  En el Taller “Cultura y educación para la sustentabilidad”, efectuado en la Unidad Iztapalapa, apuntó que para lograr un desarrollo sostenible las organizaciones deben integrar los intereses de la sociedad en los aspectos económico, social y ambiental, considerando el tiempo y el espacio (local, regional y global), sin perder de vista el consumo y uso razonable de los recursos.

 

[caption id="attachment_19010" align="alignleft" width="200" caption="Desde la casa, la escuela y las empresas, la responsabilidad social y con el ambiente es una obligación"]Desde la casa, la escuela y las empresas, la responsabilidad social y con el ambiente es una obligación[/caption]

La doctora Abigaíl Rodríguez Nava, académica del Departamento de Producción Económica de la Unidad Xochimilco, definió a la responsabilidad social como el conjunto de políticas de calidad ética de una organización que se ocupa de la gestión comprometida de los impactos internos y externos que genera, solucionando en forma continua los problemas diagnosticados en colaboración con las partes interesadas o afectadas.

 

 

Indicó la urgencia de establecer políticas y acciones que forjen nuevos estilos de desarrollo (actividades productivas, patrones de consumo y estructuras de organización) basados en los principios de preservación ambiental, satisfacción de necesidades básicas, democracia participativa, equidad de género e intergeneracional y calidad de vida.

  En la actualidad –enfatizó– debe hablarse de una ética que exige la sinergia de los individuos frente al medio ambiente y la defensa de la vida; sin embargo, las etapas en las que el concepto estuvo relacionado con la filantropía y los derechos humanos han sido rebasadas por el grave deterioro del medio ambiente.

  El maestro Enrique Mendieta Márquez, docente del Departamento de Ciencias de la Salud de la Unidad Iztapalapa, consideró que una organización es socialmente responsable cuando responde a través de su política de gestión –en forma transparente y congruente– a los intereses de la sociedad, minimizando los impactos negativos y maximizando los aspectos positivos generados por ella.

  De acuerdo con el académico, los componentes de la responsabilidad social universitaria están determinados por una administración que permita la mejora continua del comportamiento ético y profesional cotidiano de la comunidad, a partir de la promoción de valores solidarios, como el uso inteligente y respetuoso del medio ambiente.

  Además de una formación académica que proporcione al egresado un perfil con aptitudes de solidaridad y responsabilidad social y ambiental, así como de una investigación útil y una gestión social del conocimiento, que asegure la generación y transmisión de saberes interdisciplinarios congruentes con el desarrollo humano sustentable, tanto en la temática como en su proceso de construcción y difusión.

  Las universidades son organizaciones que en su tránsito hacia la sustentabilidad tienen en la educación una importante herramienta para su propio cambio cultural, indicó el investigador.

  El paradigma de la responsabilidad social de las instituciones, afirmó, es un peldaño necesario en el camino hacia la sustentabilidad, pero no el único; debe sumarse un cambio de estructuras y asegurar su desarrollo posterior mediante una evaluación crítica de los resultados de los ajustes, mejorando la capacidad de aprendizaje en el futuro.

  Mendieta Márquez añadió que es importante también poner atención en la permanencia de los impactos cognitivos y educativos para asegurar la adopción definitiva de prácticas sustentables.

  El Taller “Cultura y educación para la sustentabilidad” forma parte de las actividades preparatorias rumbo al Foro UAM de Sustentabilidad 2009 que se realizará en el mes de septiembre, para conocer y dialogar sobre el trabajo y las acciones que los miembros de la comunidad de esta casa de estudios desarrollan desde diferentes disciplinas y campos en torno al tema.

  Sus objetivos particulares son identificar los enfoques y las premisas que fundamentan los trabajos y las acciones de la comunidad universitaria sobre la sustentabilidad; propiciar la discusión de un conjunto de valores, políticas y estrategias organizacionales con los cuales la Universidad contribuya en la materia, y constituir una red de investigadores que articule los enfoques temáticos en forma multidisciplinaria, interdisciplinaria o transdisciplinaria.

  En las reuniones preliminares a la organización del Foro han sido identificadas 11 líneas temáticas de sustentabilidad en las que trabaja la comunidad académica de la UAM, entre ellas: Paradigmas, ética, responsabilidad social y cultura de la sustentabilidad; Gestión sustentable en la Universidad; Impacto económico, social y ambiental de prácticas, tecnologías y sistemas de producción; Manejo de energía sustentable, rural y urbana; y Cambio climático: desertificación y degradación de los ecosistemas.

 

 

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