Entregan a Emmauel Carballo la Medalla de Oro de Bellas Artes
Por José María LAFUENTE/Conaculta
Oaxaca, México.- Lo que a la vista de muchos es un defecto, para Emmanuel Carballo (Jalisco, 1929) ha sido su mayor virtud: la honestidad, la tinta con la que siempre ha inyectado su pluma y que le ha dado un lugar privilegiado dentro de la historia de la literatura mexicana del siglo XX.
Amplio es el legado que este protagonista de la cultura nacional ha dejado a nuestro país. Es narrador, ensayista, crítico literario, editor, periodista, poeta y promotor cultural. Por ello, este miércoles Conaculta y el Instituto Nacional de Bellas Artes le entregaron el máximo reconocimiento que otorga el INBA: la Medalla de Oro de Bellas Artes.
Un momento idóneo para que quien ha sido profesor de literatura universal y de gramática se mire al espejo y reflexione lo que ha sido su vida dedicada a las letras, la cual comparte a través de una entrevista realizada en su casa en Cuajimalpa.
Muchos son los reconocimientos y premios que este personaje ha logrado cosechar a lo largo de 60 años dedicado a la literatura, como el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística. Sin embargo, confiesa que la medalla que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) guarda un significado especial:
“Es una medalla importante porque le tengo mucho cariño al INBA. Desde que llegué a México en 1953 he dado cientos de conferencias en la Sala Manuel. M Ponce. Para mí Bellas Artes es como mi casa, es un lugar que amo. Así que, el hecho que me dé una medalla representa una satisfacción muy grande porque se reconoce la labor de toda una vida”.
Son 60 años de amor a las letras, al periodismo, a la cultura desde distintos cargos, de editar publicaciones de calidad, de ser parte de una generación de grandes escritores como Carlos Fuentes, Emilio Carballido, Sergio Magaña, Jaime Sabines; de ser testigo del nacimiento de autores como José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis, Sergio Pitol, etcétera.
Al preguntarle si a sus 80 años puede asumirse como un hombre completo, responde: “No lo creo, me gustaría ser más talentoso. Y no es que carezca de talento, pero tampoco soy un súper talento. Si me pone una calificación puedo obtener un 8.5 que podría ser un 9 (bromea). No nací para tener 10, eso es para la gente más importante. No soy indispensable, sólo soy parte de una época muy importante de la literatura mexicana”.
Respecto de que es lo que más ha gozado durante su vida, expone:
“Tomar la pluma, leer y vivir. Hay grandes escritores que se las saben de todas a todas que no han tenido una vida que valga la pena. No han sufrido, no han gozado, no han amado, no se han enlodado hasta el cuello. No han vivido profundamente como ser humano. Yo he vivido puercamente la vida”.
Al cuestionarle qué es lo que más le ha enfadado del mundo donde se mueve, ataja:
“La mentira y hacer las cosas no para contribuir con tu testimonio, sino hacer literatura para obtener algo a cambio, como un puesto público. Yo todo me lo he ganado a pulso, nadie me ha regalado nada. Me siento un hombre que no se ha engañado a sí mismo, que le complace decir la verdad sustentada en 60 años de experiencia”.
En palabras del propio escritor, es portador de una franqueza agresiva, de la cual, muchas veces él no se da cuenta. De hecho, en su mente todavía guarda una anécdota que ocurrió durante su infancia y que habla de la sinceridad innata con la que nació.
[caption id="attachment_17698" align="alignleft" width="300" caption="Emmanuel Carballo, siempre imprescindible en la literatura de México, a lado de su magna biblioteca personal"][/caption]
“A mí me entran las cosas por los ojos y me salen por la boca. Recuerdo que cuando viví en Guadalajara estaba con mi madre en una casa grande en una calle angosta. Frente a nosotros estaba otra mamá con su hijo, yo me le quedé viendo a ese niño y de la manera más natural le dije: qué feo eres, te pareces a tu mamá. Después de eso se cerraron las ventanas de ambas casas y ahí terminó la amistad entre la familia Ponce y la familia Carballo”.
