Ciudadania Express
Miércoles 30 de diciembre, 2009. 05:22 pm

Sorprende en Puebla colección gráfica de Toledo

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La Jornada de Oriente/Yadira Llaven   Puebla. México. Dos de las exposiciones disímiles más importantes que se han presentado, en los últimos años, en Puebla, Gráfica española, de Goya a Tàpies, en el Museo Taller Erasto Cortés (Mutec), y Arte no es vida: acciones por artistas de las Américas, 1960–2000, en el Museo Amparo, estarán en exhibición hasta a finales del mes de enero de 2010.   Por un lado, Arte no es vida presenta cientos de fotografías, escritos, videos, recortes periodísticos, objetos, y un enorme sofá con saltones resortes de la autoría de Rafael Montañés Ortiz, que está clavado en la entrada principal del Museo Amparo (2 Sur 708), documentan el panorama global de las acciones de arte y performance realizadas, durante las últimas cuatro décadas, por más de 100 artistas en América Latina.   [caption id="attachment_38238" align="alignleft" width="300" caption="De Goya a Tàpies y arte acción de los últimos 40 años se exhibe en el Mutec."]De Goya a Tàpies y arte acción de los últimos 40 años se exhibe en el Mutec.[/caption]   La exposición, organizada por el Museo del Barrio de Nueva York –una de las instituciones culturales más importantes del mundo– reúne el trabajo de artistas latinos, incluyendo creadores de  Estados Unidos, Puerto Rico, República Dominicana, Cuba y México, entre otros países de Centro y Sudamérica.   No es una muestra sencilla, pero sí sumamente rica y excepcional para el contexto de la ciudad de Puebla, por acceder a un material de primera mano tan importante en la historia del arte.   Cuando uno observa detenidamente El arte no es vida, a través de sus nueve salas temporales, pareciera que nos perdemos en un túnel del tiempo, pues a más de 40 años de estas primeras acciones performáticas en varios puntos del continente, a Puebla apenas está llegando el eco del movimiento con algunas expresiones artísticas que se apropian de las calles y espacios públicos, con contenidos netamente políticos y sociales.   De ello, el crítico Alberto López Cuenca confirmó que “la historia contada del arte y el performance en México es centralista, corresponde exclusivamente a lo que pasa en el Distrito Federal. De la provincia no sabemos nada, poco se ha contado de Guadalajara, Monterrey o Puebla”.   Las imprescindibles fichas técnicas que acompañan a las 400 obras realmente reconstruyen el contexto en el que funciona la pieza, y permiten que cualquier visitante “no sólo vea a un loco encuerado que da brincos en la calle, que logra reflejar el desequilibrio y la desigualdad que se vive en esos tiempos de dictadura”, señala a la proyección de uno de los videos.   La muestra, galardonada en 2006 con el prestigioso premio Emily Tremaine Exhibition Award, plasma principalmente momentos de sufrimiento y conflicto, que explica por qué el arte no equivale a la vida cuando hay represión. “Lo que muchas de estas obras sugieren es que, aunque el arte afirma y celebra la vida con una fuerza regeneradora, además de afinar nuestro sentido crítico, las acciones de arte que abordan la desigualdad y los conflictos no equivalen a la vida real que es vivida bajo circunstancias de castigo”.       Jodorowsky, Minujín, Jaar, Bruguera...   La década de los años 60 fue de cambios sociales, lucha de clases, conflictos urbanos, huelgas, el comienzo de la guerra de Vietnam y de las dictaduras militares en América Latina, por eso algunos artistas reencauzaron la fuerza destructiva que veían a su alrededor, procurando aprovecharla como una acción creativa, no con intenciones anarquistas, sino como un punto de partida para nuevas propuestas desvinculadas a los antiguos regímenes.   