José María DE LA FUENTE/Conaculta
Oaxaca, México.- La pasión por las letras ha superado las fronteras que pudieran existir entre los poetas mexicanos Jaime Labastida y María Baranda y Colombia. Ambos confiesan que existe un lazo estrecho con este país latinoamericano, el cual va más allá del campo profesional, puesto que ha marcado parte importante de su vida personal.
Tal relación fue compartida por los poetas dentro de una charla amena que protagonizaron en la Librería del Centro Cultural García Márquez del Fondo de Cultura Económica, en la ciudad de Bogota, Colombia, en el marco de la XXII Feria Internacional del Libro, donde México, es invitado de honor, y cuya participación es coordinada por Conaculta.
En un ambiente cálido se llevó cabo una reunión de media tarde entre amigos. Un grupo importante de colombianos, especialmente jóvenes, se dieron cita en un rincón de esta librería para escuchar la obra poética de los escritores mexicanos en propia voz.
En su primera parte la plática giró en torno a la presencia de la literatura colombiana en México y la literatura mexicana en Colombia. Un tema que removió varios sentimientos en estos autores, ya que los dos guardan especial cariño por algunas de las plumas de este país.
El primero en recordarlo fue Jaime Labastida, recientemente condecorado con la Medalla de Oro de Bellas Artes. Para él es fundamental destacar que los mexicanos sienten especial admiración y afecto por los escritores Gabriel García Márquez y Álvaro Mutis, “a quienes hemos llegado a catalogar como mexicanos”.
[caption id="attachment_22414" align="alignleft" width="300" caption="Jaime Labastida y María Baranda y su cercanía con Colombia/Foto: Cortesía Tamuca"][/caption]
Sin embargo, el vínculo entre ambos países viene desde mucho tiempo atrás. Él mismo recuerda a tres escritores colombianos que lo marcaron cuando era joven: Guillermo Valencia, Porfirio Barba Jacob y José Asunción Silva: “Los tengo en mi memoria y recito con frecuencia versos de esos poetas”. También dijo con orgullo ser amigo de Gabo y de Mutis, a quienes admira y no puede verlos con tanta frecuencia como quisiera.
Para Labastida, quien es la tercera vez que está presente en esta feria, es fundamental que exista un conocimiento sobre el trabajo de los poetas en otras naciones, porque lamentablemente hay una laguna informativa grave: “Somos países que no tenemos el suficiente conocimiento unos de los otros. He viajado por muchos países de América y me encuentro que poetas y críticos conocen detalles de la historia pública y privada de sus propios escritores y muy poco de lo que ocurre fuera de su tierra”.
En el caso de los intelectuales mexicanos hizo una reflexión contundente: “Siguen siendo los mismos. Tal es el caso de Octavio Paz, Juan Rulfo y Carlos Fuentes. Se conoce muy poco de otros grandes intelectuales mexicanos. En mi caso, que yo no soy muy joven, tengo la impresión de que mi obra es escasamente o nada conocida en Colombia”.
El bardo sinaloense leyó algunos fragmentos de sus poemas, como Elogios de la luz y sombra y uno inédito titulado Deterioro. Los presentes agradecieron tan emotiva lectura de Labastida con una gran ovación.
Finalmente, Labastida hizo una confesión: presiente que en Colombia se lee mucho más que en México, de ahí que felicitara a quienes han hecho posible este logro para cualquier nación. Está convencido que esto se debe en parte a la antigüedad que tiene su Academia Colombiana de la Lengua, que ha sido pionera en muchos proyectos a favor de las letras en América Latina.
Después tocó torno a Baranda, destacada poeta, narradora y traductora, quien dijo hay obras que determinaron su vida profesional, como el texto Morada al sur, de Aurelio Arturo: “Cuando yo leí este trabajo fue un golpe de suerte. Lo leí y lo releí. Nunca creí que hubiera un poema que hablara y cantara de manera tan especial a la infancia, a la vida, al trópico. Cuando yo leí eso dije: yo quiero ser poeta. Imagínense cómo no voy a querer a Colombia, que he visitado tantas veces”.
Baranda, Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2002, también confiesa que hay dos libros importantes para ella que tienen que ver con la cultura colombiana. Uno de ellos fue el que le regaló Jorge Zalamea de La poesía olvidada e ignorada y otro es una antología de traductores colombianos que le hicieron percatarse del valor que en Colombia se le da a estos profesionales de las letras extranjeras.
“Fue un golpe muy fuerte entrar a otros universos, por eso digo que son propuestas que fueron un parteaguas en mi vida profesional”, comentó la autora de libros como El jardín de los encantamientos y Fábula de los perdidos.
Para el momento de compartir algo de su creación poética, la escritora también leyó algunos versos significativos para ella, como los incluidos en su libro Ficticia.
Así, después de una amena charla con los poetas mexicanos, los asistentes los despidieron con un cálido aplauso, reconociendo su obra literaria.
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