Sobre si él se asume como un personaje incómodo, apunta: “Sumamente incómodo”.
Y a la pregunta de si esto le ha pesado, afirma: “Ya no. Yo escribía en todos los periódicos desde 1953 hasta hace poco que dejé de hacerlo. Hace 50 años, cada semana perdía un amigo. Ahora, he perdido 2 mil 500 amigos. Si hablo bien la gente piensa que debía haber hablado mejor y si hablo mal me dicen que soy un envidioso y un ignorante. Sólo puedo decir que hablado con razones, no con el afán de fastidiar a nadie”.
A seis décadas de distancia, Carballo está convencido que no erró en la profesión elegida. Practicó varios deportes, tuvo un acercamiento con la medicina y estudió derecho, pero ninguna actividad como el oficio de la pluma lo cautivó.
Quien fue becario del Centro Mexicano de Escritores y de El Colegio de México se ha caracterizado por hacer análisis y críticas duras respecto a muchos temas, como a su propia tierra: México.
La situación que ocurre en nuestro país en materia cultural le siguen inquietando: “Me preocupa mucho lo que pasa en estos momentos cuando vivimos épocas de gloria, pero me alienta que poemas como la Suave Patria de López Velarde nació en una etapa atroz para México, convirtiéndose en el gran poema del siglo XX. Por eso creo que, en este horrendo siglo XXI surjan extraordinarios escritores, pintores, bailarines, etcétera”.
Respecto a la política, confiesa sentirse decepcionado por los habitantes y políticos de este país: “No es posible que teniendo el poder de elegir no exijamos a los políticos para que cumplan con su deber. Tampoco que ellos no cumplan con lo que prometen y que nuestro país siga atascado y no mejore. Hace 40 o 50 años éramos la locomotora de América Latina. Ahora somos el último vagón”.
Al preguntarle qué le falta por hacer a Emmanuel Carballo, el escritor responde con simpatía: “Morirse”.
Y al contrapreguntarle, si eso es lo que le falta, qué libro se llevaría, describe:
“Ay, muy buena pregunta. He cambiado tanto que mis respuestas sería diferentes en cada época. Ahora ya no me llevaría un libro sino páginas de varios autores fundamentales de los muchos libros que he leído”.
Carballo se llevaría páginas de La Biblia o de obras de William Shakespeare, Francisco de Quevedo, Ramón López Velarde, Octavio Paz, Alfonso Reyes, y Jorge Luis Borges. Sobre estos últimos, señala:
“He vuelto a leer a Borges y lo he vuelto a subrayar con diferentes colores para distinguir las épocas en que lo he leído. Siempre descubro cosas nuevas. Por lo que se refiere a Reyes, me enseñó a escribir el idioma español y siempre se lo agradeceré, fue mi maestro. A quienes tenemos de calificación de 8.5 nos queda hablar con admiración de estos hombres que fueron de diez, agradecerles que al leerlos la vida no fue tan ingrata”.
Y, finalmente, cuestionado sobre qué hubiera pasado si los libros no fueran parte de su vida, responde: “Seguramente hubiera llorando desde los tres años de edad hasta mis 80 años. Por fortuna, estoy contento porque me encontré con la literatura”.
Actualmente el jalisciense está preparando el tercer volumen de sus memorias, donde hablará de sus amigos, pero también de sus enemigos. Será en tres años cuando este ejemplar salga a la luz pública. Mientras, aquellos interesados en él y su obra pueden acudir a las páginas ya escritas por este autor para quien la literatura ha sido su vida.
[caption id="attachment_17697" align="aligncenter" width="300" caption="Agradezco el reconocimiento del INBA que tanto quiero, dice el escritor galardonado hoy con la Medalla de Oro de Bellas Artes 2009"][/caption]
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