El tipo de estrategias que cada artista utiliza, como se aprecia en el recorrido, es una provocación abierta, que rompió con el formato tradicional del arte de ese tiempo. Así podemos ver acciones legendarias del Colectivo GRAV, en París; de El techo de la Ballena, en Venezuela; la propuesta de Graciela Carnevale, Marta Minujín, Eduardo Favario y Alejandro Jodorowsky, un chileno que vivió en París y la ciudad de México con sólidas formulaciones teóricas basadas en el principio del dadaísmo, surrealismo y la experimentación.     Alfredo Jaar presenta una fotografía de 1981 en la que se aprecian dos guerrilleros sandinistas armados y otro tocando un clarinete. Mientras, Nao Bustamante realiza una parodia grotesca para satirizar la idea estadunidense de la belleza rubia femenina.   Además de referencias obligadas de la obra de Tania Bruguera, Alberto Greco, Ana Mendieta, Francis Alÿs, Coco Fusco, Regina José Galindo, Teresa Margolles y Santiago Serra. Adicionalmente, el Museo Amparo propuso la integración de la obra de Marcos Kurtycz, con un biombo de 24 imágenes tamaño postal, que no había estado presente en las muestras anteriores.   Picasso, Miró, Tàpies, Saura...   En tanto, la parte consagrada la presentan las salas del Mutec, con obras originales de Francisco de Goya, Pablo Picasso, Joan Miró, Antoni Tàpies, Antonio Saura, Eduardo Chillida y Miquel Barceló exponen por vez primera en esta ciudad bajo el título Gráfica española, de Goya a Tàpies. También aparece una obra de Ginés Parra y otras tres de Carlos Pradal, el más destacado representante de la Escuela española de vanguardia en Toulouse.   Se trata de la colección particular del maestro Francisco Toledo, que resguarda en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO). Son 70 grabados, verdaderas joyas, que enfatizan su sentido simbólico, de reflexión y crítica social, más allá de la estética, poniendo de manifiesto su calidad y carácter plástico, así como su vinculación técnica, artística y conceptual.   Catalizada por los múltiples hechos históricos y sociales que vive España durante el siglo XX, dentro de los cuales la Guerra Civil y la dictadura franquista son fundamentales, la gráfica de las “Vanguardias españolas” mantiene constantemente su sentido crítico social, a la vez que su vinculación con los diversos movimientos artísticos europeos del siglo XX, recorriendo caminos como la abstracción, el arte pobre, el simbolismo, el surrealismo y el expresionismo.    “Es un proyecto que se emprendió el año pasado, coordinadamente con el IAGO, que plantea no sólo crear una exposición historicista de la gráfica española, sino tratar de encontrar el sustrato más fuerte: exhibir a Goya como el primer artista del mundo que enfrenta al arte no sólo con una visión estética, sino crítica. Hay que recordar que él empezó trabajando en la corte y terminó recluido por ser un voraz crítico de la sociedad de ese momento, vendida con Napoleón, que es la causa de una de sus obras, la serie Los desastres de la guerra”, expuso César Gordillo, titular del Mutec.   Su obra refleja el convulso periodo histórico en que vive, particularmente la Guerra de la Independencia. La serie es casi un reportaje moderno de las atrocidades cometidas y compone una visión exenta de heroísmo, en donde las víctimas son siempre los individuos de cualquier clase y condición.   Si recorremos la gráfica española después del siglo XVIII hasta el siglo XX nos daremos cuenta de que el punto denominador de origen entre Goya y las vanguardias era voltear a ver el mundo, más que con un ojo estético con una visión crítica.   Bajo este criterio se selecciona a Miró, uno de los grandes luchadores de la autonomía del pueblo catalán; Tàpies, quien está en contra del sistema monárquico, y de ahí parte la curaduría hecha por el Mutec.   Entre las obras, que son un medio de reflexión, además de las series de Goya, destaca una pieza de Saura. Un retrato de Dora Maar, la musa de Picasso.   La exposición después viajará al Museo Nacional de la Estampa y a otros estados de la República. En esta ciudad estará en exhibición hasta fines de enero de 2010.
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