Fortino TORRENTERA O.
Oaxaca. México. Por enésima ocasión las autoridades olvidaron a las más tradicionales de las expresiones de esta época, las comparsas de muertos en los barrios antiguos de esta capital.
Aunque de buena voluntad, las autoridades han inventado actividades como la comparsa de zanqueros (grupo de la muerteada del Cedart), que distan mucho de la auténtica tradición, quedando en la ignominia comparsas de barrio que tienen más de 50 años representándose.
[caption id="attachment_32515" align="alignleft" width="300" caption="Las tradicionales comparsas de barrio, un orgullo marginado y sustituido por ocurrencias de las autoridades. "][/caption]
Preferiríamos pensar que lo anterior se debe a la falta de planeación o que es producto de ocurrencias de escritorio, a descubrir que es miopía, ignorancia o peor aún, discriminación cultural, pues resulta inaudito que en esta tradicional temporada que distingue a Oaxaca en el mundo, se marginen las auténticas expresiones populares.
Como cada año se ha señalado esta discriminación, pero en éste no sólo se les ignoró, sino que además se les recortó el apoyo a comparsas de barrios tradicionales de la ciudad que con orgullo, saldrán a la calle con sus vistosos trajes para protagonizar una de las prácticas teatrales más notables de la cultura popular y tradicional como es la comparsa de muertos.
La esencia de esta expresión es el momento más cercano en que el hombre se satiriza y con él a la muerte. La comparsa de muertos, más allá de la suntuosa parafernalia que emplean los personajes, era el único momento permitido en la sociedad oaxaqueña para disfrutar de los picantes parlamentos que llegan, en ocasiones a la sabrosa leperada que arranca lo mismo carcajadas que sonrojas.
[caption id="attachment_32513" align="alignright" width="300" caption="Jóvenes de Cinco Señores mantienen la tradición, como un revés a la indiferencia oficial."][/caption]
En contraparte, insípidas comparsas “light” que parten del centro al panteón general para deslumbrar al turismo, reafirman la necedad oaxaqueña por inventar tradiciones en lugar de profundizarlas, fortalecerlas y hasta entonces proyectarlas.
Las ocurrencias burocráticas favorecen la centralización y olvidan nuevamente la cultura de barrio, donde nacieron y sobreviven estas verdaderas expresiones tradicionales en las cuales se gesta una catarsis entre los personajes y los espectadores.
¿Será acaso que no faltan las sátiras políticas o las mofas de los poderosos, lo que las ha mantenido postergadas o acaso nuestras autoridades llevan el tributo al grado de hacerse los muertos?. Tesis errónea, todo parece indicar que no existen para las instituciones o parecen no conocerlas.
Orgullo del barrio
La comparsa de muertos, está viva en Oaxaca desde hace varios siglos, tradición que se ha mantenido desde hace 50 años con el esfuerzo de la juventud y que paradójicamente son los adultos quienes menos interés muestran por su conservación.
Aunado al significado religioso que esta costumbre tiene, este festivo tributo a los desaparecidos, también es uno de los medios de expresión social e incluso de parodia de la realidad que se vive en populares barrios y comunidades oaxaqueñas.
Ha sido más el entusiasmo de la barriada, de los jóvenes y niños por participar en este ritual, que la voluntad oficial por preservarlo, ya que cada año, a pesar de las promesas de apoyo de los funcionarios, tiene que ser la propia comparsa la que deba costear todos los gastos de esta tradición. Algunos vecinos en ciertos casos y muchos en otros, son quienes ayudan a que se represente, además de la organización de rifas y otras maneras de reunir recursos.
[caption id="attachment_32509" align="alignleft" width="300" caption="La comparsa de “El polvo” nacida hace 50 años y que organiza la familia Cervantes en la novena calle de Guerrero."][/caption]
La comparsa, lejos de mermar por las condiciones económicas del país, se ha fortalecido en el gusto de las nuevas generaciones que materialmente se apropiaron, pero que vislumbran un futuro incierto en la preservación de esta colonial costumbre.
Lo mismo vestidos de enfermeras o sacerdotes que de duendes irlandeses para llenar de picardía y música los barrios de esta ciudad, cada año sale a la calle la comparsa de El polvo, La Trinidad de las Huertas, Cinco Señores y Jalatlaco, las más antiguas.
Secundados por vecinos, acuden a su parroquia a bendecir la comparsa donde van personajes como el doctor, las muertes (grande y chica), diablo, espiritista (que llaman “espirituista”), caporal, viuda, monaguillos y policía, entre otros personajes y oficios que desde hace muchos años salieron del mismo barrio.
De regreso, acuden a diferentes casas del sector donde tras escenificar sus pícaros parlamentos comparten el pan y el chocolate, los tamales y el mezcal omnipresentes en estas fiestas.
El lado oscuro de la tradición
Frente a ese entusiasta esfuerzo del barrio y más ampliamente de diversas comunidades como en San Jerónimo Yahuiche, en Etla como otras de los Valles Centrales; en el centro de la capital se escenifica una comparsa inventada para el turismo como es una compara de zancos que nada tiene que ver con esta temporada.
Cada vecino que representará a algún personaje en el barrio, debe trabajar durante al año para reunir unos ocho mil pesos que en promedio cuesta su disfraz, más otro tanto para los arreglos, sonido, la banda de música y demás necesidades que completan con cooperaciones.
Desde meses anteriores, oficios girados atestiguan las infructíferas gestiones ante las instituciones de Cultura, Turismo y del Ayuntamiento; donde pareciera que hay prioridad para las ocurrencias y darle "chamba" a los amigos.
La comparsa de “El polvo” nacida hace 50 años y que organiza la familia Cervantes en la novena calle de Guerrero, la cual ha sido grabada por televisoras extranjeras, donde se conoce y reconoce más la tradición oaxaqueña que los inventos de funcionarios que se desgarran sus costosas vestiduras en “promover” a Oaxaca.
Otro caso es la comparsa de Cinco Señores, donde la agencia municipal los apoyaba y han convertido a esta tradición en una forma de unidad cultural, pues además de la comparsa, instalan una exposición de tapetes, fotografías y artículos, así como un concurso de altares de muertos.
Con 40 años de tradición, esta comparsa perdura por el cariño de Cristian, Martín y la familia López Osorio, pero principalmente por de la Organización Social La Idea, del Comité Organizador y de los jóvenes de ese sector, por ello el uno de noviembre sale la comparsa de grandes y el día siguiente, la de los niños, quienes desde pequeños se llenan de entusiasmo por participar.
Toda una organización que se cristaliza vaciando los bolsillos y con cooperaciones vecinales y como cada año salen a la calle, aún cuando no reúnen el costo que implica la organización.
Dos Oaxacas, dos realidades; una tradición y un invento; una élite y una mayoría marginada; una pretensión frente a una realidad. La fiesta de muertos en Oaxaca tiene dos rostros.